Bailarina.
Por JOSÉ FERNANDO DOMENE VERDÚ
Bailarina,
primorosa,
que camina
presurosa,
tan divina.
¡Qué graciosa!
¡Qué andarina!
Mariposa,
danzarina,
bailarina,
primorosa.
Golondrina
candorosa.
¡Qué finura!
¡Qué garbosa!
Mírame desde tu altura,
háblame ya, golondrina,
bailarina
salerosa.
Bailarina,
sé mi dueña
y adivina
quién te sueña.
Imagina,
bailarina,
quién te dice tanta cosa.
Mariposa
peregrina.
¡Qué figura!
¡Qué postura!
¡Qué fogosa!
Bailarina,
bailarina.
Tu mirada
me fascina
y tu cara
me embelesa.
¡Mi princesa!
Perla clara,
brisa alada
que no cesa.
Bailarina.
¡Qué galana!
¡Sevillana!
Sevillana y villenera,
primavera
tan temprana.
¡Tan graciosa!
Tu mejilla
bronce y rosa
y tus labios color grana;
y un lunar
que reluce en tu barbilla,
filigrana,
como el mar.
¡Bailarina,
qué mirar!
Me domina,
me ilumina
tu danzar.
¡Qué lozana!
¡Qué coraje!
Con tu traje
verde y negro de gitana,
con lunares y volantes,
bailarina.
Bailarina
sevillana.
Cual si nada,
danza y baila, corre y vuela,
pero antes,
mi chicuela,
prémiame con tu mirada.
¡Ay, mozuela!
Bailarina
resalada.
Bailarina,
no me hieras
como espina
de una rosa.
¡Si quisieras...!
Mírame ya, cariñosa,
danzarina,
mariposa,
y háblame de cualquier cosa,
bailarina.
Bailarina
EN DOÑA ELVIRA
Ya cae la tarde límpida y serena
y en una plaza blanca y amarilla,
oliendo el azahar y la azucena,
te recuerdo, mi amor, aquí en Sevilla.
Todo el azul del cielo está en tus ojos,
cubriendo tu mirada cual dos tules,
y todas las estrellas en manojos
brillan en tus pupilas tan azules.
Extraído de la Revista Villena de 1997
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