20 dic 2024

1997 INICIACIÓN AL PALEOLÍTICO EN VILLENA

Iniciación al Paleolítico en Villena. 
Por JOSÉ FERNANDO DOMENE VERDÚ
Las publicaciones de prehistoria y arqueología son a menudo meros catálogos de materiales recogidos en un yacimiento o en una campaña de excavaciones, a los que se añade una breve introducción sobre la situación geográfica y las características geológicas del yacimiento en cuestión y un no menos breve capítulo final sobre conclusiones. Pero esta forma de publicar los contenidos de tema arqueológico da por sabidos los conocimientos más generales sobre el contexto cronológico, medioambiental y cultural del yacimiento necesario para comprenderlo y, por ello, los hace inaccesibles o poco interesantes, no ya para los legos en la materia, sino incluso para aquéllos que no sean especialistas en el tema concreto de esa publicación. De esta manera, la mayoría de publicaciones de estos temas sólo tienen interés para los especialistas en el período cultural concreto al que pertenece ese yacimiento o, como más, en los períodos contiguos. Pero esto repercute también en las conclusiones que los mismos autores obtienen de los estudios arqueológicos, que son los más interesantes y al menos en teoría el fin último de dichos estudios, y que suelen ser paradójicamente parcas en relación con la cantidad de materiales expuestos y de la cantidad de yacimientos relacionados con él.
Y ello se puede comprobar simplemente hojeando la mayoría de los libros y artículos publicados sobre la prehistoria de Villena, que son completamente inaccesibles para los no iniciados, que son la mayoría de la población. El objetivo de este artículo es, precisamente, intentar paliar este problema en el período más antiguo de nuestra prehistoria local, el paleolítico medio, exponiendo los conceptos básicos imprescindibles para comprender las publicaciones existentes sobre este período de nuestra prehistoria y explicando el contexto climático, medioambiental, económico y cultural que explica el porqué de los mencionados contenidos, con el único fin de acercar esas publicaciones al gran público y de que los amantes de la historia de Villena, que afortunadamente son muchos, posean los instrumentos teóricos imprescindibles para comprender mínimamente las publicaciones sobre este período y, por tanto, para poder apreciar y valorar en su justa medida el trabajo abnegado y valiosísimo de los investigadores que en Villena se han ocupado de la prehistoria, el principal de los cuales es el recientemente desaparecido José María Soler, descubridor del yacimiento musteriense de la Cueva del Cochino. Sirva este artículo como sincero homenaje a su memoria.
EL PLEISTOCENO SUPERIOR
Está formado por la última glaciación, Würm, y por el período interglaciar que la precede, Riss-Würm, con una cronología que abarca desde el 120.000 hasta el 10.200 B.P. (B.P. = Before Present = «antes del presente»). A su vez, la glaciación Würm se divide en 4 estadios glaciares con sus correspondientes períodos interestadiales, todos los cuales se agrupan en dos períodos más generales, el Würm antiguo (84.000-38.000) y el Würm reciente 34.500-10.200), separados entre sí por el interglaciar Würm II-III (38.000-34.500). El Würm antiguo consta de los estadios Würm I y Würm II, separados por el período interestadial Würm I-II, y el Würm reciente incluye los estadios Würm III y Würm IV, separados entre sí por el interestadial Würm III-IV.
EL PALEOLÍTICO
Es el período cultural de la prehistoria que abarca desde que el hombre empieza a fabricar útiles de piedra hasta que aparece la agricultura y la ganadería. Es decir, empieza en el momento en que el hombre empieza a transformar piedras naturales tallándolas para fabricar armas para cazar o instrumentos para manipular los animales cazados. En otras palabras, empieza cuando existe un proceso de trabajo para producir instrumentos de trabajo y cuando la materia prima utilizada es la piedra. El proceso de trabajo consiste en la talla de la piedra y los instrumentos de trabajo son los apropiados para realizar la actividad económica básica de este período, que es la caza, o sea, armas e instrumentos para cortar la carne y trabajar las pieles. El paleolítico es, según la definición clásica, la Edad de la Piedra Tallada (paleolítico = «piedra vieja»), y se opone al período que le sigue, el neolítico, que es la Edad de la Piedra Pulimentada (neolítico = «piedra nueva»).
Las dos únicas actividades económicas existentes en el paleolítico son la caza y la recolección, a las que se añadió la pesca al final del período. Es decir, que el único tipo de economía que existe en el paleolítico es la economía de depredación, mientras que en el neolítico a ésta se le une la economía de producción, representada básicamente por la agricultura y la ganadería, que en seguida se convirtió en el tipo de economía dominante.
Periodización del pleistoceno superior
El modo de producción propio del paleolítico es el comunitario, el mismo que el de toda la prehistoria. El modo de producción comunitario es aquél en el que no existe la propiedad privada de los medios de producción (la tierra, fundamentalmente), sino que éstos pertenecen de forma colectiva a una comunidad de individuos estrechamente unidos por lazos de parentesco, y sólo en cuanto miembros de dicha comunidad es como se pueden considerar propietarios de los medios de producción. La producción obtenida se pone en común y luego se reparte entre los miembros de la comunidad según las necesidades de cada uno de ellos: «En las comunidades más primitivas el trabajo se realiza en común y el producto común, salvo la parte reservada para la reproducción, se reparte en relación con las necesidades del consumo» (Engels, 1884, 196). Esto es lo que ocurre en el paleolítico con el producto de la caza y de la recolección.
Pero el hombre se distinguió de los restantes homínidos en que para cazar empezó a utilizar armas que él mismo fabricaba. Las más antiguas fueron fabricadas en hueso y madera por los australopitecos de África del sur y constituyen lo que Dart denominó «industria osteodontoquerática». Pero después se empezó a utilizar la piedra mediante un proceso de talla, y este hecho es el que marca realmente el comienzo del paleolítico porque los útiles de piedra son los únicos que se han conservado perfectamente y los únicos que ofrecen la certeza de que fueron trabajados por el hombre. Por lo tanto, el paleolítico se puede definir, según el criterio económico, como el período de la prehistoria en el que sólo existe la economía de depredación.
La economía de depredación es la propia de todo el paleolítico y el epipaleolítico, y está basada durante el paleolítico medio en dos actividades fundamentales, la caza y la recolección, a las que se añadiría la pesca en el paleolítico superior, concretamente en el período magdaleniense, que es cuando aparecen los arpones de hueso. Se cazaban los animales salvajes de mayor tamaño y se recolectaban hierbas y frutos silvestres. La economía de depredación es aquel sistema económico en el cual la tierra (o el medio natural) es el objeto de trabajo (Meillassoux, 1977, 28-30), ya que de ella se obtienen todos los elementos de subsistencia (alimentos en general, animales de caza y frutos vegetales), y las materias primas (sílex, madera) destinadas a fabricar los instrumentos de producción (armas para cazar, etc.).
El paleolítico tiene, por tanto, dos límites cronológicos claros, que abarcan más de 2 millones de años, en general:
• El comienzo de la industria lítica: tiene lugar en África Oriental, en la garganta de Olduvai (Tanzania) y en el valle del río Omo (Etiopía) y en el Este del Lago Turkana (Kenia), con una cronología más antigua de 2'3 millones de años en el yacimiento de Orno 71 y otras más modernas de 2 millones en el de Orno 123, 1'9 de Melka Konturé (Etiopía), 1'7 en el nivel BE de Gambore 1 y 1'5 en Garba IV (Exposición, 1984).
• El comienzo de la agricultura y la ganadería: tuvo lugar en el Próximo Oriente (Jarmo, Shanidar, Catal Hüyuk) en torno al 8.000 a. de C.
A partir de su área de origen en África Oriental, el paleolítico se fue extendiendo por toda África, por Asia y por Europa llevado por el Horno Erectus en su expansión geográfica por estos tres continentes, en los que se desarrolló después de forma independiente.
Los períodos en los que se ha dividido el paleolítico se han basado en las técnicas de talla y, sobre todo, en las piezas de sílex sobre las que se han fabricado los útiles. Las piezas de sílex sobre las que se fabricaban los útiles fue el primer criterio utilizado para la división del paleolítico, ya en el siglo XIX. Pueden ser de dos clases, núcleos y productos de talla, y éstos a su vez se clasifican según su forma y tamaño:
Núcleo: es la masa de materia prima de la que se obtienen todos los productos de talla. Fue definido por Leroi-Gourham (1964): «Toute masse de matiére premiére débité prend caractére de nucléus» (toda masa de materia prima desbastada toma crácter de núcleo).
• Lascas: son los productos de talla cuya longitud es menor que dos veces su anchura.
Láminas: son los productos de talla de lados generalmente paralelos o subparalelos cuya longitud es mayor que dos veces su anchura, y ésta es a su vez mayor de 12 milímetros. Se denominan también hojas.
• Laminitas: son los productos de talla de lado generalmente paralelos o subparalelos cuya longitud es mayor que dos veces su anchura, y ésta es a su vez menor de 12 milímetros, según Tixier. Se denomina también hojitas o microláminas.
El paleolítico se divide en 4 períodos según el tipo de piezas que se utilizan o que predominan en cada uno de ellos.
• Paleolítico Inferior: es el período en el que se utilizan principalmente los núcleos, aunque también las lascas.
• Paleolítico Medio: es el período en el que se utilizan principalmente las lascas, y en menor medida láminas u hojas, mientras que los núcleos se utilizan de una forma escasa y residual.
• Paleolítico Superior: es el período en el que se utilizan principalmente las láminas u hojas, y en menor medida las laminitas u hojitas. También se fabrican en este período útiles de hueso.
• Epipaleolítico: es el último período del paleolítico y en él se utilizan las laminitas o microláminas, además de los útiles de hueso.
Periodización del Paleolítico Medio
EL PALEOLÍTICO MEDIO
El paleolítico medio ocupa la primera mitad del pleistoceno superior desde el interglaciar Riss-Würm (120.000-84.000 B.P.) hasta el período interestadial Würm III-IV (38.000-34.500 B.P.), incluyendo la primera mitad de la última glaciación denominada Würm antiguo (84.000-38.000 B.P.) y formada por los estadios Würm I y Würm II y por el interestadial Würm I-II.
El clima del Pleistoceno Superior se caracteriza por la glaciación Würm, con un clima frío que en los momentos de mayor rigor, en el Würm 4, pudo tener una temperatura media de 7ºC inferior a la actual, aunque en el paleolítico superior «se estima que en los episodios más fríos de las épocas que nos ocupan las medias del año en regiones extra glaciares se situaban entre 11 y 13 grados centígrados por debajo de la actualidad (Moure-González, 1992¬60). El clima se conoce principalmente por la paleoflora y la paleofauna o, lo que es lo mismo, por los granos de polen y por los restos de animales, sobre todo micromamíferos, encontrados en los estratos geológicos y donde mejor se ha estudiado ha sido en Francia (Chaline, 1982, 1 58-1 62). Así, en el Würm I se pasó del clima templado propio del Interglaciar Riss-Würm, caracterizado por el bosque mixto de Pinus (pino), Ulmus (olmo) y Querqus (roble), a un clima frío con un bosque de coníferas, propio de la taiga, con Abies (abeto) y, sobre todo, Pinos (pino), favorecido por un clima moderadamente frío pero relativamente húmedo. El Würm 2 es una fase mucho más fría y el clima es polar en la mayor parte de Europa, con casquete helado o de tundra según la latitud, y frío en la zona mediterránea, con vegetación de estepa fría o de pradera húmeda con algunos pinos en las zonas más cálidas. El Würm 3 es frío y seco, con predominio de la estepa, y en el Würm 4 se llega al máximo frío, en el Protomagdaleniense y Magdaleniense 3, para volver al clima templado al final del período y dar paso al desarrollo del bosque mixto en Holoceno o postglaciar, a partir del 10.200 B.P. Todo el período está caracterizado por una alternancia de fases más cálidas intercaladas entre las más frías, con continuos aumentos y disminuciones de las superficies boscosas (Chaline, 1982,  112). La fauna también está condicionada a los cambios climáticos, predominando el Cervus elaphus (ciervo), el Capreolus capreolus (corzo) y la Rupicapra rupicapra (gamuza), en las fases menos frías, y el Rangifer tarandus (reno), el Alopex lagopus (reno azul), el Elephas primigenios (mamut) y la Phoca groenlandia (foca) en las más frías. Al final de la glaciación Würm y junto a la mejora del clima y al desarrollo del bosque templado, aparecen el Sus Scofra (jabalí) y el Equus caballos (caballo). En las fases más antiguas del Würm I existían todavía en Europa algunas especies propias del Interglaciar Riss-Würm como el Elephas antiquus (elefante), el Rhinoceros tichorhinus (rinoceronte) o el Hippopotamus mayor (hipopótamo). En la Península Ibérica el clima es menos frío que en Francia y que en el resto de Europa excepto Italia, y ello se refleja directamente en la fauna, ya que en la Península Ibérica no existe el reno y, en cambio, perduran durante el Würm inicial las especies de fauna cálida, como el elefante, el hipopótamo y el rinoceronte. éste en su especie Dicerorhinus Hemitoechus adaptado a condiciones esteparias. Pero, a lo largo de todo el paleolítico medio, la especia cazada por el hombre con mayor frecuencia es sin duda el ciervo, cuyos restos constituyen un 64 o un 68% del total de los restos óseos encontrados en Cova Negra y pertenecen a individuos mata-dos entre 0 y 3 años y, sobre todo, en primavera, verano y otoño, según el estudio de los dientes (Pérez, 1977), y «el porcentaje de individuos entre 2 y 3 años duplica el establecido entre 0 y 2 años, indicando una preferencia por los individuos de más peso y rendimiento de carne» (Fortea, 1985, 35).
No se han encontrado en Villena restos humanos del paleolítico medio pero, gracias a los numerosos restos humanos pertenecientes a este período encontrados en la Península Ibérica y en Europa, es bien conocida la taxonomía de los primeros pobladores de la comarca de Villena. Se trata del Horno Sapiens Neanderthalensis en su variedad «meridional», más conocido como «Hombre de Neanderthal». Esta variedad «meridional», representada por los restos humanos encontrados en yacimientos como Devil's Tower y Forbes Quarry (Gibraltar), Banyoles (Girona) y Coya Negra (Xátiva, Valencia) presenta algunas diferencias con respecto a la variedad «típica» del resto de Europa. A partir del interestadial Würm (35.000 B.P.) los neandertales empiezan a ser sustituidos por una nueva especie procedente de Asia, el Horno Sapiens Sapiens u hombre actual, y los neandertales se extinguen definitivamente hacia el 30.000 B.P., en tan sólo cinco mil años, al desaparecer su biotopo (Chaline, 1972, 188-191).
EL MUSTERIENSE
Los yacimientos del paleolítico medio corresponden a la cultura musteriense, que toma su nombre de la localidad francesa de Moustier-Sainte-Marie (Dordoña), donde se encuentra el primero y más clásico de los yacimientos de esta cultura. Se caracteriza porque la industria lítica está realizada sobre lasca, en vez de sobre núcleo, y por la abundancia de dos tipos de útiles líticos característicos: las raederas obtenidas por retoques unifaciales y las puntas realizadas sobre lasca. Estas últimas se denominan puntas musterienses.
Bordes (1953) realizó una clasificación tipológica del musteriense en 4 facies o conjuntos industriales, basándose en la proporción de los tipos de útiles encontrados en los niveles de los yacimientos. Estas facies musterienses no se corresponden a grupos culturales ni étnicos concretos, ni tienen una significación cronológica, porque todas ellas existen y están bien representadas a lo largo de todo el Würn antiguo, y se encabalgan en los niveles de un mismo yacimiento. Según Freeman, la distinción de las facies musterienses es arbitraria y no responde a la realidad. Su valor, por tanto, es fundamentalmente estadístico.
El útil lítico que caracteriza y define realmente al complejo musteriense, y que lo diferencia de las restantes culturas del paleolítico es la raedera, porque no existe ni antes ni después del paleolítico medio, y en este período es, además, el útil más abundante. La raedera era por tanto el instrumento de trabajo más común para el hombre del paleolítico medio, con diferencia sobre los demás. Por ello, el criterio básico que utilizó Bordes para diferenciar las facies musterienses fue el de la proporción de raederas con respecto al total de piezas encontradas en cada uno de los niveles de cada yacimiento (índice de raederas). Esta clasificación en base a las raederas la completó Bordes con otros útiles líticos significativos, que subdividen las 4 facies principales en otras secundarias. Los principales útiles líticos utilizados como base para esta clasificación son los siguientes:
• Raederas: es el útil más abundante y es, además, exclusivo del musteriense. Es un instrumento con filo en uno de sus lados que sirve para rascar.
• Puntas musterienses: son lascas con dos filos convergentes. Son como las raederas, pero dobles y convergentes.
• Bifaces: son una perduración del achelense y se encuentran en el musteriense en una proporción inversa a la de las raederas, disminuyendo progresivamente hasta desaparecer por completo en el Würm III.
• Denticulados: son lascas con dientes hechos por retoques. Su proporción es siempre inversa a la de raederas, y tiene una significación cronológica, ya que es muy baja al principio y al final del Würm antiguo, aumentando progresivamente durante el Würm I para disminuir de esa misma forma durante el Würm II.
• Muescas: están relacionadas con la presencia de denticulados.
• Cuchillos de dorso: son hojas extraídas de un núcleo que conservan parte de la corteza natural. Están relacionados con la presencia de bifaces.
Además, existen unos índices tecnológicos que también se utilizan en la clasificación de las facies musterienses, los más importantes de los cuales son el Quina y el levallois:
• Índice charentiense: porcentaje de raederas simples convexas más las raederas transversales.
• Índice Quina: porcentaje de piezas con retoque sobreelevado, escalariforme, piezas espesas y piezas con forma convexa.
• Índice levallois: porcentaje de lascas fabricadas con técnica levallois.
• Índice de facetado: porcentaje de piezas con talones diedros y facetados.
• Índice laminar: porcentaje de hojas (láminas).
Las 4 facies musterienses junto con sus respectivas subfases y las características correspondientes a cada una de ellas se pueden resumir de la siguiente manera:
• Musteriense de tradición achalense: se caracteriza por ser el único con bifaces, lo que hace que su proporción de raederas sea baja, entre el 20 y el 45%. Sin embargo, tiene un índice alto de útiles característicos del paleolítico superior (raspadores, buriles, etc.). Puede ser de dos tipos, según la proporción de bifaces, que en este caso sí que tienen una significación cronológica:
— Musteriense de tradición achelense A: con una proporción alta de bifaces, entre el 8 y el 40%, y baja de cuchillos de dorso. Su cronología es del Würm I.
— Musteriense de tradición achelense B: con una proporción alta de bifaces, entre el 3 y el 8%, y alta de cuchillos de dorso. Su cronología es del Würm II, y en el Würm III origina el Chatelperroniense, que es la primera industria del paleolítico superior.
• Musteriense Típico: tiene una proporción media de raederas, entre el 20 y el 65%, el índice de denticulados es inferior al 10% y el índice Quina es inferior al 6. Según el índice de raederas, puede ser Musteriense Normal si está entre el 20 y el 40%, o Musteriense Típico rico en Raederas, si está entre el 40 y el 65%.
• Musteriense de Denticulados: tiene una proporción baja de raederas, entre el 3 y el 20%, y por tanto un índice alto de denticulados, entre el 20 y el 50%, y también de muescas, entre el 10 y el 45%.
• Musteriense Charentiense: tiene una proporción alta o muy alta de raederas, de más del 50%, y un índice bajo de denticulados. Según la proporción de piezas fabricadas con técnica «levallois», que está en relación con el tamaño y la abundancia del sílex, el musteriense puede ser de 3 tipos.
— Charentiense tipo Quina: con un índice levallois inferior al 10%, un índice Quina alto y un porcentaje de raederas entre el 50 y el 80%. Es el charentiense con retoque escaleriforme.
— Charentiense tipo Ferrassie: con un índice levallois superior al 50%, un índice Quina bajo y una proporción de raederas próxima al 80 e incluso al 90%. Es el charentiense sin retoque escaleriforme.
— Paracharentiense: con un índice levallois entre el 10 y el 1 5%, y un índice de raederas similar al del Ferrassie.
Para Bordes y Sonneville-Bordes, estas facies musterienses tienen una significación cultural, y corresponden a grupos de cazadores de distinta tradición cultural que los mantienen durante todo el Würm Antiguo gracias a la escasa interrelación entre ellos. Para Binford, en cambio, las facies musterienses no tienen fundamentalmente un significado cultural, sino más bien económico y funcional, y dependen de que correspondan a un lugar de caza o a un campamento base. La funcionalidad de los útiles musterienses ha sido estudiada también por Semenov y, según Binford, es la siguiente:
• Trabajo de la madera y de las pieles: en campamentos base: raederas transversales, buriles y cuchillos de dorso.
• Caza y descuartizado: puntas levallois normales y retocadas, puntas musterienses y raederas simples, rectas, convexas, convergentes y dobles. También las raederas de cara plana, buriles y lascas no retocadas.
• Preparación de la comida: asociados al fuego en hogares propios de lugares de habitación: cuchillos de dorso típico y de dorso natural y lascas levallois.
• Manipulación de vegetales: denticulados, muescas, lascas truncadas, rasquetas y raederas de retoque abrupto.
EL MUSTERIENSE EN EL PAÍS VALENCIANO
Mientras que el Paleolítico inferior está muy bien documentado en el interior peninsular, vinculado siempre a la industria achelense, pero muy poco en la periferia, con el musteriense ocurre todo lo contrario. En efecto, las zonas más ricas en yacimientos musterienses son precisamente las de la periferia peninsular, Asturias, Cantabria y toda la franja mediterránea, mientras que el interior, o sea, la Meseta, tiene yacimientos escasos y aislados.
Pero existe también una diferencia cultural entre ambas zonas, ya que los yacimientos del interior son una continuación de la industria achelense con bifaces del paleolítico inferior, ya que presentan un Musteriense de Tradición Achelense, mientras que en los yacimientos de la periferia son una continuación del premusteriense o precharentiense, ya que predominan las industrias charentienses. También existe en la perfilería el musteriense de tradición achelense, pero de una forma muy puntual, como excepción, por lo que podría ser consecuencia de influencias de la Meseta, sobre todo en la zona mediterránea.
En el País Valenciano, el musteriense es muy rico y cuenta con abundantes e importantísimos yacimientos, y se puede decir que tiene un sustrato protocharentiense, representado por la Coya de Bolomor, que tuvo una evolución clactoniense, de lascas en vez de bifaces, como toda la zona mediterránea y al contrario que en la Meseta. Todos los yacimientos valencianos se concentran en una zona muy concreta, que se sitúa alrededor del límite entre las provincias de Valencia y Alicante, en los valles de los ríos Serpis y Albaida o en valles próximos a éstos. Precisamente es la misma zona de la Coya de Bolomor, y la misma en la que se concentran los yacimientos del paleolítico superior (Parpalló, etc.) e incluso del neolítico (Coya de l'Or, etc.) por lo que existe una continuidad y densidad en el poblamiento desde el interglaciar Riss-Würm (120.000-84.000 B.P.) hasta el eneolítico (2.500 a. de C.).
El yacimiento más importante sin duda es el de Coya Negra (Xátiva), con diferencia sobre los demás. Fue estudiado por Francisco Jordá en diferentes trabajos entre 1946 y 1956 y por Valentín Villaverde en su tesis doctoral defendida en 1983. Cuenta con 36 niveles geológicos, de los que los 6 más antiguos son estériles, y con 14 arqueológicos, que cubren todo el Würm antiguo. En las etapas más antiguas existe una ocupación parcial de la cueva, pero en las más modernas la ocupación es total, por lo que se observa un incremento de población, que pudo influir en la extinción a partir del Würm II de algunas especies animales, como el rinoceronte, que no se puede explicar sólo por causas climáticas, sino tuvo que ser debida a una mayor presión cazadora al final del musteriense. Los 14 niveles arqueológicos de Coya Negra se pueden resumir como queda reflejado en el cuadro que reproducimos en la página anterior.
Los demás yacimientos musterienses del País Valenciano, además de la Coya Negra, son los siguientes:
• Cueva de la Pechina: próxima a la Cova Negra, con 3 fases y 9 niveles:
— Fase inferior: comprende los niveles, 7, 8 y 9 con poca industria, de tipo charentiense y relacionada con el Quina inicial y el Paracharentiense inicial.
— Fase media: niveles 3, 4, 5 y 6, es Charentiense tipo Ferrassie (71'4% de raederas), datada en el Würm I.
— Fase superior: niveles 1 y 2, es Paracharentiense y corresponde al Musteriense Final, con las mismas características que en Coya Negra y que en el resto de Europa: descenso de raederas (54'8%) y del índice levallois (9%) y aumento de denticulados (12'6%).
• Las Fuentes: en la Canal de Navarrés y aislado de los demás. Es uno de los pocos poblados conocidos al aire libre del paleolítico medio, tenía mucha riqueza de agua y cabañas construidas en la orilla de un lago como palafitos, porque han proporcionado estructuras sobre maderas, que son anteriores al 45.000 B.P. La industria encontrada es Charentiense tipo Ferrassie (57'1% de raederas).
• Cueva de El Salt (Alcoy): es Charentiense tipo Ferrassie (71'3% de raederas). Presenta una ocupación muy intensa con muchos hogares y una rica fauna.
• L'Abric del Pastor (Alcoy): con una excavación antigua e industria seleccionada que puede ser tanto un Charentiense tipo Ferrassie como un paracharentiense (78'9% de raederas).
Como se puede observar, en el musteriense valenciano predomina de forma abrumadora el Charentiense, con la única excepción del nivel 8 de Coya Negra, que es un Musteriense Típico enriquecido en raederas y, por tanto, se aproxima al Charentiense, y el nivel 5 de Coya Negra, que es un Musteriense de Tradición Achelense, con un 2'9% de bifaces, que se explica por influencia de la Meseta. Y, dentro del Charentiense, el que predomina en el País Valenciano es el tipo Ferrassie.
EL MUSTERIENSE EN VILLENA: LA CUEVA DEL COCHINO
En Villena, el musteriense está representado solamente por un yacimiento, la Cueva del Cochino, situada en la Sierra del Morrón, que fue descubierta, estudiada y publicada por José María Soler (1956). Según la tipología de Bordes (1953), los materiales musterienses encontrados en esta cueva se clasifican también, igual que la mayoría de yacimientos musterienses del País Valenciano (Pechina, Las Fuentes, Cueva de la Sal, Abric del Pastor), dentro del Charentiense tipo La Ferrassie (Fortea, 1985, 33), caracterizado por tener un alto porcentaje de raederas, superior al 50% del total de piezas encontradas, al mismo tiempo que un índice Quina bajo y un índice levallois superior al 15%. La Cueva del Cochino tiene 3 unidades estratigráficas o niveles:
— Nivel 1: estéril.
— Nivel 2: tierras oscuras con piedras, que también aparece en la superficie res-balada, además de en la cueva. Es rico en cuanto a ocupación humana.
— Nivel 3: tierras claras apelmazadas y compactas, que aparece sólo en la cueva. También es rico en cuanto a ocupación humana.
Por tanto, de los 3 niveles estratigráficos, sólo 2 presentan restos de ocupación humana, son Charentienses tipo Ferrassie (Fortea, 1985, 33) y tienen las siguientes características:
• Nivel 2: el porcentaje de raederas es alto, del 67'6%, aunque poco diversificadas, siendo el 2'9% raederas desviadas, mientras que los grupos III (del paleolítico superior: raspaderas, buriles, etc.) y IV (muescas y denticulados) son muy bajos, tan sólo del 5'9%. El índice levallois es alto, del 18%, y el Quina es bajo, del 4'3%; el de facetado es del 54'3 y el laminar, 5'4. Los índices de raederas y de denticulados permiten clasificarlo como musteriense charentiense, y los índices levallois y Quina, alto y bajo, respectivamente, como charentiense tipo Ferrassie.
• Nivel 3: confirma esta clasificación, ya que el porcentaje de raederas es del 73'8%, más alto que en el nivel 2, el del grupo III (del paleolítico superior) es del 2'8% y el del grupo IV (muescas y denticulados), del 7'5%. El índice charentiense es 46'7 y el Quina es muy bajo, tan sólo 2'4, pero el levallois es 26'7, aún más alto que en el nivel 2. El porcentaje de raederas desviadas es del 3'3% y el de puntas musterienses, del 4'7%; el índice de facetado es 54'3 y el laminar, 12'5. Por lo tanto, la industria lítica del nivel 3 también se clasifica como musteriense charentiense tipo Ferrassie, con unas características más acusadas aún que las del nivel 2.
EL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN VILLENA
No existe ningún yacimiento significativo del Paleolítico Superior en la comarca de Villena, existiendo un importante y prolongado hiatus en el poblamiento humano en esta zona de tal manera que, mientras no aparezca algún yacimiento de este período, hay que aceptar que la comarca de Villena no fue habitada por el hombre, al menos como lugar de asentamiento permanente ni provisional más o menos continuado, aunque sí cabe la posibilidad de que fuera utilizada como lugar de paso que no ha dejado testimonios arqueológicos.
Pero, si bien no existen yacimientos significativos del Paleolítico Superior en Villena, sí que se han encontrado algunos materiales correspondientes al solutrense en algunos puntos del valle de Villena y otros en el yacimiento epipaleolítico de la Cueva Grande de la Huesa Tacaña, que se pueden adscribir al Magdaleniense Superior Final. Éste es precisamente el último subperíodo del Paleolítico Superior, que enlaza directamente con el epipaleolítico microlaminar y que corresponde a la fase climática cálida de Bólling (13.300-12.000 B.P.), caracterizada por un considerable aumento de las temperaturas, y a la brevísima fase fría Dryas 11 (12.000-11.800 B.P.).
Se puede observar que la ausencia de seres humanos en la comarca de Villena coincide con el momento más frío de toda la glaciación Würm, el estadial Würm IV, y ello se puede relacionar con otro hecho climático, cual es el que Villena tiene un clima muy frío en relación con su entorno geográfico tanto en la actualidad como en el Pleistoceno Superior, debido a su altitud sobre el nivel del mar y en su aislamiento orográfico del Mar Mediterráneo.
De estos dos hechos coincidentes se puede inferir una clara relación de causalidad entre ambos, de manera que el despoblamiento humano de Villena en el Paleolítico Superior pudo ser debido a su clima frío e inhóspito, que hizo que las bandas de cazadores instalaran sus lugares de asentamiento estacional en las zonas más cercanas a la costa, que tenían un clima menos riguroso.
Esto ocurrió en Villena y no en otras regiones de clima tan frío como el de Villena, como puede ser la Meseta, debido a su situación geográfica, y concretamente a su cercanía a zonas más próximas a la costa con un clima más suave, lo que permitió que los grupos humanos del Paleolítico Superior pudieran establecerse en esas zonas más cercanas a la costa y de clima menos frío, aunque se desplazaran a través de Villena en sus cacerías. En la Meseta, por el contrario, la lejanía de las zonas más cálidas tuvo que obligar a los grupos humanos que las habitaban a adaptarse al frío.
Pero los lugares donde se establecían las bandas de cazadores del paleolítico estaban determinados por los movimientos migratorios de las manadas de animales, a las que seguían en sus cacerías, y éstas a su vez se desplazaban condicionadas por el clima (Denell, 1987). Por ello, el clima jugaba un papel importante para los cazadores del paleolítico.
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Extraído de la Revista Villena de 1997

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