4 dic 2024

1997 ACCIDENTE CLERICAL EN LA VILLENA DE FERNANDO VII

Accidente clerical en la Villena de Fernando VII
Por FRANCISCO CANDEL CRESPO. Coronel Capellán del Ejército del Aire - Académico C. de la Real de la Historia.
EL HECHO
El día 21 de marzo de 1825, casi a las doce de su mañana, la campana mayor de la Catedral de Murcia tañía tristemente «con veinticinco campanadas, dadas despacio, como el Óleo» —anotaba curiosamente el Doctoral La Riva (1). Había renunciado al Obispado de Cartagena D. Antonio de Posada y Rubín de Celis, hecho casi insólito en aquellos tiempos, cuyo remoto precedente había que buscar en la renuncia presentada en 1724 por el Cardenal Belluga.
***
El retrato del Obispo Posada en la Galería del Palacio Episcopal de Murcia recuerda este hecho un poco poéticamente:
«Preconizado para la de Cartagena en 24 de Septiembre de 1821, la gobernó con admirable prudencia en los tiempos más borrascosos, y restituida la paz, se volvió a las amenidades literarias y las dulzuras de la vida privada, renunció con universal dolor el 18 de marzo de 1825».
Pero la realidad era bastante más dura; de ella nos hablan con escueta veracidad los archivos: la renuncia al Obispado de Cartagena no fue presentada voluntariamente, ni mucho menos, le fue propuesta por el Nuncio a petición sin duda del Rey.
La vacante de Cartagena no tardaría en cubrirse; la insurrección de las Américas había traído a la Metrópoli a varios obispos expulsados de aquellas tierras y el Nuncio en Madrid se las veía y se las deseaba para poderlos colocar dignamente en España; uno de los expulsados, el franciscano Fray Hipólito Sánchez Rangel, era el candidato de Roma para la vacante de Cartagena, como se deduce del Breve de León XII «In summa rerum perturbatione» de 28 de septiembre de 1824 (2), pero tal vez la circunstancia del notorio liberalismo de la Diócesis, así como la inexperiencia que sobre los asuntos de España tendría el franciscano, aconsejaron a Fernando VII y al Nuncio enviar a Murcia un Obispo avezado al gobierno pastoral, por eso se designó al Obispo expulsado de Maynas para la Diócesis de Lugo, mientras el de ella (D. José Antonio de Azpeytia y Sáenz de Santa María) era designado el 21 de mayo de 1825 para suceder a Posada y Rubín de Celis.
Pero antes de hacer su entrada solemne en Murcia (25 de junio) sucedió un hecho —en verdad insólito— al pasar por VILLENA el nuevo Obispo, lo hemos conocido gracias al testimonio fidedigno de D. Luis Santiago y Vado: transcribo literalmente:
«Haviendo llegado el llm.º Sr. Obispo de esta Diócesis a la Ciudad de VILLENA, primer pueblo de su Obispado y verse precisado a irse a una posada, dijo un aficionado el siguiente
SONETO
¡Qué digno Clero, qué recibimiento! 
¡Hizo tan singular a su Prelado! 
¡Qué convite a Nobleza y Magistrado! 
¡Qué posada¡ ¡Qué digno alojamiento! 
¡Qué buena fe! ¡Qué humilde acatamiento!
¡Qué respeto y honor tan consumado! 
¿Quién vio jamás Pastor tan respetado 
Sin falacia, doblez y fingimiento? 
Más en fin le faltó seguramente
Para hacer de uno y otro acorde juego 
Que Lázaro Ruiz, lleno de fuego 
Siempre tan liberal, muy reverente 
Le hubiera enjaretado un VIVA RIEGO» (3).
¿Quién era ese LÁZARO RUIZ, tan irónicamente censurado por D. Luis Santiago y Vado? Él mismo nos lo aclara en una breve nota al pie del texto: «Uno de los curas más desenfrenados y constitucionales del Obispado», quien regía por aquellos días como Cura Ecónomo la Parroquial de Santiago de Villena, y fallecería el 23 de noviembre de 1833.
Para el nuevo Obispo de Cartagena debió de resultar sintomática esta incorrecta actitud del Clero villenense..., era como un preludio de las amarguras que le aguardaban en su nuevo Obispado, si bien hemos de reconocer, a fuer de imparciales, que las virtudes del Dr. Azpeytia le acreditaban para un merecido ascenso dentro del Episcopado español, tampoco debemos pasar por alto que su designación para la Diócesis Cartaginense suponía dentro de aquel enrarecido ambiente político, un bandazo a la extrema derecha, como diríamos ahora (4).
Desconozco si este incidente tuvo su repercusión en el Ayuntamiento Realista de la ciudad y si quedó tal vez reflejado en sus Actas Capitulares, idea que brindo a algún villenense aficionado a la Historia local.
LOS PERSONAJES
D. José Antonio de Azpeytia y Sáenz de Santa María era riojano por los cuatro costados. Había nacido en Torrecilla de Cameros un 19 de mayo de 1761, siendo sus padres D. José Antonio de Azpeytia e Izaguirre y D. Gertrudis Sáenz de Santa María y Sáenz de Tejada, familia hidalga de la que bien podría afirmarse «Que concurren en ella todas las circunstancias que la constituyen en notoria y asegurada Nobleza y calidad, que son: antigüedad de sangre, lustre continuado, ilustres casamientos y señalados servicios» (5).
Su expediente académico y los méritos y servicios constan cumplidamente en la inscripción de sus dos retratos de los que más tarde haré cumplida mención, destacando su presencia en el Cádiz de las Cortes, donde hubo de acompañar a su tío D. Juan Sáenz de Santa María, Obispo de Segovia y acérrimo defensor del Tribunal de la Inquisición.
Finalizada la Guerra de la Independencia fue propuesto para la Diócesis de Lugo (12 de abril de 1814), siendo consagrado en las Salesas Reales de Madrid el 12 de febrero del año siguiente por el Arzobispo de Granada y los Obispos de Almería y Calahorra. Cuatro años más tarde, el 4 de junio de 1819, en la Catedral lucense tenía el gusto y la emoción de consagrar a su hermano D. Ramón para la Sede de Tudela asistido por los Obispos de Orense y Mondoñedo.
Los años de gobierno pastoral en Cartagena fueron en verdad muy duros y difíciles: Azpeytia tuvo que enfrentarse a un Clero dividido cordialmente (como estaban entonces todos los españoles) entre Absolutistas y Liberales... Logró abrir el Seminario de San Fulgencio que había estado clausurado por el espíritu liberal de Profesores y Colegiales, restauró los «Triunfos» del María (monumentos que había demolido la impiedad del «funesto Trienio Liberal»). Realizó la Visita Pastoral, aprobó la fundación de la Real Congregación del Corazón de Jesús en la iglesia de Justinianas de Madre de Dios y la de la Vela y Alumbrado a Jesús Sacramentado, publicando asimismo varias Cartas Pastorales.
Pero donde brillaron con más fulgor las virtudes pastorales del Obispo Azpeytia fueron en los terribles terremotos que asolaron la región murciana en 1829 y, sobre todo en el famoso «cólera» de 1834, en que se negó a abandonar la ciudad, fundando un hospital para coléricos y asistiéndoles caritativamente.
Tal vez en otra época menos conflictiva el Obispo Azpeytia hubiera pasado a la posteridad con el título de caritativo y benefactor (como tantos otros Obispos de Cartagena), pero tanto su fidelidad a Fernando VII como los borrascosos tiempos que le tocaron vivir y sobre todo la poca LIBERALIDAD con que le trataron los historiadores LIBERALES, nos han dado una imagen un tanto contradictoria de este Obispo celoso y cumplidor de sus obligaciones ministeriales (6).
En el mes de abril de 1835, por haberse negado en redondo a dar la llamada «Colación Canónica» al nuevo Prebendado D. Pedro Lechaur y Galdós (7) ante los disturbios populares (fomentados por sus enemigos) se vio obligado a abandonar la Ciudad Episcopal trasladándose a Albacete y Chinchilla, donde todavía le acompañaron los dicterios de sus enemigos, quienes tratándole de «OBISPO IRRESIDENTE» le aconsejaban que solicitara la dimisión como su antecesor, «el culto y liberal Obispo Don Antonio de Posada» (8).
Todas estas causas, además de sus enfermedades y achaques hicieron que el buen Obispo Azpeytia buscara el calor familiar en el Palacio Episcopal de Tudela, sede de su hermano D. Ramón, donde fallecería santamente el día 1 de noviembre de 1840.
El Cabildo Catedral de Murcia hizo celebrar en su honor solemnes honras fúnebres y mandó imprimir su Oración escrita por el Magistral D. Pedro Antonio de la Eguía y Aguilar.
DOS RETRATOS
Dos retratos se conservan en la actualidad del Obispo Azpeytia y como puede contemplarse a simple vista son totalmente diferentes, el primero en 1971 era propiedad de la respetable señora D.? Alejandra Muniategui, viuda de Sáenz de Santa María, quien lo conservaba con todo aprecio y estimación en su señorial morada de Vitoria, parece de buena mano y en él se nos muestra mi biografiado sentado en el clásico sillón episcopal, vistiendo capisayos, cubriendo gran parte de la cabeza con un solideo, luce anillo pastoral y cruz pectoral y con su mano izquierda sostiene un libro entreabierto... Pero lo más notable sin duda es el rostro del Prelado, con una expresión de serena bondad, y unos grisáceos cabellos que parecen escaparse del solideo...
Lo considero obra muy estimable, al parecer recogió con toda veracidad la efigie del Obispo Cartaginense. Desconozco su paradero actual.
Contrastando notablemente con el anterior, hay otro retrato del Obispo Azpeytia que se conserva en la Galería de Retratos del Palacio Episcopal de Murcia, se diría que es el retrato de la ancianidad de mi biografiado, es de mucha menor calidad que el antedicho: las facciones alargadas, el tono oscuro del fondo..., tengo la vehemente sospecha que, como el del Cardenal Tavera en la Catedral de Toledo, sea un retrato hecho «post mortem» de memoria, por un regular pintor de Murcia, hay también una gran diferencia entre la mirada un tanto irónica del primer retrato y la tristeza que revela la del segundo, pero que debió de haber entre ambos una curiosa relación humana es el detalle de que la «leyenda» es idéntica y reza así:
«El Yllm.ª Sr. D. José Antonio de Azpeitia y Sáenz de St.ª M.ª. N.º den Torrecilla de Cameros, Dioc de Calah.ª en 19 de Mayo de 1761. Rector de Salamanca a la edad de 22 años. Auditor de la Rota. Can' y Arce& titular de Segovia. Gobº y Provº de aquel Obispado en Sede Plena y Vacante. Cuya circunstancia le proporcionó la satisfacción de dar la posesión de la Diocs a su carisimo tio el Yllmº Sr. Dn Jose Antº Saenz de Stª M.ª de quien habia recibido desde su niñez la mas fina y brillante educación. Hecho Obispo de Lugo en 1814, y trasladado a esta Sta Igª de Cartagena en 21 de Marzo de 1825. Falleció en Tudela de Navarra en 1.° de Noviembre de 1840, en el Palacio de su hermano el lltº Sr. Don Ramon, Obsº de aquella Diocs, a quien consagro en la Catª de Lugo en 4 de Junº de 1819».
EL CRONISTA
Si sugestiva y evocadora se nos presentaba la figura del Obispo Azpeytia, tan perseguido por los Liberales, no menos lo es —sobre todo para los villenenses amantes del pasado— la del Presbítero murciano D. Luis Santiago y Vado, gracias al cual y a su fino sentido del humor ha llegado hasta nosotros el incidente.
Bautizado en la murciana Parroquia de Santa Catalina el 8 de febrero de 1751, hijo de Santiago Vado y Victoria Rosso, ambos genoveses y modestos comerciantes de quincallería. Con rara unanimidad se decía de él que había trabajado como tallista en piedra en la obra del imafronte de la Catedral de Murcia, lo que no es cierto (10). Cursó por lo visto los estudios eclesiásticos en San Fulgencio, abandonándolos años después y contrayendo matrimonio con Doña Regina Ubeda García, hija de un músico de la Catedral, de la que tuvo dos hijos que fallecieron párvulos. Al quedar viudo en 1801, completó sus estudios en San Fulgencio y se ordenó de Sacerdote. Años antes, junto con el médico Meseguer y el propietario González-Zamorano fue el fundador de uno de los primeros diarios que se publicaran en Murcia (1792).
Vado fue en verdad un hombre polifacético, destacando por sus conocimientos en Matemáticas que le hicieron merecedor a la Cátedra de esta materia en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, brillante escritor y poeta, con diversas y múltiples publicaciones (II) en el campo eclesiástico fue Beneficiado de San Lorenzo de Murcia y Santiago de Villena, Visitador del Obispado, etc., etc.
Por razón de su cargo eclesiástico debió estar muy al corriente del liberalismo de parte del Clero villenense, pero tal vez la función más importante que desarrollara en esta ciudad fuera su participación como técnico en la desecación de la famosa LAGUNA DE VILLENA.
En el rico Archivo Municipal de Murcia hemos encontrado esta interesante referencia documental:
«Oficio del señor Intendente de Rentas sobre que Don José María Herrero acompañe al Presbítero D. Luis Santiago y Vado a una importante comisión sobre los riegos limpia del cauce y demás relativo a la laguna de Villena, por hallarse adornado de las cualidades prevenidas».
(Cabildo Ordinario de 26 de marzo de 1822).
La seriedad de sus estudios en San Fulgencio y sus amplios conocimientos en Matemáticas y hasta Topografía (12) no le impidieron ser a la vez un excelente poeta y —sobre todo— un fino humorista, quien en más de una ocasión satirizó tanto contra Liberales como contra Absolutistas, a pesar de lo cual fue en Murcia unánimemente respetado y querido, tanto por la ejemplaridad de su ministerio sacerdotal como por sus numerosas obras de caridad. Hizo testamento en dos ocasiones: uno el 14 de junio de 1812, tal vez por temor al terrible contagio de la «peste amarilla» que tantas víctimas hacía en Murcia por aquellos días.
El segundo fue el año 1831 a 25 de febrero, legando sus escasos bienes a sus sobrinos y a su ama de llaves. Hombre meticuloso marcaba el itinerario que habría de llevar su entierro y —cosa curiosa— como si un diablillo se hubiera introducido subrepticiamente en el grueso infolio notarial, mandaba se le dijese al escultor D. Santiago Baglieto «Que le cambiase la cara de BOBO que le había puesto a la imagen de San Juan Evangelista que había tallado para la Capilla de la Comunión de la Parroquial de San Lorenzo de Murcia».
Finaron los días terrenos de Don Luis Santiago y Vado el 23 de marzo de 1833, siendo sepultado en el romántico Cementerio de la Puerta de Orihuela.
NOTAS
(1) Archivo Municipal (Murcia). «Apuntamientos del Doctoral Don Juan Antonio de la Riva». MS.
(2) Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores; Sección Roma, Legajo 346, Folio 177 (Mi gratitud al Coronel Capellán, Don Félix Ruiz García (q.s.g.h.) por esta valiosa información.
(3) Archivo Municipal (Murcia). «Papeles de Vado». MS.
(4) Cfr. Cande! Crespo (Francisco): «Clero Liberal y Absolutista en la Murcia de Fernando VII», San Javier, 1978, «La Murcia Eclesiástica en tiempos de la Reina Gobernadora», Murcia, 1981. «La vida azarosa del Deán Ostolaza», Murcia, 1981, y «Semblanza biográfica de un riojano ilustre: Don José Antonio de Azpeytia y Sáenz de Santa María», BERCEO, revista del Centro de Estudios Riojanos, Logroño, 1968.
(5) Lisazo (Domingo de): «Nobiliario de la Provincia de Guipúzcoa», San Sebastián, 1901, pág. 56.
(6) Díaz Cassou (Pedro) en su obra «Serie de los Obispos de Cartagena», M. 1895, pág. 231, trata al Obispo Azpeytia con notable injusticia al afirmar: «El Obispo Azpeytia no dio aquí otra muestra de su sabiduría que la composición en 1828 de un librito de oraciones en alabanza del Sagrado Corazón de Jesús, cuya Congregación había fundado en la iglesia de Madre de Dios», siendo así que hemos encontrado de él no menos de seis preciosas Cartas Pastorales, amén de su actitud heroica cuando el cólera de 1834.
(7) Cfr. Candel Crespo (Franciscano): «Don Pedro Lechaur y Galdós, semblanza de un Cura Liberal», publicado en MURGETANA (de la Academia Alfonso X el Sabio de Murcia en 1981).
(8) El «Boletín Oficial de la Provincia de Murcia» publicaba en 30 de agosto de 1836 unos versos -malísimos por cierto- intitulados «Validos de las ovejas sin Pastor» (sic) y el siguiente y malintencionado artículo: «Quisiéramos saber por qué causa o razón el lltmº Sr... nos tiene abandonados y habita en un pueblo distante situado en los confines de la provincia... para el mejor régimen del rebaño que le confió el sin par Calomarde...».
«Sermón fúnebre que en las solemnes exequias del Ilustrísimo Sr. D. José Antonio de Azpeytia y Sáenz de Santa María, Dignísimo Obispo de Cartagena, celebradas a expensas de sus amantes familiares en el Templo Catedral de ella, sito en la Ciudad de Murcia, dijo el Dr... Canónigo Magistral de la misma Santa Iglesia el 27 de Mayo de 1841. Murcia, Imprenta de Pablo Nogués, año 1841».
(9) El Dr. Hernández Albaladejo (Don Elías) en su documentado y completísimo estudio sobre las obras del imafronte de la Catedral murciana, no reseña en las listas de operarios el nombre de Santiago Vado, por lo que debe descartarse definitivamente esta gratuita afirmación.
(10) Cfr. «Tejera y Ramón de Moncada, José Pío»: «Diccionario de autores murcianos», M. 1922, Tomo 1, pág. 72, a lo que debe añadirse la citada carpeta de «escritos de Vado» antes citada del Archivo Municipal de Murcia.
(11) Entre los restos del que fuera rico Archivo Diocesano de Murcia, figura un interesante y artístico plano topográfico de la Parroquial de Peñas de San Pedro (Albacete), efectuado por D. Luis Santiago y Vado para la desmembración de la misma de varias futuras Parroquias.
Extraído de la Revista Villena de 1997

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