10 nov 2024

TRIGUICO PICAO, RECORDANDO NUESTRA HISTORIA. FIESTAS DEL MEDIEVO EL RABAL 2020

En las Fiestas del Medievo 2020 que organiza la Asociación de Vecinos del Rabal, la Asociación de la Ermita de San José repartió este tríptico sobre nuestra historia, que reproducimos tal cual ya que merece la pena conocer este trocito de Villena y sus gentes.
TRIGO PICAO, RECORDANDO NUESTRA HISTORIA.
No dejes que el tiempo decida.
***
Mi madre me ha hecho triguico
con alubias colorás
penquicas de La Laguna
y nabicos del Pinar.
(Fragmento de la Jota de Villena)
El trigo picao es un plato típico de Villena y de zonas interiores de Alicante o La Mancha. Es una comida caliente, de invierno, que ayuda a mitigar los rigores del frío. Los ingredientes del triguico villenero son básicamente alubias pintas, pencas, nabos, costillar de cerdo y trigo picao. Durante muchos años lo picaban y lo vendían en Casa Fulgencia, en la que fue tienda de coloniales y estanco en la esquina de la plaza Pascual Domenech, donde se enciende la hoguera de San Antón.
Fulgencia Orgiler
Su esposo Antonio García Hernández era taxista y tenía uno de los primeros vehículos que se conocieron en su época. Tuvieron cuatro hijos: Encarna, que vendía verduras, hortalizas y quesos en el desaparecido mercado central de la Plaza del Rollo, y en la Plaza Mayor; Antonio, quien después de unos años en la tienda de su madre, instalaría con su esposa Isabel, la suya propia en 1966, conocida como La Picanta, en la calle Francisco Amorós nº 16, en el barrio de las Cruces, regentada en la actualidad por Antonio, nieto de Fulgencia; otro hijo fue Pepe, que continuaría en la tienda y estanco con su familia; y por último, Virtudes, que no se dedicó al comercio. Pero lo que pocos conocen es el proceso del picado del trigo para que suelte la cascarilla y adquiera la textura y el tamaño adecuado, lo cual requiere una técnica y de unos cuidados especiales. De todo ello y de sus vivencias de la época hablamos con Ramón García Díaz, hijo de Pepe y nieto de Fulgencia Orgiler Estevan. De aquella charla con Ramón y acompañados por miembros de la Asociación de la Ermita de San José, organizadores del encuentro y defensores de nuestras tradiciones, elaboramos este testimonio de la preparación del trigo y de otras historias curiosas y cotidianas que también forman parte de nuestra cultura y tradiciones.
Pedro Villar
Encarna con su hermano Pepe y su sobrino Andrés, hijo de Virtudes, en la puerta del estanco en 1952.
"El trigo lo comprábamos en Bañeres, traíamos muchos kilos, y el coche tenía que venir muy despacio, los sacos los metíamos por un lateral de la tienda. La abuela Fulgencia usaba un mortero pequeño y como insistía en que debíamos vender trigo picao, mi padre compró un mortero de piedra mucho más grande. Medía unos sesenta centímetros de ancho por otros sesenta de alto, recuerdo que metíamos unos catorce kilos de trigo en el mortero grande para picarlo con una maza de unos cinco kilos, y del golpeo constante durante dos horas más o menos se iba descascarillando el trigo. El grano lleva un telo, el golpe produce un roce grano con grano y se va despegando. Se necesitaban muchos golpes para dejar el grano en su punto de dureza y grosor.
Pepe y Mari con sus hijos Carmen, José Antonio y Ramón.
Era muy sufrido darle al mazo durante 10 o 15 minutos en los que sudabas y llorabas de agotamiento. Un poco más decía mi madre, no podías parar, mucho desgaste físico, no pensabas en el dinero que entraba en casa. En verano no picábamos trigo, ya que el plato es muy calórico, adecuado para el invierno. Era un trabajo duro por eso formábamos ruedas entre toda la familia con turnos de unos diez minutos. Yo era el pequeño de los cuatro hermanos (Genci, Mari Carmen y José Antonio). Cuando salía del colegio, recuerdo que al principio por la novedad quería picar y no podía con la maza. La casa retumbaba por el golpeo continuo en el mortero y cuando el trigo estaba en su punto se embolsaba y congelaba, porque si no se pudre. Venía mucha gente a comprar trigo picao, paraba gente de Madrid y se lo llevaba en grandes cantidades ya que disponíamos de un arcón donde congelar el trigo. Para venderlo a granel se ponía en un papel y se envolvía con la forma de una empanadilla. Era habitual comprar trigo en cantidades pequeñas para el día, cuarto, medio kilo para cuatro personas o un kilo si se tenían invitados.
Pepe García Orgiler y su hija Genci, en el escaparate de la tienda.
En 1975 murió Fulgencia, mi abuela paterna. Mis padres siguieron picando trigo y con ellos los cuatro hijos. Pepe García Orgiler era mi padre, y mi madre Mari Cruz Díaz Moreno, que vino de Orihuela a trabajar a la Casa Canales, y se conocieron en las fiestas de Las Virtudes. En la tienda se vendía de casi todo, alimentos en latas de conserva, sardinas en cuba o productos de droguería. 
Fulgencia Orgiler Estevan
La abuela Fulgencia ponía también un puesto en el mercado en la Plaza Mayor. En 1995 se cierra la tienda algunos meses después de realizar una reforma, curiosamente la gente dejó de entrar, el estanco se aguantó durante más tiempo. En 1998 muere mi padre y en el 2000 mi madre, y dejamos de picar trigo. El trigo no está comercializado a nivel industrial, se vende actualmente en algunas fruterías, no sé quién lo lleva, dicen que es picado, pero no tiene volumen, ni la textura del trigo, no lo reconozco, no es igual que el trigo que picábamos y vendíamos en la tienda con un trabajo artesanal. Como plato se sigue haciendo en algunas casas, y en muchos bares y restaurantes de Villena. Esperemos que no se pierda la tradición". (Ramón García Díaz)
Encarnación García Orgiler, hija de Fulgencia, 
vendiendo en el mercado de la Plaza Mayor.
Asociación de Vecinos El Rabal Villena
Asociación Ermita de San José
Fiestas del Medievo El Rabal 2020

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