El Colegio «Ntra. Sra. de los Dolores. Fundación Aynat» (1)
Por MATEO MARCO. I.B. «Hermanos Amorós» de Villena.
1. ORIGEN DE LA FUNDACION
El Colegio «Ntra. Sra. de los Dolores», el colegio de las Paulas, nace desde la voluntad, manifestada en testamento, de doña Dolores Aynat Mergelina (2). Concretamente es en la octava cláusula donde se desarrolla el grueso de lo que habría de ser esta fundación. En ella ya se esbozan las directrices fundamentales que inspirarán las futuras reglas. Así, la testadora manifiesta el deseo de:
Establecer, con el remanente de todos sus bienes, derechos y acciones transmisibles, presentes y futuras una Fundación benéfico-docente en Villena, con domicilio en La Corredera, n.º 11, y casa contigua por la parte posterior de la calle Doña Isabel, n.º 18 (3).
El objeto de la fundación será «proporcionar educación e instrucción gratuita a niñas pobres, del término municipal de Villena teniendo preferencia para ingresar como alumnas, las más pobres». Alumnas que serán externas y que recibirán su educación e instrucción dentro de las normas y doctrinas de la Iglesia Católica; y cuyo número y edad será determinado por la Superiora y los patronos.
Las encargadas de la enseñanza habrían de ser las Religiosas Hermanas Terciarias Carmelitas de la Caridad. Éstas ya estaban instaladas en Villena desde finales del siglo XIX (4).
También se regula la vida religiosa del colegio al manifestar que «Todas las alumnas que asistan a las clases y sus profesores (sic) deberán rezar diariamente una parte del Rosario, o sean cinco Misterios, y la Letanía a la Santísima Virgen, en sufragio del alma de la Fundadora y de la de sus padres y así mismo todos los meses se celebrará una misa rezada, en la fecha que corresponda a la del fallecimiento de la fundadora, la que será oída por alumnas y profesoras, en sufragio del alma de la otorgante. Todos los años se dirán unas Misas Gregorianas y un novenario de la Misa de Animas, todas rezadas, que se aplicarán por el alma de la fundadora».
Tras recordar las cargas que corresponden a la Fundación —pensiones vitalicias e impuestos principalmente— señala que ésta se llamará «Colegio Ntra. Sra. de los Dolores» y que su patronato será desempeñado por «el sacerdote que canónicamente fuere el Cura Párroco de la Iglesia de Santiago de Villena», por otro sacerdote o persona que designe el Obispo y por la Superiora de la comunidad de religiosas Hermanas Terciarias Carmelitas de la Caridad; insistiendo en que estas bases son de «observancia inexcusable».
En la cláusula novena ratifica que todos los bienes y derechos de la testadora, salvo los destinados a la Casa Fundación «serán enajenados en pública subasta y el importe (...) se invertirá en títulos de la deuda Perpetua Interior o en valores de empresas mercantiles e industriales (...)» cuyas rentas se aplicarán para el sostenimiento de la Fundación.
Entre los bienes destinados expresamente a la Fundación aparece un oratorio completo con ornamentos y todo lo relacionado para celebrar. También, el piano de la casa de Valencia (seguramente el Samaniego que hoy está en el colegio) y los retratos de la testadora y de sus padres «que ordena los tengan las Religiosas de la Fundación en la sala de Recibos o en otro punto adecuado para ello», como está cumplido.
Doña Dolores Aynat Mergelina falleció en su casa de Valencia (5), el 15 de septiembre de 1940, a los 83 años de edad. Don Mariano Navarro Torres, su albacea, pronto dispuso manos a la obra para ir cuajando los deseos de la testadora.
En lo que respecta a la Fundación, el primer trámite a realizar consistía en conseguir la clasificación de la Fundación como obra pía particular, de carácter benéfico docente.
Ya en diciembre de 1941, la junta Provincial de Beneficencia manifiesta, a través de un edicto publicado en el Boletín Oficial de la Provincia de Alicante, estar incoando el expediente de clasificación de la Obra Pía que doña Dolores Aynat Mergelina ha instituido en el pueblo de Villena y que lo hace saber «para general conocimiento y especialmente de los interesados en sus beneficios, (...) para oír reclamaciones por plazo de quince días hábiles (...)» todo ello «conforme a lo que determina la Instrucción de 24 de julio de 1913» (6).
Pero la administración es lenta —si se quiere hasta entretenida— y habría que esperar hasta el año 1943 para la concesión de la clasificación oficial como fundación particular de carácter benéfico docente.
Por un lado, el Ministerio de Educación Nacional, a quien concernía el Protectorado de la Fundación desde su Sección de Fundaciones benéfico-docentes, comunicaba al Ayuntamiento en documento fechado el 13 de mayo de 1943 la clasificación del «Colegio Ntra. Sra. de los Dolores» como Fundación benéfico-docente de carácter privado, considerando entre otros considerandos «que se trata de un conjunto de bienes y derechos destinados a la enseñanza y educación gratuita; formando capital con rentas bastantes para el levantamiento de cargas sin necesidad de auxilio forzoso por parte de nadie, (...)» (7).
Por otro lado, la Junta Provincial de Beneficencia, el 11 de febrero de 1943, había redactado un informe aprobando la clasificación del «Colegio de Ntra. Sra. de los Dolores» como de «beneficencia particular docente».
Al tiempo, este informe nos desvela un dato de interés. Por entonces, febrero de 1943, el edificio debía encontrarse en estado de reforma, realizándose las obras necesarias para adaptarlo a Colegio y Oratorio, de ahí que la solicitud para la clasificación de obra pía no fuera acompañada, como determinaba la ley, de la certificación que acreditara las condiciones físicas del Establecimiento, todavía inconcluso. Así se dice anotando que las obras se realizan «bajo la dirección técnica de un arquitecto de esta capital [Alicante] y la administración y vigilancia del Albacea testamentario» (8).
En verdad, las obras necesarias de adaptación de las casas a las necesidades de la Fundación fueron dirigidas por los arquitectos don Juan Vidal Ramos y don Julio Ruiz Olmos (9).
Como hemos dicho, el capital inmobiliario que había legado doña Dolores a la Fundación consistía en una casa en la Corredera de tres pisos con corral unido a otra casa con puerta a la calle de Doña Isabel. Esta segunda casa era dependencia de la primera por estar aneja a la misma-y estaba compuesta de una planta baja, que servía de salida a la casa principal, la de la Corredera, y dos pisos más destinados a vivienda y desván (10).
Practicadas las obras de adaptación necesarias para colegio y oratorio, resultó un edificio de tres plantas en la parte de la Corredera —entonces ya Avda. del Generalísimo— y de dos plantas en la de Isabel la Católica (11).
Mientras que solar y casas primitivas se habían valorado en 21.000 pesetas, la casa nueva —tras la reforma— se tasó en 789.000. Este dato nos aclara la envergadura de la obra realizada. El coste de la misma, materiales, dirección técnica, mano de obra, etc. se pagaría totalmente a expensas de otras propiedades de doña Dolores.
Sobre el documento nombrado «Declaración de obra nueva...» (12) cabe una observación no baladí. Según el testamento, el nombre de la Fundación habría de ser «Colegio de Ntra. Sra. de los Dolores», solamente. Mientras, en el documento «Declaración...» a «Colegio de Ntra. Sra. de los Dolores» se añade intencionadamente «Fundación Aynat». Ya en el primer proyecto de reglas de 31 de julio de 1944, el albacea Mariano Navarro denomina así —«Colegio de Ntra. Sra. de los Dolores. Fundación Aynat»— a la institución; quizá por inmortalizar y agradecer a la ínclita benefactora. Poco menos merecía doña Dolores por sus generosas bondades (13).
2. IMPORTANCIA DE LA FUNDACION: SED DE ESCUELAS
En la actualidad es posible que nos cueste entender la trascendencia de una obra pía, en el ámbito de la educación, como la que diseñó doña Dolores. Quizá empecemos a entender su importancia si contemplamos, con el calidoscopio del tiempo, la realidad educativa de aquellos años difíciles de una postguerra que fue, en muchos sentidos, demasiado larga.
La necesidad de centros educativos será una triste constante en la Historia de España en general y de Villena en particular. Por ello, la Fundación de doña Dolores multiplicaba su generosidad. Echemos un vistazo al pasado y a las cifras.
Analfabetismo, déficits de escuelas y absentismo escolar es trilogía fatídica en los años de postguerra.
En 1940 sabían leer y escribir un 64'39% de los varones y un 52'67% de las mujeres en la provincia de Alicante. En 1950, el 81'1% de los varones y el 75'24% de las mujeres. El analfabetismo —aun siendo alto— se redujo durante la década de los cuarenta en un 11% de los hombres y en un 15% de las mujeres (14).
Al déficit de escuelas, manifiesto en los informes de la época, hemos de sumar el problema del absentismo. Moreno Sáez destaca que «en 1942 se calculaba, según fuentes oficiales, que había en la provincia 105.557 [niños/as] en edad escolar, de los cuales estaban escolarizados 54.716. Es más, de los escolarizados, no todos asistían con regularidad a clase y se estimaba que únicamente lo hacían 44.539, cifra que se mantuvo sensiblemente igual a lo largo de la década e incluso llegó a descender escandalosamente, pues en 1950 se reconocía que de los 41.406 alumnos escolarizados apenas asistían regularmente a la escuela 19.272».
«Este enorme absentismo —concluye irónico Moreno Sáez— dio origen a numerosos bandos de los alcaldes que trataban de presionar a los padres para que enviasen a sus hijos a unas escuelas que, curiosamente, no existían en número suficiente para albergarlos (...)» (15).
Un informe de la Junta de Educación Primaria, sobre los centros de enseñanza públicos de Villena a principios de los 40, revela en parte el déficit y el mal estado de las escuelas públicas de la ciudad, la falta de material educativo y el problema del absentismo:
«El Grupo Escolar de don Joaquín M.» López, reúne todas las condiciones, encontrándose descuidados por negligencia imputable a los Directores, y además se encuentra totalmente falto de material móvil por haber sido habilitado este Grupo escolar para alojar fuerzas.
El Grupo Escolar "Ruperto Chapí", cuyo edificio se ha adaptado recientemente, se encuentra falto de material móvil.
La Escuela unitaria de la antigua Plaza de Toros, está instalada en un local malísimo, pero bien dotada de material.
La Escuela de párvulos también se encuentra muy mal instalada y materialmente insuficiente para la población escolar a que está destinada, teniendo una asistencia media de 80 niños.
La Unitaria de la Sociedad, está mal instalada faltándose el váter (sic).
La Escuela de niñas de las cuatro esquinas está bien, en local adaptado y con material.
La Unitaria número 3 de la plaza de Rafael Herrero, también está bien.
La de Chanzá, bien instalada y bien de material.
En el barrio del Arrabal existen las llamadas Escuelas de la Tercia, dos de niños y una de niñas, en edificio propio del Ayuntamiento, pero en malas condiciones y además insuficiente para la población escolar de la barriada.
Por consiguiente, la Junta Local de Educación Primaria estima conveniente:
1.º- La creación de dos escuelas de párvulos que nutrirán los grupos escolares de don Joaquín M.ª López y Ruperto Chapí.
2.º- El traslado de la Escuela Unitaria de la plaza de toros al edificio del grupo
escolar de D. Joaquín López que
tiene un aula sin utilizar que podría dejarse en régimen graduado.
3.º Proponer al Ayuntamiento la enajenación de los edificios en que están instaladas las escuelas de la Tercia y gestionar la construcción de un grupo escolar enclavado en el Arrabal, de ocho secciones, cuatro de niños y cuatro de niñas.
Hacer un estudio para la inversión de las 4.000 pesetas consignadas en el presupuesto municipal, con destino a material de escuelas.
Se ha observado también en la visita girada, la falta de asistencia escolar, por lo que se publicará un bando recordando a los padres la obligación que tienen que observar para que sus hijos no falten a clase.
Oficiar a los señores maestros para que digan al Ayuntamiento los cristales que faltan y demás necesidades que tienen de material, de carácter urgente» (16).
Por último, y en este mismo sentido, para comprender mejor la realidad, aproximemos nuestra lupa y observemos ahora el inventario que realiza el maestro Rafael Abad Ferrero de la «Escuela Pública de Niños. Unitaria n.º 4», en Villena el 1 de octubre de 1946. Como reza el título del documento en él se detallan «los enseres y útiles de enseñanza que se custodian en dicha Escuela, con expresión de su número y estado de conservación en que se hallan».
Respecto al estado de conservación, el meticuloso maestro clasifica cuatro categorías: Nuevo. Buen uso. Deteriorado. Inservible.
Veamos el arqueo de la realidad:
«1 Crucifijo, deteriorado.
1 lámina de la Inmaculada, deteriora-
da.
1 mapa de España, deteriorado.
1 mapa de Europa en relieve, deteriorado.
2 mesas con la del maestro, deterioradas.
1 sillón, deteriorado.
16 mesas bipersonales, en buen uso. 10 sillas escolares, en buen uso.
2 pizarras y trípode, deteriorados.
1 pizarra de 0'25 m. de ancho, en buen uso.
2 perchas de 5 y 4 ganchos respectivamente, en buen uso» (17).
Analizado el informe concluiremos que el material, además de escasísimo, en gran parte estaba... deteriorado.
Suponemos que ha valido la pena entretenerse en estos datos y documentos presentados con el propósito de contextualizar en su época la creación del Colegio. Una época que, por lo visto, tenía sed de escuelas. Así, la voluntad de doña Dolores Aynat Mergelina adquiere mayor dimensión y sentido.
3. REGLAS Y PATRIMONIO: ¿DÓNDE EL CUERNO DE LA ABUNDANCIA?
Continuando la labor ordenada por doña Dolores en su testamento e interpretando con fidelidad los sentimientos de la misma, D. Mariano Navarro redacta el proyecto de reglas que desarrolla y precisa las disposiciones testadas por doña Dolores Aynat en el apartado 8 de su testamento (18).
Por ejemplo, en el tercer capítulo, que versa sobre los «Fines de la Fundación» se concreta la voluntad de alimentar también a las alumnas. Así dice su artículo octavo: «Mientras duren las actuales circunstancias de anormalidad económica, y racionamiento de subsistencias, las alumnas no serán alimentadas en el Colegio. El día en que desaparezca dicha situación, se procurará dar a las alumnas el desayuno y la comida del mediodía, de tal manera, que se hallen en régimen de media pensión» (19).
A este respecto el capítulo 4.º versa sobre el «Régimen económico de la Fundación». En él se plasma el patrimonio de la Fundación (Art. 16), las cargas de la misma —entre estas, las pensiones vitalicias de 1.000 pesetas anuales a tres antiguos sirvientes de doña Dolores (Art. 18), el destino de las rentas, en exclusivo para la Fundación (Art. 19), destino de remanentes, referencias a los presupuestos, cuentas corrientes, modificaciones de gastos y contabilidad a llevar por la Superiora del Colegio (Art. del 20 al 25).
No podemos dejar de señalar, en este apartado, que la herencia de doña Dolores Aynat Mergelina había sido abundante. Hija de grandes propietarios, su padre don Rafael Aynat Cifre y su madre María de la Concepción Mergelina Selva —apellidos de rancio abolengo en Villena—, recibió magnífica fortuna como se desprende, por ejemplo, de las incautaciones referidas durante la Guerra Civil.
Además de las fincas rurales y urbanas..., joyas, muebles, cuadros, cuberterías, ropas de cama y enseres de lujo, nos hablan de una hacienda muy adinerada. Por otro lado, Valores de Deuda Perpetua, acciones en compañías mineras y eléctricas... nos señalan un dinamismo e inquietud por los asuntos económicos. O doña Dolores era hábil para los negocios o estaba muy bien asesorada. Posiblemente ambas cosas.
Doña Dolores, de seguro, fue una buena administradora de su magno patrimonio. Al quedar soltera y morir sin herederos forzosos, pudo y quiso disponer generosamente de este patrimonio vinculándolo principalmente a la Fundación.
Pero las obras de adaptación de las casas a Colegio y oratorio, la fija rentabilidad de los Valores de Deuda Perpetua (unas 66.000 pesetas al año), la falta de cotización de las acciones mineras y otros aspectos que se nos escapan en este estudio hicieron que, con el tiempo, lo que podía ser cuerno de la abundancia no fuera, en verdad, tan productivo. Por ello las Hijas de la Caridad, desde temprana fecha, habrán de asumir los costes más importantes derivados de la Fundación, reduciéndose la aportación de la Fundación a unas becas casi simbólicas, debido a la escasa rentabilidad de su patrimonio.
4. TERMINADA LA OBRA, MANOS A LA OBRA
Aprobadas las reglas (20) y terminadas las obras, las Hermanas Carmelitas aceptan el legado de doña Dolores (21). Sin embargo, las Hermanas Carmelitas determinaron renunciar a la Fundación. Entre las razones que nos han comentado, tiene peso la de la falta de acuerdo final respecto al número de Hermanas a residir en el nuevo establecimiento. Mientras desde el Patronato se defendía el número de cinco, las Carmelitas pensaban en un mayor número de Hermanas necesario, el de unas siete o nueve para poder hacerse cargo.
Tras la renuncia de las Carmelitas, en muy poco tiempo, gracias —nos han dicho— a la mediación de don Ceferino Sandoval Amorós (22) y sor Catalina Hernández Amorós, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl aceptan el relevo. Así y ya, el 27 de octubre de 1945 están redactadas unas «Bases...» económico-administrativas por las que se han de regir el Patronato y las Hijas de la Caridad. Estas bases sintetizan las reglas y precisan algunos aspectos económicos y domésticos referidos principalmente a los gastos cotidianos y de mantenimiento. Entre las novedades —amén de concretar las partidas económicas que asumiría el Patronato—, se especifica que la comunidad estará constituida por cuatro Hermanas y la Superiora, «por ser cuatro el número de clases que habrán de regir, a razón de 25 a 30 alumnas por clase».
Al principio serían —como sabemos—sólo cuatro Hermanas: tres y la Superiora. Desde septiembre de 1947 ya serían cinco.
Las «Bases...», inspirándose en el testamento y las reglas, regulan la asistencia espiritual que «se atenderá por el capellán del Colegio, mediante la recepción diaria de la Sagrada comunión, la celebración de una misa semanal en día no festivo y la explicación del Santo Evangelio, los sábados, a las niñas del Colegio. Cuando en la diócesis se disponga de mayor número de sacerdotes, se solicitará del Excmo. Sr. Obispo el nombramiento de capellán exclusivo para la asistencia del Colegio».
También, que cuando se disponga el régimen de comida, la Superiora, o en su representación una religiosa, estará presente en el comedor de las niñas y dispondrá la distribución de los alimentos.
En lo que se refiere al personal subalterno, se considera la existencia de una portera y una cocinera seglares y que «una de éstas, a juicio de la superiora, comerá y dormirá en la casa», matizando que «si las circunstancias lo exigiesen, por razón del servicio, se aumentará este personal subalterno femenino en una sir-vienta más».
Finalmente se señala que de las rentas del capital, el Patronato entregará a la Superiora, por trimestres adelantados, 5.400 pesetas a razón de 10 pesetas diarias por cada una de las 6 personas —5 religiosas y sirvienta— «que permanentemente morarán en la Casa colegio».
En este tema, sólo resta señalar que con las 5.400 pesetas —de las de entonces suele añadirse en estos casos— la Superiora tenía que hacer frente a los gastos de manutención de las cinco religiosas y sirvienta, indumentaria de las religiosas, combustibles y todo lo necesario para la limpieza doméstica y aseo personal.
Estas «Bases...», ampliadas y adaptadas al régimen comunitario de las Hijas de la Caridad, configurarán el definitivo contrato que se firmará el 25 de diciembre de 1945, día de Navidad, entre el Patronato y la Dirección de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl (23). Para esa fecha, las pioneras Sor Benigna Benito, Sor Carmen Espinalt, Sor Rosario Díaz y Sor María de la Fuente ya estaban en Villena. Habían llegado a principios de diciembre del 45. De entonces, de su llegada, recuerdan —a pesar de las caricias del sol que brillaba— la sensación de frío, colchones de perfolla de maíz, labor-revolución por hacer.
Recién llegadas las Hermanas, recién firmadas las «Bases...», poco antes de que San Silvestre cogiera el año, el 31 de diciembre de 1945, se inauguraba oficialmente el colegio.
San Vicente decía que había que «Mirar a Dios desde el comienzo».
Por la mañana se celebró una Misa de Comunión en Santiago, oficiada, en representación del Obispo, por don Ceferino Sandoval, a la sazón Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Murcia (24). Ante la asistencia de la Comunidad, alumnas e invitados, Sandoval pronunció una fervorosa oración. Después, en los salones de la Casa-Colegio, se sirvió un espléndido desayuno a las niñas, «alumnas admitidas en número de 100». Luego, las autoridades eclesiásticas y civiles «acompañadas de numeroso público», descubrieron una lápida en la fachada del Colegio. Desde los salones del Colegio hicieron uso de la palabra el Alcalde —don Guzmán Giménez Fernández—, el patrono don Mariano Navarro y don Ceferino Sandoval. Seguidamente, autoridades e invitados, fueron obsequiados y se sirvió una «espléndida comida» a las niñas admitidas como alumnas del Colegio. Por la tarde, se celebró un acto eucarístico con procesión desde la Iglesia de Santiago hasta la Casa-Colegio en donde, previa bendición de la Capilla (25), se expuso el Santísimo que iba en la magnífica custodia (26). Al acto, además de las autoridades e invitados de la ciudad, asistieron representaciones de las Hijas de la Caridad de los pueblos cercanos, así como sacerdotes de los mismos (27).
Tras los fastos empezaba el reto, la cotidianeidad: intensa labor académica e intensa labor social.
La «Memoria» de 27 de febrero de 1947, poco más de un año transcurrido, redactada por los patronos don Juan Mañas y don Mariano Navarro, glosa los éxitos y las dificultades. La Fundación cumple sus fines en la medida que lo permiten las circunstancias. Reciben formación en 4 clases, un centenar cumplido de niñas «hallándose instaladas, con el más moderno material pedagógico, y proveyendo a las alumnas, absolutamente, de todos los elementos necesarios para su educación e instrucción, gratuitamente. Desde el libro de estudio, al cuaderno de deberes, el de caligrafía, plumas, tinta, lapiceros, etc., hasta los delantales que visten dentro del Colegio, son proporcionados gratuitamente a dichas alumnas». «Con motivo de la Primera Comunión, fueron también equipadas (...)» (28).
Si bien se cumple la atención pedagógica y espiritual, se hace imposible la alimentación de las niñas por las circunstancias de la época. Años de Carpanta y cartillas de racionamiento, el colegio no consigue siquiera dotación especial. Harina, aceite, arroz, patatas, garbanzos, pasta para sopa, carne..., sometidos al régimen de suministro, son espejismos de un comedor frío. Aun así, algunos meses y en ocasiones especiales, se dará, salvando dificultades, el desayuno y la comida a las niñas. Con insistencia y agonía, se pide comida a las autoridades. Finalmente se justifican gastos habidos. Entre ellos, los de albañilería y carpintería derivados de «la necesidad de acomodar las instalaciones a las necesidades, deseos y costumbres» de las Hijas de la Caridad, distintas de las de las primeras inquilinas Carmelitas; recalo de humedad en una pared, rectificación de la instalación de aguas y desagües en lavabos y W.C. de las clases «mejor instalación de la capilla, y el arreglo de los colchones de las celdas (...)» (29).
Pronto llegó la quinta Hermana, Sor Nieve Martínez, a este «valle de lágrimas», pero como Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl —congregación todo-terreno— se incorpora con mucha ilusión.
Entre carencias y felicidad, la actividad docente iba cuajando propósitos: «Firme e invariable en el fin, dulce y suave en los medios (...)» como enseñaba San Vicente.
Lecciones y lecturas, canto, teatro, labores..., iban perfilando la formación de las niñas. Existía entonces la costumbre del examen público al final del curso. Sor Benigna Benito dibuja, con su acostumbrada maestría, uno de estos exámenes:
Don Juan Mañas y don Mariano Navarro asisten como patronos a la sesión «y ambos, el uno con su autoridad arciprestal y el segundo con su caracterizada bondad y el cariño que siente por todas las cosas de esta casa, saturaron de alegría el amplio salón, y bien pronto fue transmitida a las niñas que allí esperaban un tanto nerviosillas por acercarse el momento de ser interrogadas. Ya tranquilas, comenzó el acto, pidiendo antes que el Espíritu Santo descendiera a nuestras almas y nos iluminara en la obra que se iba a comenzar.
Los referidos señores, después de un amplio interrogatorio al que las niñas contestaron con acierto increíble, manifestaron su complacencia por el aprovechamiento de las alumnas y la sacrificada labor de las Profesoras».
A continuación, los patronos dirigieron palabras de aliento «procediendo inmediatamente a ver la detallada exposición de labores, que para el efecto se había colocado alrededor del hermoso salón. Quedaron admirados de la variedad y buen gusto, e inmediatamente se hizo la repartición de premios» (30).
Para el curso 1954-55, las cuatro clases son ya insuficientes para el gran número de niñas que solicitan el ingreso y se estudia la posibilidad, atendiendo a la escasez de recursos de la propia Fundación, de cobrar no más de 15 pesetas a quien pueda pagarlas, puesto que tal estipendio entra en lo determinado por ley como enseñanza gratuita. Finalmente, para atender la demanda de plazas se creará un aula más cerrando parte de la galería del patio (31). La obra, por valor de 8.000 pesetas, fue costeada —y así sería muchas veces— a expensas de la Comunidad de Hijas de Caridad, con lo que percibían de subvención del Estado (32).
Los empresarios de Villena —ante el prestigio ganado por el centro que además de enseñar, educa— acuden al Colegio en busca de personal, bien para oficinas o bien para el cuerpo de talleres. Este prestigio catapulta la solicitud de matrícula y —ante la insuficiencia de aulas— se crea incluso un turno de clase nocturno, de 19'30 a 21'00 horas. Al tiempo, se estudian vías de financiación para crear nuevas aulas (33).
Con el apoyo de la población y especialmente de familias benefactoras y sobre todo con los esfuerzos económicos y personales de la Compañía de las Hijas de la Caridad, el Colegio amplió sus aulas y, en años sucesivos, la necesidad de más aulas amplió el Colegio. El coste de este crecimiento —principalmente en la época de Sor Catalina Zapata— era ya imposible para una Fundación que obtenía un escaso rendimiento de su «perpetuo» patrimonio.
Además las Hijas de la Caridad no sólo se entregaron a la labor educativa, también coordinaron y afrontaron una profunda labor social en esta Villena de necesidades dentro de una España de necesidades.
Con los antecedentes de organizaciones como la «Conferencia de San Vicente de Paúl» o la «Guardia de Honor del Corazón de Jesús», articulan el entramado social-caritativo de las «Damas de la Caridad» y de las «Luisas». Las Damas de la Caridad fueron presididas en sus primeros momentos y sucesivamente por doña Dolores Caturla García, doña Isabel García Lillo y doña María Luisa Bravo.
Dentro de esta organización no podemos dejar de nombrar las labores de doña Paquita Clement, doña Adoración Francés y doña Rafaela López.
Desde estas organizaciones, visitan enfermos, atienden la pobreza y testimonian la fe. No en vano, precisaba el señor Vicente: «Cuando dejáis la oración para asistir a un enfermo, dejáis a Dios por Dios. Cuidad al enfermo, eso es oración».
En este campo social, nos han relatado algunos ejemplos humanitarios que por la obligada discreción nos es imposible citar ahora; pero bastará con decir que estos casos ratifican con creces la profunda labor social de las Hijas de la Caridad en Villena; y especialmente, amplifican la bondad de Sor Benigna Benito, a quien le preocupaba esta labor social tanto o más que el propio Colegio. Al menos así nos lo han testimoniado. Profundizar en lo realizado por las Hijas de la Caridad en el campo de lo social, exigiría muchas más páginas. Nuestro objetivo —el de historiar los orígenes del Colegio de las Paulas— aquí se acaba. Confiamos que en el futuro se sigan escribiendo páginas de servicio de las Hijas de la Caridad en Villena (34).
NOTAS
(1) El presente trabajo es un resumen reelaborado de la conferencia «Crónica de la "Fundación Aynat". Historia del Colegio "Nuestra Señora de los Dolores" de Villena», pronunciada por el autor en el Salón de Actos de la Caja Rural de Villena el 1 de noviembre de 1996. día de «Todos los Santos», dentro de los actos de celebración del cincuentenario del Colegio.
(2) Doña Dolores, con 79 años de edad, testó, el 12 de diciembre de 1935 en Valencia, ante el notario don Salvador Romero Redón revocando los testamentos realizados en 9 de abril de 1932 y 4 de marzo de 1933. Actuaron como testigos los presbíteros D. Manuel López Santolaya, D. Salvador Michavila Bodegas y D. Vicente Francés Gadea. El documento de 1935 consta de 11 cláusulas, escasamente modificadas en 22 de julio de 1940 -unos dos meses antes de la muerte de doña Dolores- ante el notario de Valencia don Francisco-Javier Bosch Navarro y los testigos don Pablo Ubach González, don Anselmo Candela Giménez y don José Martínez Blay.
(3) Calle Doña Isabel, antes Echegaray y hoy -no sé muy bien el porqué- Isabel la Católica.
(4) Explicaremos más adelante la posible razón por las que las Carmelitas renunciaron, dejando lugar para que pudieran tomar el legado las Hijas de la Caridad.
(5) C/. Landerer, n.º 4. Esta casa fue legada, según la 7.» cláusula del testamento, a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Villena que ya habían recibido de doña Dolores la noble Casa-Asilo que ocupan.
(6) BOPA, 20-12-1941. La Instrucción de 1913 se refería a un Real Decreto que aprobaba la normativa para el ejercicio del Protectorado del Gobierno en la Beneficencia docente particular, de fecha 14 de marzo de 1899.
(7) La fecha del documento es la de 13 de mayo de 1943. No obstante, la fecha de registro de entrada en el Ayuntamiento es de 29 de mayo de 1944 -esto es, un año y 17 días entre emisión y recepción, un año y 17 días de distancia administrativa entre Madrid y Villena. Archivo Municipal de Villena (A.M.V.): «Documentos (Doc.). Instrucción Pública», 1943.
(8) Informe de la Junta Provincial de Beneficencia, 11 de febrero de 1943.
(9) «Declaración de obra nueva de la Fundación «Colegio de Ntra. Sra. de los Dolores», otorgada por don Mariano Navarro Torres como patrono y don Juan Mañas López como patrono nato a favor de «Colegio de Ntra. Sra. de los Dolores. Fundación Aynat», 20 de julio de 1945.
(10) Según nos ha informado Vicente PRATS el edificio de la Corredera había sido propiedad de don Joaquín M. López. La superficie total que ocupaban ambas casas era la de unos 582 m.2 (352 m.2 con 42 dm.2 más 256 m.2 con 63 dm.2). César LÓPEZ HURTADO nos cuenta -con su magistral minucia y pre cisión- que esta casa de doña Dolores había sido colectivizada durante la Guerra Civil por los sindicatos U.G.T. y C.N.T., «Ramo del Vestir», cuando la Corredera era denominada oficiosamente con el nombre de «Avenida Antifascista», entre 1937 y 1939.
Las incautaciones de la Guerra también afectaron a otras propiedades urbanas y al patrimonio rural de doña Dolores; concretamente en el Puntal (360 tahúllas) y en La Vereda (1.245 tahúllas). Finalizada la Guerra, el edificio de doña Dolores en la Corredera, sirvió para que Falange Española y de las J.O.N.S. instalara en él distintas dependencias que estuvieron hábiles hasta enero de 1940.
(11) Otra vez César LÓPEZ HURTADO nos apunta que el albañil maestro de obras que realizó las reformas fue José Estevan Milán, alias «El Roña». En el edificio resultante no existía la puertecita forrada con plancha metálica que da a la calle Isabel la Católica, hoy ciega en su parte interior. Dicha puertecita se realizó a partir de junio de 1949 tras la sugerencia de Sor Benigna Benito tras comentar, en una reunión del Patronato, el peligro que existía para las niñas el entrar por la puerta principal de la Corredera, entonces carretera Nacional. De hecho, y así lo señala sor Benigna para su argumentación, días antes una niña -no del colegio-había sido atropellada, muriendo a las pocas horas. «Actas Fundación», n.» 3, 28-06¬1949.
(12) Véase nota 9.
(13) «Proyecto de Reglas de la Fundación de Beneficencia particular ordenada por Doña Dolores Aynat Mergelina, en su testamento otorgado el día 12 de diciembre de 1935 ante el notario de Valencia don Salvador Romero Redón», 31 de julio de 1944. En este «Proyecto...», presentado al Obispo de la Diócesis de Cartagena para su aplicación, el albacea dice que «la noble y caritativa dama (...) durante su vida hizo escritura de la casa que hoy ocupa el "Asilo de Ancianos Desamparados de Villena", a favor del mismo, y aun cuando aparece por título de venta, renunció al precio como limosna dada a la benéfica institución». Don Mariano también recuerda que doña Dolores legaba su casa de Valencia al Asilo y que «En beneficio del mismo también entregaba anualmente importantes cantidades de las cosechas recolectadas en las fincas. Es decir, la señora Aynat sentía profundo cariño hacia los pobres y a ellos dedicó parte considerable de los ingresos de su patrimonio durante su vida, y, para después de la muerte, ordena en su testamento diversas instituciones encomendadas a favorecer a los pobres».
(14) MORENO SÁEZ, Francisco: «La educación en el primer franquismo (1939-1951)», en VV.AA.: Guerra Civil y Franquismo en Alicante», Instituto de Cultura Juan Gil Albert, Alicante, 1990, 0. 182.
(15) Ibídem, p. 185.
(16) A.M.V.: «Doc. Instrucción Pública», 1943.
(17) A.M.V.: Ibídem, 1946.
(18) Véase nota 13: «Proyectos de Reglas...».
(19) Ibídem, Capítulo 3, Art. 8.». Si como bien reza este artículo la «anormalidad económica, y racionamiento de subsistencias» no permitía la realización la media pensión; más tarde no lo permitirá la escasez de recursos de la propia Fundación. Si bien, hubo algún tiempo en el que, en número y medida posibles, se dio este servicio.
(20) El Obispo aprobó las «Reglas...» con fecha 31 de octubre de 1944.
(21) «Escritura de ratificación a otra otorgada por la religiosa Madre María de la Asunción Oleart Grané de San Elías, Carmelita de la Caridad». Para la firma de este documento, el 25 de agosto de 1945, en el que se ratifica la «Declaración de obra nueva...» de 20¬7-1945, donde también estaban las reglas; actúa la Hermana Carmelita como Superiora interina del «Colegio de Ntra. Sra. de los Dolores, Fundación Aynat», nombrada como tal el 14 de mayo de 1945. Como miembro del Patronato tenía que ratificar dicha «Declaración de obra nueva...», cosa que no pudo hacer en julio del 45 por estar ausente. También por esas fechas, según testimonios orales, las Carmelitas tramitaban ya algunas «matrículas» para el que ellas llamaban «Colegio Nuevo» e incluso llegaron a instalarse en sus dependencias.
(22) Para algunos datos biográficos, ver CANDEL CRESPO, Francisco: «Don Ceferino Sandoval Amorós (1887-1971). Un ilustre sacerdote villenense», en «Villena», 1993, p. 21.
(23) Los firmantes fueron D. Juan Mañas y don Mariano Navarro como Patronos de la Fundación, don Mariano Bartolomé como Director de las Hijas de la Caridad y Sor Justa Domínguez como Visitadora de las Hijas de la Caridad.
(24) Ver nota 22.
(25) Según el «Acta de Bendición» la capilla ya había sido bendecida el 30 de diciembre.
(26) La custodia referida -según informe de don Mariano Navarro- había sido construida por el orfebre valenciano Agustín Devesa. A este orfebre se le hizo entrega de todas las alhajas de la fundadora que estaban depositadas en el Monte de Piedad de Valencia según acta notarial. La construcción de la custodia era, según Mariano Navarro, «un encargo especial de la Fundadora, hecho al Sr. Albacea, en presencia del confesor de la misma, y del médico de cabecera, hallándose presentes los sirvientes». Para la fabricación de la misma se diseñó una planta dorada al fuego a la que fueron añadiendo en forma artística las diferentes y múltiples joyas de oro y pedrería, con el sabio propósito de no deteriorar la belleza de las alhajas.
(27) «Actas Fundación Aynat», n.» 1 (31-12-1945).
(28) «Memoria», 27-2-1947
(29) Ibídem.
(30) «Actas Fundación Aynat», n.º 3 (28-6-1949).
(31) Ibídem, n.º 10 (30-8-1954).
(32) Ibídem, n.º 11 (22-10-1955).
(33) «Actas Fundación Aynat», n.» 14 (6-11-1958).
Nota de agradecimiento. A Antonio García López, patrono de la Fundación, a la familia Esquembre Clement -especialmente a Alfonso Esquembre García-, a la memoria de Dora Francés -la de Valero-, a Josefa Ferriz -Vda. de Alfonso Arenas-, a las antiguas alumnas Carmen Clement, Juana Bravo, Pepita Pardo, Pepita Hernández Laosa y Conchita Hernández Laosa y, como siempre, a César López Hurtado que tanto desvelo se toma por mis cosas y que si no fuera por el ánimo que me contagia pocas verían la luz. También a Sor María E. de la Fuente Tobar, a Sor Rosario Díaz y a Sor Nieves Martínez que con sus testimonios vivos han traído para mí los primeros momentos del Colegio. También a las Superioras, Sor Ana María y Sor Engracia, y a las Hijas de la Caridad en general que tanta confianza han demostrado para poner la documentación existente en estas manos mías ajenas a la casa. Espero no haberles defraudado en la confianza. Todas estas personas han hecho posible mi trabajo. Mil gracias y señalar que los errores que hubiera son exclusivos de mi cosecha y en absoluto atribuibles a quienes con interés me han ayudado en la investigación.
Extraído de la Revista Villena de 1997
Las imágenes que acompañan este artículo no corresponden a la publicación, en la Revista el artículo solo contiene texto. Imágenes archivo VC.
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