Desde hace unos años Halloween ha calado profundamente en muchos rincones de nuestro planeta, entre ellos, en nuestro propio país, gracias sobre todo a la potente industria del entretenimiento estadounidense, que ha sabido exportar con gran éxito y en gran parte por el fuerte impacto de su cine, una fiesta en la que se mezclan, junto al tradicional recuerdo hacia nuestros seres difuntos, prácticas muchos más modernas y ajenas en principio a nuestra cultura, como el famoso truco o trato, con la entrega de golosinas y caramelos a los niños, la costumbre, cada vez más extendida de disfrazarse de seres terroríficos y deformes y la proliferación de una decoración específica que se puede observar durante estos días en muchos comercios y establecimientos de pueblos y ciudades.
De origen celta, esta festividad que se celebraba entre el crepúsculo del 31 de octubre y el 1 de noviembre, quería conmemorar el inicio del invierno y con él, de un nuevo año, en el que, brevemente, el transcurrir ordinario del tiempo se interrumpía y los difuntos regresaban por unas horas a la tierra de la que habían partido tiempo atrás, para visitar a sus familiares vivos.
En Villena así como en el resto de España donde todavía pervive la tradicional festividad de Todos los Santos, se da durante estos días una gran afluencia de personas que recorren los cementerios para visitar y recordar a los difuntos que allí reposan, adecentar sus tumbas y depositar flores en ellas.
Sin embargo, otras costumbres que fueron consustanciales también en su momento con esta celebración, se han ido perdiendo, hasta ser olvidadas y desaparecer casi por completo por el inexorable transcurrir del tiempo.
En su libro del año 2000, Medicina popular y espiritismo (Estudio del valle del Vinalopó), de la investigadora y escritora Concepción Reviriego, recogiendo las manifestaciones del vecino de Villena, ya anciano entonces, José Navarro, esta autora escribía sobre una de aquellas tradiciones, hoy desaparecidas:
“El miércoles de Semana Santa se recoge agua bendita y se guarda en un recipiente para utilizarla el 2 de noviembre. En esta fecha, día de ánimas o de las almas, se hacen inmediatamente todas las camas... se encienden luces por todas las habitaciones dormitorios que se mantienen encendidas durante todo el día, porque las almas de los antepasados difuntos vienen a visitar la casa familiar.
Se hacen las camas inmediatamente para que puedan descansar, y se hace con primor, con mucho esmero. Después se rocía la estancia y debajo de la cama con agua bendita recogida el día de Miércoles Santo.
Con todo queda la casa preparada para recibir a los familiares difuntos...”
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