La otra Villena. Por MASIANO
Por las calles solitarias iba
y venía el silencio mientras
la sorda ventisca se
enjuazaba con el viento.
La vida tiene recuerdos que
dejan huella y estela que
son dosis de esperanza de
En mi mente se aglutinan
pensamientos de antaño,
con el sol que abrasaba
en las tardes de verano.
Domingo de tiros largos
domingos de procesión
días de campo secano
días de siega y legón.
Hoy recuerdo aquellos días
con auténtica ilusión,
cuando jugaba en la calle a
la trompa y al balón.
Las golondrinas tejían
sus nidos bajo el tejado
la vieja hacía bolillo la
joven iba al mercado.
Calles sordas sin progreso
sin el ruido del motor,
sólo crujía el carro del
humilde labrador.
En noches de luna llena el
novio seguía esperando
a que dieran los tres cuartos.
para llevarse a su novia
a pasearla un rato
deshojando en su espera
las hojas del calendario.
Los árboles eran paraguas
en días de primavera
luciendo coquetas hojas
por toda la Corredera.
Iba el mozo acicalado
y la familia también,
con pantalones franela
y las faldas de satén.
Los cántaros y las horzas
eran caballos de Troya
donde se guardaba el agua
para lavarse y la olla.
Todo volaba en silencio
bajo aquel cielo azul,
mientras la aurora brillaba
con zapatos de betún.
Días de peculiar encanto
de aquella Villena antigua,
donde cada mañana nacía
una esperanza perdida.
Extraído de la Revista Villena de 1995
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