El valor que no se ve.
Por FRANCISCO ENRIQUE MUÑOZ SELVA. Presidente de la Asociación Española de Amigos de los Castillos. Grupo Local de Villena.
La importancia del patrimonio histórico-artístico de nuestra ciudad es evidente. Monumentos como el Castillo de la Atalaya, Iglesias de Santiago y Santa María, Palacio Municipal, así como varios museos, ratifican tal afirmación. Sin embargo, no podemos omitir que todo este legado que ha llegado hasta nuestros días, debe de ser conservado para que generaciones futuras puedan disfrutar de lo que nosotros recibimos del pasado. Con este artículo se pretende hacer un llamamiento a la conservación y promoción del patrimonio cultural y artístico que, en esta ciudad, ha estado, a veces, tan olvidado.
No mentimos si afirmamos que Villena ha sido, y es, una de las poblaciones de la provincia de Alicante que, en mayor cuantía y mejor estado de conservación, ha conducido, hasta nuestros días, un legado histórico y artístico tan valioso e importante como el que ahora posee.
Comenzando por el Castillo de la Atalaya o la Iglesia de Santiago hasta llegar a algunas de las casonas que jalonan la ciudad, Villena es, sin lugar a dudas, paso obligado para cualquier amante del arte que desee saciarse de esta curiosidad que surge dentro de él. No debemos olvidar que, entre sus construcciones, figuran varias declaradas monumentos nacionales histórico-artísticos. Esto, claro está, no ha sido una «gracia divina» que haya caído del cielo, como piensan, desgraciadamente, algunos historiadores de nuestro país. Tal es el caso, por nombrar alguno, de Sarthou Carreres, historiador natural de Játiva, que en su libro Castillos de España (1963) afirma, al referirse a la provincia de Alicante, que existen cuatro castillos (Villena, Sax, Novelda y Orihuela) a los que les tocó en suerte —según palabras suyas— la declaración de monumentos nacionales pese a que ninguno de ellos posee una notable historia y un valor artístico que puedan igualarse a las de sus vecinos de Castellón y Valencia. Francamente no quisiera, con ello, juzgar las palabras de un erudito historiador, al que hay que respetar como tal, simplemente dejo constancia de sus palabras para que cualquiera que tenga unos mínimos conocimientos históricos acerca de Villena y su castillo, se dé cuenta de la ridiculez de su planteamiento. Ya mencionaba Soler García estas palabras en uno de sus trabajos de investigación acerca de los castillos de Villena (Atalaya y Salvatierra), rompiendo una lanza en favor de que esas palabras fueran corregidas. Afortunadamente, no todos los autores han tratado así al Castillo de la Atalaya. Muchos otros, como González Simancas, no han sido tan subjetivos a la hora de analizar tal construcción y, por la propia evidencia, han tenido que aceptar su importancia en todos sus aspectos históricos y artísticos.
Villena debe salir de ese letargo de tantos años en el que ha estado sumido, en lo referente a la conservación de su legado cultural, y darse cuenta de que con la palabra no va a conseguir que su rico y variado patrimonio, el cual nos pertenece a todos por igual, pueda conservarse. Tenemos la costumbre de comentar, y eso está muy bien, el lamentable estado de conservación en el que se encuentran monumentos como la plaza de toros o, hasta hace muy poco, el Teatro Chapí (actualmente en proceso de rehabilitación). Sin embargo, muy a menudo, nos olvidamos de que ahí tenemos un castillo en el que, en estos últimos veinte años, apenas se han realizado obras de restauración en su interior; o también una Iglesia de Santiago a la que, en algunas de sus partes, le afecta el terrible «mal de piedra»; o el Santuario de la Virgen de las Virtudes, tan querido para la ciudad de Villena, sí, pero que, sin embargo, ahí ha estado detenida la renovación de su explanada no sé cuántos años ya, aunque parece que se vislumbra de nuevo el comienzo de las obras, y sin hablar del Museo de Escultura «Antonio Navarro Santafé», lugar en el que se encuentran verdaderas joyas de la escultura contemporánea, pero que permanece cerrado al público desde hace mucho.
Con un legado tan importante, no debemos olvidar su estado de conservación y, lo que es más importante, la prevención de posibles ofensas hacia éstos. El conocido historiador inglés Edward Cooper, al hablar del Castillo de la Atalaya en el Congreso sobre el Señorío de Villena celebrado en Albacete en 1987, califica de «gran concurso de paletos» la reconstrucción de las bóvedas hispano-árabes. Y, en verdad, no le falta razón porque si nos fijamos detenidamente, su restauración es sumamente desastrosa.
No se puede justificar una mala restauración en una construcción de incalculable valor artístico. Por ello, en Villena concretamente, se debería plantear un plan serio de rehabilitación de todos sus monumentos, incluido todo el casco antiguo de la ciudad. Naturalmente que se ha hablado de ello en algunas ocasiones, pero esto debería apoyarse desde todo tipo de instituciones, desde la propia Consellería de Cultura, hasta cualquier grupo de ciudadanos, pasando, claro está, por el propio Ayuntamiento de Villena y otros organismos afines. Con la recuperación de todos estos edificios, dotaríamos a la ciudad de una oferta turística sumamente atractiva para el visitante; aquello del «turismo de interior» no debe de quedar en meras palabras. Muchas ciudades de nuestro entorno ya se han dado cuenta de ello y, aunque unas veces positivamente, y otras no tanto, están recuperando su legado cultural, legado que es, en definitiva, parte de nuestra propia identidad como pueblo. Poblaciones como Orihuela, Elda, Novelda, Cocentaina, Planes, Biar o Bocairente, entre otras, ya se han dado cuenta de ello.
Afortunadamente, Villena también parece que se está dando cuenta de la importancia de la conservación de sus monumentos, aunque, eso sí, poco a poco, despertando de ese letargo del que hablaba antes. Proyectos como la restauración del Teatro Chapí, recuperación de la fuente de la Plaza Mayor y la urbanización de los aledaños del castillo, son proyectos que ya se están llevando a la práctica. Y también debemos de aplaudir el comienzo de cierto interés de las instituciones locales por potenciar el turismo en nuestra ciudad con iniciativas como la realización de trípticos, postales o la Guía monumental y turística de Villena, editada por las Concejalías de Turismo y Cultura del Ayuntamiento, así como la realización de unas Jornadas sobre Turismo de Interior.
Pero, en cualquier caso, no podemos «dormirnos en los laureles». Hay que continuar con este tipo de iniciativas que, de seguir así, incluso incrementadas, seguro que darán sus frutos dentro. de muy breve plazo de tiempo.
Ayer, visitando la Alhambra, ese palacio granadino que Washington Irving evocara en sus cuentos, volví a darme cuenta, como en tantas otras ocasiones, del gran valor que tiene, en sí, el legado que dejaron nuestros antepasados y, sobre todo, de la importancia de su conservación. ¿La clave para ello?, sencillamente apreciar lo que tenemos.
Extraído de la Revista Villena de 1995
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