SE VA EL PROFESIONAL, NOS QUEDA LA PERSONA.
Este mes de agosto de 2024 llegará o alcanzará la jubilación por edad, Jacinto Almansa Nieves. Dicho de esta forma a la mayoría puede no decirles nada, muy al contrario, será si digo que se jubila, Jacinto, el camarero de la Salvadora. Jaci para los amigos e infinidad de clientes, unos todavía presentes y cientos que ya no están, pero a los que en mil ocasiones les sirvió y atendió con su profesionalidad. Jacinto llegó a Villena con dieciséis años, y ha trabajado en el emblemático establecimiento hostelero de Villena durante cincuenta años, todo un récord de cotización a la Seguridad Social, sobre todo en estos tiempos que corren. Otra curiosidad, es que cuando se ojea la vida laboral de un camarero puede ser amplia, pero plagada de diferentes empresas. El atípico caso de Jacinto es que en ese medio siglo no ha trabajado en otro sitio, más que en La Salvadora. El propietario del hotel y restaurante, Andrés Hernández, “El Moreno” ya desaparecido, contaba con asiduidad, en privado una anécdota -chascarrillo que decía: “Si algún día despedimos a Jacinto, habrá que cerrar la Salvadora, pues habrá que venderla para pagarle la indemnización”
Llegó siendo un adolescente, procedente de su Socuéllamos natal, localidad de la provincia de Ciudad Real, a mediados de la década de los setenta, merced a una gestión que hizo su padre, un transportista habitual que hacía ruta pasando por Villena y que, al ser cliente, medió e intercedió por su hijo para buscarle una ocupación. Aquello de: “Mira a ver que puedes hacer por mi hijo, si le puedes colocar, es joven, ha terminado ya el colegio, no va a seguir estudiando, tiene ganas y es avispado” Desde entonces y hasta ahora, cincuenta años, medio siglo. Ahí es nada.
Durante todos estos años Jacinto, ha hecho bueno aquello de que el respeto no se impone, sino que se gana y se logra día a día. Buena persona, simpático, cordial, amable, servicial, y también con carácter, con ese genio que sacaba de cuando en cuando, pero al estilo de la botella de gaseosa, que después del primer minuto se le había ido parte del gas y ebullición para entrar en relajo. Pese a ser más joven que él, yo prácticamente le conocí desde niño, cuando iba casi de la mano con mi padre a La Salvadora, a tomar él la caña o el vermut con el aperitivo, y yo la Fanta de naranja.
Con los años se fue cuajando con el pueblo, se convirtió en un villenero más, se empapó de la idiosincrasia y de la personalidad de todo lo nuestro, se casó con una mujer nacida en Villena, su inseparable Conchi, tuvo descendencia que ya son para siempre villeneras hasta la médula, sus hijas. Tal ha sido su simbiosis e identificación con el pueblo, que incluso le hemos llegado a ver vestido con el traje de Moro Viejo, cuando la profesión y el trabajo se lo ha permitido.
Durante todo este tiempo ha sido reconocido como uno de los mejores profesionales del sector, no habiendo marchado a ningún otro establecimiento por puro convencimiento y fidelidad. Cincuenta años dan para mucho, ha estado tras la barra y atendiendo las mesas del restaurante, ha trabajado con muchos compañeros, con algunos durante años, con unos más y con otros menos, y con infinidad de extras o pasajeros, en Fiestas de septiembre, bodas, comuniones, bautizos, Noches Viejas o Días de Año Nuevo. y todo tipo de eventos o celebraciones.
¡Cuántos clientes jugaron y han jugado con él a la lotería! Una de sus aficiones, la Lotería Nacional de los sábados y el número que jugaba La Salvadora, que él guardaba, reservaba, vendía, o apartaba a los paisanos de turno.
Sin llegar a cursar grandes estudios ni carrera, al final Jacinto puede decir que estos cincuenta años le han curtido en mil batallas, y le han licenciado e incluso doctorado en psicología. El camarero es como el taxista el trato con tanta gente de diferente rango, status y personalidad da para mucho. La conversación puede llegar a ser infinita, desde fútbol, a toros, pasando por política, sociedad, trabajo, familia e incluso, física cuántica, con la que muchos hasta se atreven.
Al entrar a La Salvadora, a partir de ahora, quizá ya nada será igual. Ya no estará Jacinto porque se ha ganado de sobra su merecida jubilación, pero seguirá siendo uno más de Villena. Nos quedamos sin el camarero que hizo excelsa una profesión a veces no del todo bien valorada ni ponderada, pero nos quedará el amigo, el vecino.
Jacinto disfruta de la vida y de tu familia, al menos los próximos cincuenta años más. Te lo tienes bien merecido.
3 comentarios:
Muchas gracias Diego Ferrándiz por las palabras tan bonitas que le has dedicado a mi padre.
Gracias a él por ser mi amigo desde hace muchos años.
Diego.
Si Jacinto ha sido un gran profesional y con vocación de servicio al cliente, es aún mejor persona. Enhorabuena AMIGO.
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