Un ilustre y desconocido villenense: D. Martín de Selva Valera. Deán de la Catedral de Murcia.
Por FRANCISCO CANDEL CRESPO. Presbítero.
UN CLERIGO VILLENENSE
Desdibujada por la penumbra del tiempo se nos presenta la sugestiva figura de este ilustre y desconocido villenense... Su vida, cuando agoniza el Medievo y soplan los nuevos vientos del Renacimiento, reúne todos los contrastes de una época: piedad, nepotismo, violencia y caridad.
Los SELVAS de Murcia —dice el Licenciado Cascales— traen su origen de la ciudad de VILLENA, de donde vinieron a esta con título de Caballeros Hijosdalgo». D. Martín de Selva, hijo de D. Francisco de Selva y de D.ª Sancha Valero, y nieto de D. Martín de Selva y D.ª Beatriz de Borja, fue Deán en esta Santa Iglesia de Cartagena, muy venerable y muy santo varón.
Un lejano, pero indudable parentesco con los Papas Calixto III y Alejandro VI, le proporcionó, junto a una estancia en Roma, muy apetecibles beneficios eclesiásticos (1), cuyas rentas supo emplear muy dignamente.
Vicario General del Obispado de Cartagena, las luchas y disensiones con la Ciudad de Orihuela (que ansiaba independizarse de Murcia) le ocasionaron un incidente siendo llevado «... con fuerça e contra la voluntad del dicho Deán, e con gran escándalo e alboroto a Orihuela»..., lo que motivó una durísima carta de los Reyes Católicos al Corregidor de Ponferrada, Rodrigo de Montalbo, comisionándole para que viniese a la Ciudad de Murcia y les informase de tan lamentable suceso.
Prueba de las pingües rentas del Deán; la tenemos en el préstamo de 40.000 maravedíes que para los gastos de la Guerra de Granada hace al Ayuntamiento murciano.
Tal vez con la secreta esperanza de que lo diera a la imprenta, el Canónigo de la Catedral murciana, Diego Rodríguez de Almela, le dedicó un curioso tratado: «Compilación que se llama del Tratado de la Guerra».
Ermitas de San Lázaro, San Benito y San Martín en Murcia; la de Santa Ana en Villena
En las cercanías de la murciana Puerta de Castilla, se levantó por obra y gracia de nuestro Deán la ermita de San Lázaro, devoción muy en boga en aquellos años por los estragos de la lepra. Cuando en 1600 el Obispo Dávila la entrega a los Franciscanos Descalzos, pone la condición de que el nuevo convento habría de llamarse de «San Lázaro y San Diego».
Al otro extremo de la ciudad, sobre las ruinas de la mezquita de Alhariella, levantó el Obispo Comontes otra ermita dedicada a San Benito; derruida por las frecuentes riadas la reconstruyó nuestro D. Martín, enriqueciéndola con la fundación de alguna rica capellanía.
También en honor del santo de su nombre, levantó el Deán en el Castellar, cercanías de Murcia, otra ermita bajo el título de San Martín, con permiso que el Ayuntamiento le otorgó en 3 de abril de 1487.
Hasta su lejana y entrañable Villena llegaron las fundaciones de D. Martín de Selva, donde levantó una ermita en honor de Santa Ana; así consta en documentación oficial:
«En la Ciudad de Villena, D. Martín de Selva, Deán que fue de la Santa Iglesia de Cartagena, principió a obrar y edificar la iglesia ermita de la Señora Santa Ana (1490), que al presente es Monasterio de Franciscos Descalzos» (2).
Capilla Enterramiento en la Catedral
La Catedral murciana también experimentó en su fábrica la generosidad del Deán Selva. Cascales nos dice que «Hizo el retablo de la Capilla del Corpus Domini, en la Iglesia Mayor, y una Capilla principal entierro de los Selvas». Ignoro el paradero del citado retablo, en cuanto a la Capilla, antes llamada de los Santos Reyes, D. Martín la dedicó al Papa San Calixto, en memoria de su favorecedor el Papa Calixto III, por cuya alma y la de su sobrino Alejandro VI, dejó establecidas piadosas fundaciones.
Esta Capilla es la actual dedicada al Beato Imbernón; fue totalmente reconstruida «al estilo corintio» a finales del XVIII, y en ella reposan los restos de D. Diego Saavedra Fajardo. El Deán fundador se mandó enterrar en otro lugar, como veremos.
Fundador egregio de dos monasterios
Dos viejos conventos murcianos, que subsisten en la actualidad, debieron su fundación al ilustre villenense: el de Monjas Dominicas de Santa Ana y el de Canonesas Justinianas de Madre de Dios, fundados ambos en 1490.
Por lo visto el Deán tenía ideas fundacionales de una nueva Orden o Congregación, y a tal efecto hizo venir del Monasterio de Jaén cuatro monjas dominicas; al negarse estas a aceptar unas Reglas que no habían profesado, el Deán después de hacerles generosa donación de casas y terrenos, las encomendó al Prior del Real Convento de Santo Domingo; el Convento prosperó, levantó en el XVIII una hermosísima y artística iglesia, y conservando su misma identidad y el lugar fundacional, ha celebrado su QUINTO CENTENARIO el pasado año 90.
Al Monasterio de la Purísima Concepción de la Madre de Dios dedicó D. Martín de Selva no sólo su casa palacio, situada en el mismo centro de la vieja ciudad, sino las prendas más queridas de su corazón: su hermana D. Teresa y su sobrina Isabel de Selva, las que junto a «doce mujeres pobres y honestas» constituyeron el núcleo fundacional.
Las Reglas profesadas por las nuevas monjas las hizo traer el fundador del lejano Convento de San Jorge de Alga (Venecia), constituyendo con otras fundaciones (Redondela, Cuenca y Huete) una verdadera singularidad monástica española, admirada por los últimos Patriarcas de Venecia.
Menos suerte que sus hermanas las dominicas tuvieron las Justinianas, que vieron destruir hasta los cimientos su nido de oración, pero lograron establecerse en nuevos lugares donde perseveran en su vida de inmolación por la Iglesia y las almas.
Como para todos los mortales, también llegó para el piadoso Deán la hora de la muerte y, pese a que tenía capilla y enteramiento en la Catedral murciana, hizo constar expresamente en su testamento:
«E que él, por algunas causas que le movieron, ha elegido y eligió su sepultura y enterramiento en el Monasterio y Casa de Religión de la Concepción de Nuestra Señora que es en la Collación de Santa María la Mayor desta dicha Ciudad de Murcia, donde habitan y moran religiosas y Monjas Professas, e preside al presente por Abadessa en la dicha Casa la Noble Señora y debota Religiosa, la Señora D.ª Teresa de Selva, hermana del dicho Señor Deán»... (3).
¡Fundador espléndido de conventos y ermitas, Gobernador de la Diócesis en aquellos años en que se gesta la grandeza de España, hombre de Leyes, bien merece D. Martín de Selva el recuerdo de sus paisanos!
NOTAS
(1) «Concesión de un Canonicato en Cuevas Rubias (Burgos), 3-V-1456. Beneficios en Prados Redondos, Torrente y Torrecilla, en San Pedro de Molina, en Anchuela del Campo, Santa Marta de Berlanga y otros (Diócesis de Cuenca, Osma y Sigüenza), 17-111-1456.
Los prestimonios de San Nicolás, San Miguel y San Esteban de Fuentedueñas, Diócesis de Segovia (22-V1-1456).
El Beneficio de Santa María de la Rinconada (Sevilla) y otro en Alcocer, de la misma Diócesis (10-X1-1456).
«El prestimonio de Castial de Peones (Burgos), 22-1V-1457. Capellanía de San Juan de Gomara (Burgo de Osma), 10-V-1457. (Rius y Serra, Mons. José: «Registro Ibérico de Calixto 3.º». Barcelona, 1953).
(2) Soler García, José M..: La Relación de Villena 1575 (Instituto de Estudios Alicantinos. Alicante, 1974 (2.ª edición).
(3) Para el Convento de Santa Ana, cfr.: Bueno Espinar, Fr. Antonio O.P. «El Monasterio de Santa Ana. Las Monjas Dominicas en Murcia (Murcia, 1990), y El Monasterio de Santa Ana y el Arte Dominicano en Murcia, de varios autores, publicado con motivo del V Centenario del Convento, Murcia, 1990).
Para el Convento de Madre de Dios: Candel Crespo, Francisco, Historia de un Convento murciano: el de Justinianas de Madre de Dios. Murcia, 1977.
Extraído de la Revista Villena de 1995
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