¿Qué es el V-74?
Escribir siempre es complicado cuando te enfrentas a una página en blanco. Sin embargo, cuando en mi cabeza aparece esa letra unida en composición al año de fundación del club de mi vida, las palabras salen solas.
Entré en el Uve una mañana de agosto de 2006. Mi padre me llevó a las pruebas del cadete y, mirando desde la cristalera, me eché atrás. No conocía a nadie y todos los que se daban cita en la pista a la espera del primer entrenamiento con Jose parecían conocerse. Estaba aterrado, ya que yo venía de un colegio en el que el baloncesto no tenía la tradición que poseía en otros, así que le pedí a mi padre que nos fuéramos de allí. Pero alguien subió a buscarme, en aquel momento un amigo de un amigo mío, Salva. Él me alcanzó cuando ya salía por la puerta que es imposible abrir cuando hace un poco de viento y casi me obligó a bajar. Jamás podré hacerle saber cuánto le agradezco que subiera a buscarme, porque aquel gesto me cambió la vida.
En el Uve conocí a algunos de mis mejores amigos, que desde entonces me han acompañado siempre. En los mejores momentos y, sobre todo, en los peores. Personas enormes que se dejaban la vida en la pista y, claro está, fuera. Porque se juega como se entrena, y se juega como uno es -evidentemente esto me lo enseñaron Jose y Sama-. El Uve me enseñó a querer, a competir, a soñar, a enseñar y a confiar en mis compañeros, en mis entrenadores y en mis jugadores. Muchos de ellos pasaron de compañeros, entrenadores y jugadores a amigos del alma. Eso es quizá lo mejor que tiene el club: la formación de personas y las relaciones humanas que trabamos entre las paredes del pabellón.
Cuando empecé, únicamente había equipos cadete, junior y senior. El club ha crecido, y se han convertido en incontables los equipos que visten la camiseta impoluta del V-74 desde infantil. A mí, personalmente, lo mismo me da ver a un infantil, a un cadete, a un junior o a un senior. Voy, me dejo la garganta y me vuelvo a casa alegre en la victoria y triste en la derrota, porque no gana o no pierde un equipo cualquiera, gana o pierde MI CLUB.
¿Qué es el V-74 para mí? Mi casa. Mi hogar. Mi lugar seguro. Los amigos que he hecho por el camino. El sudor y las lágrimas que dejaba en la pista cuando jugaba y entrenaba, y que ahora dejo en la grada como un aficionado más. El Uve es una de las partes más importantes de mi vida. Gracias a todos los que os habéis cruzado conmigo en el pabellón, todos habéis dejado una huella imborrable en este sinvergüenza que, por encima de todo, ama al club de sus amores.
Felices 50 años, Uve. Y que cumplas muchos más.
Alvarito, el de siempre, el original
Colaboración con el 50 aniversario de... Álvaro Navalón Rodríguez. 2024
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