1 abr 2024

1994 «LA VILLENA»: UNA VARIEDAD DE VIÑA CON BUENA ACEPTACIÓN EN LA COMARCA DEL CAMPO DE CARTAGENA DURANTE EL S. XIX

«La Villena»: una variedad de viña con buena aceptación en la comarca del Campo de Cartagena durante el s. XIX. Por CÁNDIDO ROMÁN CERVANTES
A mediados del siglo XIX la superficie dedicada al cultivo de la vid en la comarca del Campo de Cartagena ascendía a 1.746 Ha., cantidad que contrasta notoriamente con los valores que arrojan hoy los últimos censos estadísticos con tan sólo una superficie de 360 Ha. La expansión del viñedo en la región de Murcia tiene su marco cronológico entre 1875 y 1894. Período que coincide con la invasión de la filoxera en las zonas vitivinícolas francesas a partir de 1863. El resultado de todo ello fue el aumento de los caldos españoles, con el consiguiente incremento de los precios. Las necesidades del mercado francés, propició la expansión de la superficie dedicada a la vid, ampliándose inclusive en tierras que hasta el momento habían sido marginales.
LA mayor parte de las tierras de la comarca del Campo de Cartagena son aptas para el cultivo de la vid, como lo atestiguaba un experto local, el Teniente Coronel D. Enrique Guillén Estévez en un ciclo de conferencias que se organizó en Cartagena en 1877, con motivo de proceder al análisis de la crisis de la agricultura local y buscar alternativas para su solución.
Una de ellas era el fomento del cultivo de la vid por su alta rentabilidad. Se insistía en cuidar y desarrollar las variedades locales y aquellas que mejor se habían adaptado a los suelos de la comarca. De entre ellas se mencionaba la variedad «VILLENA», por su fácil adaptabilidad a todo tipo de suelos y por los buenos resultados que durante años había dado a los cosecheros. Así es, ya en 1866 en uno de los informes que el cónsul francés en Cartagena emitía a sus superiores mencionaba dicha variedad, si no como la de mayor calidad, sí como la más productiva. La describía del siguiente modo: «fuerte, difícil de coger, se coloca habitualmente sobre los linderos con la intención que se vaya enredando». Sus caldos resultaban de alta graduación de 12 a 14 grados, secos y tintos.
Junto a la «VILLENA», la «MONASTEL» y «MESEGUERA» fueron las clases de viñas que tuvieron mayor aceptación entre los viticultores locales y que estaban por delante de otras más inferiores como la Chafacharre, Mafar, Valmin, Paparona, Apresadilla y Gallo. La Monastel, que producía un vino rojo, muy dulce y que se utilizaba para colorear a los otros vinos, y la Meseguera la más estimada por los cosecheros, la más productiva y la más rentable. De ella se sacaban los famosos caldos del Plan de Cartagena, muy parecido al Jerez, más perfumado y muy solicitado por los comerciantes y negociantes de Cádiz y de Sevilla que lo exportaban con el nombre de Jerez.
Un informe de 1894 nos indica sobre los procedimientos para la recolección y cultivo de las tres variedades antes citadas. La vendimia se centraba en el mes de agosto; para cortar los racimos se utilizaba normalmente la navaja, siendo ésta una práctica en desuso ya que el corte de tijeras era más limpio y eficaz. La recolección se realizaba de una sola vez interviniendo hombres y mujeres con un jornal de entre 1 y 1'25 ptas. En el proceso de pisa, no se despalillaban los racimos incidiendo negativamente en la elaboración de los caldos. Se realizaban con esparteñas, siendo muy raro las pisadoras mecánicas que eran empleadas tan sólo para la confección de vinos tintos de pasto. En cuanto a las prensas, predominaban las antiguas de husillo y cuba de esparto, siendo sustituidas por las de husillo de acero y jaulas metálicas. La graduación alcohólica dependía de los grados con que se encabezaba el vino. En los dulces, que solían tener una proporción de 13 a 15 grados, aumentando hasta 18 en los años buenos. No obstante, las graduaciones solían ser altas en los vinos procedentes de la variedad «VILLENA» (secos), en torno a los 12 grados, y los «MONASTEL» (dulces), con 14 grados.
La variedad «VILLENA» tuvo a lo largo del siglo XIX y hasta el primer tercio de la actual centuria una excelente aceptación entre los viticultores del Campo de Cartagena, ya que se adaptaba no sólo con sus métodos de cultivo, sino por su dureza, a un clima muy árido donde los largos períodos de sequía eran y son la nota predominante.
Extraído de la Revista Villena de 1994 

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