20 feb 2024

1993 POR UNA ESTÚPIDA APUESTA

Por una estúpida apuesta
Corría la década de los años treinta...
Un sol espléndido vestía de gala la Feria de Octubre.
Con sus ropas domingueras la juventud femenina pasaba por
nuestro lado coqueta y prometedora. Su sonrisa, poderoso talismán
que atraía nuestras miradas y nos prendían en las sutiles redes
de sus encantos de féminas en floración.
En aquellas fechas todavía estaban marcadas las diferencias
en clases en nuestra sociedad...
Los días festivos solíamos pasear por la Corredera, pero eso sí,
las clases más modestas lo hacíamos por una de las aceras,
y las más favorecidas por la fortuna por la acera de enfrente.
Era una costumbre que entonces se consideraba normal y a nadie
nos sorprendía. Nosotros teníamos nuestro ambiente y éramos
felices. No reparábamos en aquellas diferencias, ni pasaba
por nuestra mente el deseo de flirtear con unas señoritas muy monas...
pero muy distantes.
Cierto día, como de costumbre en los días festivos, caminábamos
un grupo de amigos en animada charla por nuestra zona contentos,
de vez en cuando piropeando a las jovencitas de nuestra clase.
De pronto, oímos un fuerte clamor, un impresionante revoltijo
de gritos y vítores que alertaron nuestra atención, y no pudimos
por menos que tratar de saber cuál era la causa que lo motivaba.
Supimos que un señorito de la capital había cruzado una apuesta
con sus amigos. Consistía la misma en realizar el trayecto de
Alicante hasta Villena en un caballo, y hacer el recorrido en menos
tiempo que el tren saliendo de la estación de origen a la misma hora.
En efecto se realizó la prueba y el caballo llegó el primero... 
pero al término del recorrido el noble bruto caía reventado 
a la entrada de la Corredera.
El señorito estaba eufórico porque había logrado la proeza de 
aventajar al tren...
¿Qué podía importarle que al caballo le costara la vida el terrible 
esfuerzo a que fue sometido, si él podía presumir de una hazaña 
que nadie anteriormente había logrado?
Que el caballo entre estertores tuvo una triste agonía... ¡Val... En 
cambio la vanidad del señorito subía muchos enteros.

Aquella escena distante me 
quedó tan a lo vivo... que 
no la olvido un instante.

Fue un día de sol brillante... 
Recuerdo que era festivo. 
En compañía de un amigo 
charlábamos de mil cosas 
entre las risas ruidosas y el 
calor nuestro enemigo.
De pronto...
se oyó un clamor en la gente 
que hace volver diligente 
nuestras miradas ansiosas, 
interrogando anhelosas la 
causa del incidente.
Y el asombro se refleja en 
nuestros ojos prendido. 
Pues muy cerca cayó herido 
un noble potro ruano, por 
el esfuerzo inhumano a que 
se vio sometido.
De una barraca de feria 
salen ritmos melodiosos 
de unos fandangos ruidos 
que alegran la periferia.
Pero... al lado del noble bruto 
se comenta entre la gente, 
con elocuencia insolente, del 
jinete la proeza...
Hasta extreman la agudeza 
tildándole de valiente... 
Mientras que sobre la testa 
de la pobre bestia herida... 
Se va agotando la vida por 
una estúpida apuesta.
José Conejero Alcaraz
Extraído de la Revista Villena de 1993

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