El vino añejo, diferente al hombre viejo
Yo crie un vino añejo,
que en mi bodega guardaba,
cuanto más tiempo pasaba
el tiempo lo hacía más viejo
cada día más agradaba.
Creí posible que el hombre
como el vino se conserve,
qué comparación tan vana
así como el vino gana
con el tiempo el hombre pierde.
Pierde porque el tiempo
no lo tomemos a broma lo
que al vino favorece al
hombre no nos perdona.
Completamente al revés
nos trata que al vino añejo,
porque el magnífico viejo
es mejor si viejo es.
En cambio al hombre sin
querer que sea complejo
dice un dicho valenciano,
«cuan mes bell mes pell».
Traducido al castellano a
más viejo más pellejo, ni
seduce ni se admira ni a
nadie apetece ver.
Ni las Casas de Salud,
ni la adelantada Ciencia
restauran la juventud,
quien lo espere que se
arme de paciencia.
Por eso es mi consejo,
lo posible siendo joven
no dejarlo para viejo.
Aquel jardín de delicias,
aquel torrente de fuego,
aquel río desbordante es
reducido a cenizas por
el tiempo galopante.
Aquella inquietud vibrante
un día pide la paz
a un mundo que nadie ha visto
el vino que es inmortal
en ceremonia final
sirve de sangre de Cristo.
Extraído de la Revista Villena de 1993
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