Lo conocí siendo todavía muy niño. Pasé con él toda mi infancia, en “Las Escuelas Nuevas”, muy cerca de donde él vivía. Por tener solamente un año menos que él coincidimos en todos los pases de clase y de maestro, es decir fuimos casi de la mano durante muchos años.
El niño se hizo hombre y Eloy siguió en su Villena natal, realizando trabajos diversos que lo hicieron alternar con muchos jóvenes, con lo que congeniaba dado su carácter alegre y extrovertido. Llegó el momento que Eloy se convirtió en un icono para casi todas las generaciones. Es decir era el mentor el amigo, el consejero de todos aquellos que se acercaban a “los billares”.
Pero todo esto no le hizo olvidar su infancia y seguía siendo el sonriente joven que a todos saludaba y para los que tenía siempre una sonrisa o frase agradable.
Pero la vida no perdona y hoy de un zarpazo el destino nos ha arrebatado al amigo sonriente, nos ha quitado a Eloy y notamos un enorme vacío que solo nos permite decirle ¡Adiós¡ Nunca te olvidaremos. Eloy el de “la sardina”.
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