JOSÉ LUIS BUENO FERNÁNDEZ
La década de los 80 del siglo XX es conocida en España con el calificativo de los años de plomo, expresión referida a la gran cantidad de atentados que de la mano principalmente del grupo terrorista ETA acabarían con la vida de casi cien personas cada año, o lo que es lo mismo, como promedio y cada tres días, alguien moría abatido por una bala o por la detonación de un artefacto explosivo. En este asfixiante clima, un guardia civil destinado en el País Vasco sufre junto a su compañero un atentado terrorista. Él, aunque herido, consigue salvar la vida. Peor suerte correrá el otro agente que fallecerá poco después. El joven superviviente logra recuperarse y aunque podía haber optado por acogerse a la jubilación, su pertenencia al Instituto Armado es vocacional e irrenunciable, así que, cuando sus condiciones físicas y psicológicas se lo permiten, se reincorporará de nuevo al servicio activo. Como imborrable recuerdo de aquel brutal atentado, una prótesis metálica será fijada permanentemente en su cráneo.
Pasan algunos años y nuestro agente se encuentra destinado en Beneixama. Con la reordenación de finales de los años 80 que hace desaparecer muchas casas cuarteles de la Guardia Civil de poblaciones pequeñas, como ocurrirá con los puestos alicantinos de Biar o Beneixama, nuestro protagonista será reubicado en Villena, donde establecerá su domicilio, convirtiéndose en un vecino más de la ciudad. Aquí se encuentra de servicio aquel viernes 22 de septiembre de 1995 junto a su compañero en prácticas, Francisco Javier Almendros Donate, de solo 19 años. Sobre las cuatro y cuarto de la tarde y mientras ambos circulan en un vehículo policial por la actual autovía A-31, antigua carretera nacional N-330, a la altura de lo que hoy es el Centro Penitenciario en dirección hacia Almansa, en apoyo a las labores de extinción de un incendio declarado poco antes, un camión que circula en sentido contrario, pierde el control y su remolque, invade el carril opuesto, impactando violentamente contra el vehículo de los agentes, quienes sin posibilidad de realizar ninguna maniobra evasiva, fallecerán en el acto.
José Luis Bueno Fernández, quien había nacido en Súria, Barcelona, el 26 de marzo de 1960, era el nombre de aquel agente de la guardia civil que lograría escapar de ETA y que años después y estando de servicio, perdería la vida a la edad de 35 años. Casado y con dos hijos, el ayuntamiento de Villena, decidió no mucho después de su muerte, homenajearlo con una calle que llevara su nombre. Hace poco alguien me preguntó quién era José Luis Bueno Fernández y como la memoria suele ser frágil, aquí traigo esta pequeña historia para que su recuerdo no se diluya en el olvido y como forma de homenajear a los que, como Francisco Javier y José Luis, entregaron su vida mientras cumplían con el deber al que habían sido llamados.
1 comentario:
Me gustaría matizar que aunque nacido en Suria (Barcelona), donde su padre Luis Bueno (también guardia civil) estaba destinado, José Luis se crío y vivió en Villena.
Su padre después de dejar el servicio activo siguio trabajando en la factoría Forte y Carmen su madre era modista.
Se caso con una villenera (Marisa) y ambos tuvieron 2 hijos.
Buen amigo de sus amigos.
Después de recuperarse del atentado y antes de ser destinado en Benejama, todavía le hicieron volver, no recuerdo cuanto tiempo a su destino en Villafranca de Ordicia.
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