13 ene 2024

1993 HOGAR DEL PENSIONISTA DE VILLENA

Hogar del Pensionista de Villena.
Por FRANCISCO AZORÍN VALDÉS
Durante todo este año 1993, estamos celebrando el «AÑO EUROPEO DE LAS PERSONAS MAYORES Y DE LA SOLIDARIDAD INTERGENERACIONAL». En diferentes poblaciones y fechas hubo con carácter internacional: UNA MESA REDONDA EUROPEA, en Valencia; LA FERIA DE LOS MAYORES, en Alicante; UN CONGRESO CIENTIFICO SOBRE LA POBLACION MAYOR, y un acto de HOMENAJE EUROPEO A SUS MAYORES, en la Plaza de Toros de Valencia; además de variadas celebraciones en clubs y hogares de la 3.ª edad por toda la geografía española.
Apoyándome en este breve preámbulo, me complace colaborar escribiendo para la revista «VILLENA», que edita el M.I. Ayuntamiento de nuestra ciudad con motivo de sus Fiestas de Moros y Cristianos.
Vienen a mi memoria recuerdos de mi infancia y juventud, los cuales dejaron una huella imborrable a lo largo de mi ya dilatada existencia. Con ellos me refiero a los escasos medios de vida económica que por aquellos años tenían que soportar los obreros, y muy particularmente los ancianos, porque faltos de lo más primordial, como era una previsión social de pensiones y asistencia sanitaria, los que no disponían de bienes, y su salud, mermada por su edad, no les permitía un trabajo remunerador, veíanse muchos de ellos obligados a practicar una mendicidad vergonzosa e inhumana, puesto que habían estado rindiendo sus servicios a la sociedad durante toda su vida laboral. Por tal motivo, desgraciadamente, sufrían vejaciones y privaciones de todo tipo que amargaban su triste final en hogares y asilos.
Al margen de todas estas pobres gentes, había otro sector de personas algo más afortunadas a las que se veía vegetar deambulando por calles y determinados sitios públicos, reunidos en tertulia con quienes estaban en las mismas o parecidas condiciones que ellos.
Es obvio decir, que tal situación de desamparo y marginación conducía a frecuentar tabernas, quedando inmersos casi sin remisión en la dura y lamentable secuela que deja el exceso de alcohol. Eso el que podía disponer de algún dinero, porque éste corría muy escaso entre la mayoría de la clase obrera.
Han pasado algunas décadas; afortunadamente y gracias al avance social, político, estructural, cultural, científico, etc..., han ido cambiando los signos y comportamiento de los estados, obligando las leyes a borrar o paliar parte de aquella vida denigrante que sufrían muchos españoles.
Actualmente (y sin que tales observaciones quieran decir que no queda nada o casi nada por hacer) aquellos malos recuerdos de mi infancia y juventud van quedando como lección y comentario hacia nietos y generaciones futuras.
Con la creación y organización de clubs, hogares y residencias de la TERCERA EDAD, y la convivencia que reina en ellos, abarcando sus múltiples actividades, dejamos bien patente ante el mundo que nos rodea nuestros mutuos deseos de vivir dignamente; creemos que con justo derecho, porque no es el caso de comentar aquí lo que es sobradamente conocido: la vida de privaciones y privaciones que unidas a los sacrificios de nuestro vivir cotidiano nos llevó hasta la jubilación.
Pero esa espina dolorosa del recuerdo de nuestros padres y abuelos, que murieron sufriendo las consecuencias de una sociedad injusta, nadie nos la puede ya quitar.
Felices Fiestas os deseo, amigos lectores.
Extraído de la Revista Villena de 1993

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