Vacío
Cuando el vacío entra en mí
vivo sin querer vivir.
La mirada de una joven,
la sonrisa de un niño,
un sencillo poema
se convierten en catecismo.
Ratos de incertidumbre
y de inquieta zozobra
se pagan con palmas del amigo
que nunca me hizo sombra.
El destino incierto se asoma
al pasado en desacierto
que, gracias a Dios, conllevan
un presente siempre cierto.
Vacío de profesión,
entusiasta de vocación,
repican las campanas
al vuelo de la acción.
Quizás amor
Amores que no llegan,
amores que se perdieron
van haciendo un hueco a la
soledad en el tiempo.
Siempre se piensa
despacio y el obrar es más
lento cuando la llama de la
vida en tu corazón
encierro. Que los vientos
taciturnos no apaguen
nunca mi fuego, en los días
siempre falso, en las
noches verdadero. Que en
los ratos vacíos, donde
pido mi derecho, se forman
apacibles conforme pasa el
tiempo. La mujer que yo
ansío en su breve edad
dejo, por más que la deseo
nunca alcanzo su vuelo.
Cara de nata
Tu cara de nata,
tu figura alargada
rubrican en un rubio que
endulza la garganta.
Ojillos huidizos
de órbitas desamparadas
a la espera de que otro
te tienda su mano alada.
Con tu risa suave y tu
aire remirado, señoreas
en derredor que a todos
vuelves mansos. Tus
uñas puntiagudas,
coquetas sin vanidad, me
seducen en mis sueños,
donde muere la crueldad.
Tu dorso acogedor es
firme como roca que en
lugares alocados realzas
tu cara en sombra.
Jesús Soto Abellán
Extraído de la Revista Villena de 1992
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