CONTRA MUNDUM. Por JOSÉ VICENTE MARTÍNEZ GARCÍA
Érase una vez un hombre en cuyo corazón existía el amor hacia quien se dejara amar. Al principio, dioses y hombres no adujeron nada confiados en que este amor se iría apagando. Pero he aquí que no solamente perduraba, sino que aumentaba, porque tanto humanos como divinidades con quienes se relacionaba se convertían no sólo en amigos, sino en amantes de él, esperando su amistad y pasión.
Esto hizo enfurecer a quienes con un corazón ruin no eran capaces de sentir tanto, pues creían que contravenía las leyes.
Convencieron a un gran sector de humanos y divinidades. Consultando con el padre de los dioses, decidieron castigarle, determinando que no podría amar durante los 30 días de los 12 meses que tenía el calendario.
El hombre no podía hacer nada contra la decisión de los que están por encima suyo. Por ello urgió una estratagema.
Sabía que sólo el Sol, quien controlaba el tiempo, era el único de quien podría obtener un deseo que estuviera por encima del castigo sin infringir los preceptos celestiales.
El astro gustaba de jugar al ajedrez, así fue cómo le desafió a una partida. Ganándole. De esta forma pidió que le concediera la sexagésima parte de cada día.
Es así cómo desde entonces, en meses alternos, aquel hombre ama durante todo un día como él realmente siente. Y es por ello que los meses del año se suceden entre los 30 y 31 días.
Extraído de la Revista Villena de 1992
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