3 jun 2023

1991 CONQUISTANDO LIBERTADES. UNA REFLEXIÓN SOBRE EL CONSUMO DE DROGAS

CONQUISTANDO LIBERTADES. UNA REFLEXIÓN SOBRE EL CONSUMO DE DROGAS. Por JAVIER ESQUEMBRE MENOR
Es frecuente considerar el consumo de drogas como uno de los problemas más importantes que tiene planteado nuestra sociedad, a veces casi se convierte en «chivo expiatorio», en la justificación de todos nuestros males, Pero pensar así podría ser una grave inexactitud:  el consumo de drogas NO es el problema, es sólo una consecuencia del problema, Y esto tanto en otros lugares como en la ciudad de Villena,  El problema sería otro: las necesidades de depender de algo o de alguien, las faltas de expectativas entre la juventud, la Imitación de modelos sociales, la tendencia a basar la felicidad en el consumo, etc…
Hay una alarma social clara detrás del problema de la droga. Pero hay una hipocresía social todavía más evidente delante. Partimos de condicionamientos sociales que nos hacen criticar unos hábitos tóxicos mientras bendecimos otros. Más aún, nos animan a marginar más a aquellos que ya están en el límite de la sociedad y a dar por bueno el consumo de drogas legales que no porque den mayores sumas de dinero a Hacienda son menos dañinas.
Es sin duda el abuso de alcohol el mayor problema sociosanitario que tiene planteado nuestra población, pero es también el más olvidado y desconocido. Frente a las «decenas» de jeringuillas con que nos podamos encontrar en algún peculiar lugar, se pueden contar por miles los litros de alcohol que cualquier fin de semana circulan por las calles de Villena dentro de los cuerpos de jóvenes y mayores. Y desgraciadamente el abuso de alcohol entre los villeneros y villeneras jóvenes se va haciendo cada vez más preocupante. Datos hay pocos, estadísticas serias casi ninguna en nuestro medio, pero no es preciso cuantificar lo evidente ni poner números a esa tendencia a «buscar el mar dentro de un vaso de ginebra».
El hecho está en la calle. Las respuestas de particulares o de los poderes públicos todavía no. Los propios gobernantes se deciden por reprimir «el consumo de drogas en público» sin percatarse que eso les hace casi bendecir las drogas legales, sin considerar que eso les comprometería a multar o cerrar los múltiples bares de nuestra localidad o a sancionar a los tranquilos villeneros y villeneras que, en un momento de relax o persiguiendo un «colocón» puedan estar tomando alguna copa en cualquier lugar público.
Es muy posible que si comenzáramos a tomarnos en serio el problema de las drogas legales, si empezáramos a no necesitar del alcohol para relacionarnos, para funcionar, si pudiéramos captar nuestra valía sin necesidad de una copa, es muy posible, digo, que el problema de las otras drogas no lo fueran tanto. Sin embargo, esto no es así y son muchas las sustancias tóxicas que están produciendo gravísimos inconvenientes apersonas y familias, especialmente la heroína. Se está dando, pues, un consumo de drogas que no sólo provoca estragos en los adictos y familiares sino que favorece un tráfico que está dañando duramente la convivencia en los lugares de venta, de forma relevante en el Barrio San Francisco.
Algunas estadísticas hablan de que sólo sobre un 10% de los adictos a heroína cada año se ponen en tratamiento. Si esto fuera así, extrapolando los datos de la memoria del Servicio Municipal de Toxicomanías del M.I. Ayuntamiento de Villena (y trabajando quizás demasiado «libremente» con ellos), podríamos decir que en nuestra ciudad puede haber unos 150 adictos a la heroína.
Es posible que cerca del 40% de ellos sean portadores del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (virus del SIDA), que casi el 80% hayan pasado algún episodio de hepatitis o tengan problemas de hígado, que cerca de un 12% hayan sufrido alguna urgencia por sobredosis, o que la mitad tengan o hayan tenido problemas con la justicia... Lo más curioso es que casi todos estos problemas no son a causa de la heroína como tal sustancia, sino que son consecuencia de su ilegalidad, del submundo que la rodea, de la marginación que provoca en él o la adicta.
Al mismo tiempo, siguiendo con el luego numérico, es llamativo el volumen de dinero negro que en nuestra población se mueve con este motivo. El consumo medio diario de heroína en un adicto oscila en nuestra población entre 1/8 y 1/4 de gramo (de tres mil a cinco mil pesetas al día). El cálculo más modesto nos indica que se pueden venir gastando sobre medio millón de pesetas diarias en heroína lo que supone unos 15 millones al mes, 180 al año, todo esto sin contar otro tipo de tóxicos y los consumidores de otras poblaciones que puedan venir a comprar la droga en Villena.
Hasta la fecha no hay una legislación fiscal válida para que se termine este tráfico pero sí asombrosos casos de tolerancia judicial y policial que poco ayudan al desarrollo de hábitos sanos. Pero, de todas formas, el problema no es de cantidad, de calidad o del tipo de droga. El problema no es si alcohol, cannabis o derivados del opio. El tema es más profundo y no se le quiere abordar porque sería tener que abordar nuestro propio modelo de sociedad. La cuestión es si se puede incitar al consumismo y extrañarse de que el consumo sea de drogas, si se puede fomentar el individualismo y escandalizarse porque haya quien lo consiga mediante un «pico», si se puede predicar el bienestar personal e insolidario a ultranza y quejarse de que a alguien se le ocurra lograrlo metiéndose «un chute»... O transmitir en nuestro modo de vida el gastar, poseer, ser más que otros, dominar, tener poder... y disgustarnos porque se haga gracias a una raya de coca.
Salvo algunas excepciones, ni a niveles personales, de organizaciones sociales, ni desde los poderes públicos se está respondiendo a esto. Parece como si no hubiera nada que hacer frente a la insatisfacción personal, a la necesidad de fácil evasión, al no afrontar los problemas, a la insaciable búsqueda del placer artificial... Verdaderamente son difíciles las respuestas a problemas que entroncan la identidad personal con dificultades sociales. Y más aún mientras sigamos valorando más a las personas por lo que tienen y no por lo que son.
Con mucho escepticismo me atrevo a pensar que desde la sociedad de consumo en la que nos movemos (y sus valores negativos) el problema de la droga no tiene solución. Los villeneros y las villeneras que lo hacen seguirán «picándose» o bebiendo y muchos otros se iniciarán. Si a las necesidades o carencias personales le añadimos la sed de consumismo que nos envuelve, la cultura de la dependencia se mantendrá en boga. Se dependerá del novio, la novia, el video, el porro, el cubata o el pico. No importa. Habremos buscado la felicidad y la libertad fuera de nosotros. Nos la habremos inyectado en vez de conquistado.
Extraído de la Revista Villena de 1991 

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