EN RECUERDO DE LAS ESCUELAS NUEVAS (Ahora Hogar del Pensionista)
He podido leer en la revista «Atalaya» correspondiente al mes de diciembre último, e gentil verso de Mariano Pujarte Martínez, haciendo honor a lo que antes fue Escuelas Nuevas y también el pensionista en su nuevo Hogar. Y me es grato recordar el pasado y a la vez contribuir a progreso del presente lo mejor que podamos. Yo sigo recordando con cariño lo que antes eran las Escuelas Nuevas. Y voy a intentar reflejar en breve semblanza lo que siendo una niña pude aprender a leer y a escribir en dichas escuelas.
Al no saber escribir con galanura de estilo como sería mi deseo, pues me faltó enseñanza por falta de recursos económicos para poder pagar el colegio. De ahí que siendo autodidacta, tuve siempre curiosidad por superarme en la cultura. Me arrimaba con preferencia a los que sabían más que yo; y de una forma atropellada fui juntando letras, orientándome yo misma o pidiendo consulta a quienes consideraba más capacitados que yo. De forma que no puedo olvidar y los recuerde con cariño aquellos años de infancia donde conocí las primeras letras del buen maestro que nos las enseñaba sin tener que pagar ni una perra gorda, como se decía entonces. Cosas estas que perdurarán en la memoria mientras me tenga de pie en la tierra.
Como verán en la fotografía que acompaña a este sencillo pero sentido escrito, el buen maestro quiso tener un recuerdo de sus alumnos y a la vez su presencia personal entre ellos. Y será muy grato para todos tener entre nosotros, tanto por su comportamiento y estímulo a su profesión como persona honrosa por a que todos sentíamos cariño y admiración.
Posiblemente, dado los años transcurridos, algunos alumnos, incluso el recordado maestro, ya no cuenten entre los vivos, ya que no somos inmortales, y los años cuentan y pesan cuando ya llevamos un montón encima. Pero aun en plena vejez nos queda la satisfacción de haber pujado por aprender tanto como pudimos, tener personalidad propia para no ser un cordero más del rebaño humano que marcha obedeciendo los silbidos del pastor de turno.
Nos damos cuenta de lo preciso que es en la vida y tan necesario como alimentarse el saber leer y escribir. Un granito de aquella enseñanza hoy brilla más que el sol de aquel excelente maestro que siempre estará en el recuerdo, igual que su Escuela Nueva.
Y para ti, jubilado y pensionista, que te sea feliz ese recreo; recuerda siempre tu pasado, procurando distraerte y no vivas amargado. En este Hogar que conseguiste tener cuanto tú precisas, sin nadie que te dé nada.
Como bien dijo un paisano cuando visitó el nuevo Hogar: unión de gran familia, de amigos y compañeros que no se olvidan jamás.
Desde Badalona, un abrazo fraterno de esta villenera.
ANTONIA UGEDA FUENTES
Extraído de la Revista Villena de 1991
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