EL CEMENTERIO MUNICIPAL DE VILLENA
Por César López Hurtado
Aunque ya nos hemos ocupado en otro lugar, de los distintos lugares que a través de los tiempos ha tenido la ciudad de Villena destinados a los enterramientos cristianos(1), daremos una brevísima reseña sobre los mismos, antes de referirnos a diversos apuntes sobre el actual cementerio.
Hasta finales del año 1804, en que se llevaría a efecto en Villena la prohibición de enterrar a los muertos en las Iglesias, ordenada por Carlos III en 1786 y reiterada por Real Cédula dada en Madrid en 3 de abril de 1787 por este mismo monarca, las inhumaciones, se realizaron en el interior o aledaños de los templos parroquiales de Santiago y de Santa María, en tumbas denominadas en los libros de óbitos, y según el tipo del enterramiento realizado, «de fábrica—, «en vaso» o «en losar». Igualmente hasta el citado año, fueron utilizadas como lugares para sepulturas, las ermitas de San José, San Benito, la desaparecida de Santa Bárbara y, es de presumir, las de San Antonio Abad y San Sebastián, que no hemos constatado por la inexistencia de los libros parroquiales de la Arciprestal de Santiago, desaparecidos como consecuencia de la guerra civil de 1936.
También se llevaron a cabo, cuanto menos desde el siglo XVII, ciertas inhumaciones en el Santuario de la Virgen de las Virtudes y en los conventos que existieron en los actuales emplazamientos del cine Imperial -el de la Santísima Trinidad-, en el de los Padres Franciscanos -en terrenos después ocupados por el antiguo Parterre-, como asimismo en la Congregación de San Felipe Neri, si bien, para los entierros en estos determinados espacios, se siguieron criterios inhumatorios diferentes, que para los que se practicaban en las parroquias, además de no ofrecer una regularidad continuada en su frecuencia. Mientras en el Santuario de las Virtudes, los sepultados en el altar mayor o en las capillas adyacentes, eran gente notoria y de la nobleza local o yeclana, en la ermita de San José y en la de San Benito, se detecta un mayor número de individuos párvulos y de personas no avecindadas en la población o de pobres con enterramiento de limosna. El convento de San Francisco era Inter parroquial a efectos de entierros y las partidas de defunción vistas en el archivo de Santa María especifican que éstos eran, en muchos de los casos, de Cofradía y con manda testamentaria o conteniendo la frase «se enterró en la Capilla ... a la que tiene derecho». No podemos extendernos aquí más sobre éstas y otras necesarias consideraciones, aunque dejaremos apuntado que, el último enterramiento efectuado dentro de la parroquia de Santa María, fue el de Rita Gabaldón, viuda de Jaime Navarro; exequias que fueron oficiadas el 10 de diciembre de 1804.
Ese mismo día 10 de diciembre tuvo lugar el primer sepelio con sepultura abierta en el cementerio construido en los terrenos que hoy ocupa el patio y parte del Colegio Salesiano de María Auxiliadora, «en la parte perteneciente a esta parroquial [de Santa María.»; y fue el cadáver de una niña que en vida se llamó Joaquina, hila de Roque García y de Josefa Martínez.
La vigencia de este cementerio, primero que tuvo Villena fuera de los límites de las iglesias, ermitas y conventos de su término, fue de 76 años; del 10 de diciembre de 1804 al 31 de diciembre de 1880.
EL CEMENTERIO NUEVO
Aunque la inauguración oficial del actual cementerio data del 1.º de enero de 1881, ya en 1866 se confería sobre la necesidad de trasladar, el existente en aquellos días, a otro punto más distante de la población «por encontrarse situado junto a la Carretera General y pegado a las últimas casas del pueblo». En consecuencia, se dispuso nombrar una comisión para que procediese a realizar una información sobre ello(2). Dos años más tarde una vez buscado el sitio para un nuevo emplazamiento, en 23 de abril de 1868, es aprobado el expediente presentado para su construcción.
Posibles dificultades emanadas tras el pronunciamiento militar de septiembre de 1868, que derrocaba la monarquía de Isabel II y que complicarán sobremanera la escena política durante la siguiente década(3), pudieran ser las causas de que la ejecución de las obras para el proyectado traslado del camposanto, fueran pospuestas para tiempos más sosegados.
En efecto, en 7 de abril de 1878, varios escritos de vecinos de la ciudad solicitan al Ayuntamiento una nueva ubicación para las instalaciones del viejo cementerio, por lo que la Corporación acuerda realizar las más activas gestiones para la adquisición de un terreno donde se pueda construir uno nuevo; terreno que se adquiere a don Alfonso Herrero Fernández.
El 29 de junio de 1879 se daba cuenta en el Pleno del Ayuntamiento, de haber quedado otorgada la escritura de compra del terreno para el nuevo cementerio. En 13 de julio de ese mismo año, se nombraba a don Martín Requena Valiente para dirigir su construcción y la subasta de las obras, que el 31 de julio, quedaban adjudicadas a favor del maestro de obras José Sánchez López. En 19 de diciembre de 1880, se acordaba de igual modo, que el primer enterramiento que se realizase en el Cementerio Nuevo, el día 1.º de enero de 1881, fuera costeado de imprevistos «sea rica o pobre la persona fallecida».
BENDICIÓN DEL CEMENTERIO NUEVO
A las nueve y media de la mañana del día 29 de diciembre de 1880, se reunieron en la plaza de Santiago, junto a una gran concurrencia que en ella se había congregado a pesar de no ser festivo el día, todas las autoridades locales, civiles, judiciales, militares y eclesiásticas, a las que precedían los Guiones y Estandartes que representaban a las respectivas asociaciones religiosas existentes entonces en ambas parroquias, para desde allí, dirigirse al nuevo cementerio y proceder a su bendición; ceremonia que fue realizada por don Francisco Gómez de Morales, Arcipreste y beneficiado de Santa María, con autorización del Prelado.
El 1.º de enero de 1881, se llevaron a cabo los dos primeros enterramientos, «con toda pompa y concurrencia popular», que resultaron ser los de María Estevan Martínez, alias «Mosquero», de 74 años, casada con Francisco Palao Rios; de la que el Ayuntamiento pagó el funeral por ser la primera persona fallecida en la ciudad que sería enterrada en la nueva necrópolis. El cadáver de una niña de cuatro meses, llamada Dolores Amorós Esposa, hija de Pedro, calderero de profesión, y de Dolores, que se hallaba ya depositada en el cementerio para darle sepultura en la misma zanja que para el efecto se abrió «en el cuadro 1.º entrando a la derecha, esquina del mismo lado, de la parte de arriba», también fue inhumada ese mismo día.
En el acta de la sesión celebrada por el Ayuntamiento de la ciudad el 13 de marzo de 1881, se hace constar el derecho que tiene a un panteón en el nuevo cementerio don Alfonso Herrero Fernández, dueño del terreno donde se edificó, sin exigirle retribución alguna. Este panteón, junto con los autorizados a don Miguel Ferriz Sánchez, a don Cristóbal R. Navarro y a don Pascasio López y López, «en los cuatro ángulos del centro en los que está dividido el Cementerio», serían los primeros que se erigieron. En 1888, se construye el osario general; y en 26 de octubre de 1889, es autorizado por el Gobernador Civil el traslado de los cadáveres del cementerio viejo, al osario recién construido, cambio que está realizado en 1891.
El sepulturero Francisco Cerdán García, fue acusado en 1889 de profanar la tumba de don Martín Requena Valiente, aunque sobre ello el Ayuntamiento acordó «no haber lugar por ahora a la suspensión [de empleo] ».(6)
Entre los años 1924-1926 se trababa en la ampliación del cementerio, que pasa a duplicar su extensión, exactamente de las 12 tahúllas del primitivo recinto a las 24 que quedan conformadas en 1925; de esta época son las construcciones de las primeras criptas, iniciadas por la que se autoriza a obrar a don Manuel Muni, en 1922.
Durante la Segunda República, finales de 1931, y a propuesta de los señores Pérez Gosálvez y Requena, desaparece la pared de separación entre los cementerios católico y civil, edificada en 1904, que tras la guerra civil, sería nuevamente reedificada; esta parcela, que ya no existe, estuvo situada en el ángulo sur, a la derecha de la entrada.
En el año 1949 se iniciaron obras para edificar osarios particulares; y en 1967, se realizaban trabajos para un nuevo osario general. En la actualidad, la mitad superior del recinto ya apenas tiene cipreses, que han dado paso a unas muy apretadas calles de nichos, que se alzan sobre lo que fueron antiguas tumbas en tierra. Los grandes panteones, son de años posteriores a 1970 en general.
La titulación de «Virgen de las Virtudes», para el Cementerio Municipal, tan solo la encontramos en documentos a partir de los años de 1940.
Importantes artífices de gran número de lápidas y estatuas antiguas del cementerio, fueron los escultores-marmolistas Francisco Cerdán Milán y Silverio Bravo Gracia, éste continuado por su hijo Francisco Bravo Hernández. En los últimos veinte años, serán los también marmolistas García Molina, Hernández Sevilla y Martí Vives, los que continúen con esta tarea.
Un largo vial de cipreses jalonaba todo el trazado existente, desde casi la iniciación del llamado camino del Cementerio -hoy calle de San Sebastián- muy cerca de donde se despedían los duelos, hasta la misma entrada del camposanto. A ambos lados del camino, se alinearon unos robustos bancos de piedra, sin respaldo, intercalados entre las dos largas filas de cipreses. A comienzos de siglo, desde el principio de la calle y hasta unas eras para la trilla que se encontraban a la altura del Colegio Príncipe Don Juan Manuel, habían desaparecido los cipreses y el arbolado era a la sazón de incipientes acacias, al dar paso a las primeras viviendas en el inicio de la calle, que, en 1910, apenas alcanzan hasta la entrada de la hoy calle de San Rafael...
NOTAS
1.- LOPEZ HURTADO, C, El callejero de Villena y su evolución histórica, en plena fase de redacción una vez finalizado el acopio de documentación que al respecto iniciamos en el año 1986. El resto del artículo, desde El Cementerio Nuevo, pertenece a un extracto de la calle AFUERAS DE SAN SEBASTIAN [II] del citado trabajo.
2.- A.M.V. (ARCHIVO MUNICIPAL DE VILLENA) Actas Ayuntamiento, 19-3-1866 y 19-3-1868.
3.- Como dato ilustrativo de la inestabilidad política que se vivió en Villena durante esa década, anotamos que desde el establecimiento de la Junta Provisional Revolucionaria, en 30-IX-1868, hasta el Ayuntamiento constituido en 1-IX-1878, con don Francisco Hernández Hurtado como Alcalde, fueron dieciséis los distintos Ayuntamientos que se sucedieron y de ellos, cinco entre el 30-1X-1868 y el 1.1-1870, [IAMV Act.]
4.- A.M.V. Act. Ayunt. 19-12-1880.
5.- A.M.V. Documentos Antiguos, 1881.
6.- Curiosamente, en el panteón de la familia Requena, todavía puede verse hoy la estatua decapitada que lo preside, aunque la tradición oral adjudica esta mutilación a un pastor que con su honda lanzó una certera piedra, a lo que el creyó una persona que corría en medio de la noche por las tapias del camposanto.
Extraído de la Revista Villena de 1991
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