«Siempre juntos»
¿Recuerdas amor, aquella primavera?
Brotaban los árboles. Las ilusiones
dormían en mi pecho la emoción primera.
Todo era diáfano, risas y canciones.
Después... el verano, con fruta madura
y su paladear de dulzura y sabor.
También con nosotros, sueños de ventura
nos fueron granando el dulce corazón.
Más de pronto surgió la terrible guerra
enfrentando a hermanos en lucha cruel;
hiriendo a mansalva, con dolor que aterra
bellos sentimientos trocados en hiel.
Se produjo un cambio moral en las vidas
restándonos deseos de querer amar,
y utópicas ideas poco compartidas
con resentimientos en proceloso mar.
Nueva primavera, perfumada aflora.
La ilusión primera viene con nosotros
cuando mi corazón compungido aún llora,
dolido por tantos y crueles destrozos.
Volvimos a la vida con fe y entereza
formando un hogar de esperanzas y frutos;
tomando del amor su inmensa riqueza
vimos crecer hijos sanos e impolutos.
Tú y yo, siempre juntos, hicimos camino.
Cayeron las hojas. La tarde ha llegado
imponiéndonos ella nuestro destino:
somos árbol viejo, seco y desnudado.
Lo que fue la siembra de aquella labor...
ya fuera del hogar germina esplendente.
Es, como rica ofrenda al mutuo calor
que espera el invierno, bien serenamente.
¡Años otoñales! Bendita la aurora
que alumbra conciencias sin oscuridades.
Feliz es el alma cuando en ella mora
la PAZ de conciencia que enciende bondades.
Fuiste luminaria en el oscuro puerto
donde peregrino, deseaba encontrarte;
quiso el buen Cupido, de que fuera cierto
el sueño de amores... que me regalaste.
Extraído de la Revista Villena de 1990
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