CUANDO LLEGA LA “MORENICA”
En el atardecer sereno de la tarde septembrina, mientras al son de atabales y banderas, las comparsas de moros y cristianos arrogantes desfilan por la Corredera, allá, a lo lejos, en lo más alto del firmamento, un lucero azul con estela de luz enamorada, también se acerca hasta Villena.
Es la otra entrada. Lo espera gozosa y anunciada; remozada de pólvora y estampidos de arcabuz, de ilusiones y plegarias, de banderas enarboladas que, en continuo tremolar, anuncian fervorosos su llegada.
Desde muy temprano y desde su santuario, entre alfombras de alábegas y aromas de jazmín, ha vuelto entre cantos y emociones, hasta las puertas mismas de este pueblo noble y valiente.
Y todos, a los pies mismos de los Salesianos, se agolpan expectantes, con lágrimas en los ojos y radiante el corazón para recibir a la Madre, o la Patrona..., a la Morenica; a esa mujer de bellas facciones, sin mácula y sencilla, que todo el año y desde su Santuario de las Virtudes, arropa con su manto al noble pueblo de Villena.
Y yo, como uno más entre vosotros, me uniré en esta otra entrada, con todo el gozo y la alegría, con toda el ansia de felicidad y de fiesta, para repetir, desde lo más hondo de mi corazón y al igual que haría cualquier festero, moro viejo, embajador o poeta, esta humilde plegaria.
He venido hasta ti, ¡Oh Virgen Pura!
por veredas de verso y de poesía.
¡Caminos que hasta hoy no conocía
en toda su belleza y su lisura!
Porque eres Tú, Virgen Morenica
de todas, la más guapa y más bonica.
A. HERNANDEZ CUTILLAS
Extraído de la Revista Villena de 1989
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