En la madrugada del domingo 24 de julio de 2022 ha fallecido José Hernández García, más conocido como “Pechitos”. Muy discreto en su manera de ser, fue un desconocido para la mayor parte de la gente. Pero Pepe ha sido un ejemplo para generaciones futuras.
Cuatro pilares marcan su devenir por la vida: la familia, los amigos, el trabajo y el amor a la tierra.
Ha sido un ejemplo con su esposa Paquita. Además de cuidar de su esposa e hijos, cosa lógica en cualquier mortal, hizo algo ya no tan usual en estos tiempos. Durante años, en su hogar convivieron los mayores de su familia y los de la familia de su esposa, cuidados y mimados hasta dejar este mundo.
En el trabajo, su trayectoria puede ser un ejemplo para la juventud actual. Comenzó ayudando a su padre en las labores agrícolas y recordamos cómo pasaba por la Corredera llevando el carro como si fuera Ben-Hur para impresionar a alguna joven que le hacía tilín. En el servicio militar en la Academia General del Aire de San Javier fue integrante de la banda de música y ya sacó a relucir sus dotes de vendedor como proveedor de tabaco a los cadetes para cubrir sus gastos. Una vez licenciado, pudo seguir la tradición paterna, pero Pepe era una persona inquieta y emprendió la marcha a Suiza como emigrante. Al regreso a Villena, pasó unos años llenando de gasolina y gasoil los vehículos en la primera gasolinera de Riesma. Luego, en Geysa-Renault, como jefe de un abnegado grupo de empleados, trasladaba desde Valladolid los vehículos por carretera a Villena en viajes maratonianos. Pronto pasó a ser vendedor en esta empresa, en la que llegó a ser socio, hasta el final de su vida laboral. Pepe ha sido un claro ejemplo de lo que los americanos denominan “self man”, un hombre de éxito hecho a sí mismo.
En el trabajo, su trayectoria puede ser un ejemplo para la juventud actual. Comenzó ayudando a su padre en las labores agrícolas y recordamos cómo pasaba por la Corredera llevando el carro como si fuera Ben-Hur para impresionar a alguna joven que le hacía tilín. En el servicio militar en la Academia General del Aire de San Javier fue integrante de la banda de música y ya sacó a relucir sus dotes de vendedor como proveedor de tabaco a los cadetes para cubrir sus gastos. Una vez licenciado, pudo seguir la tradición paterna, pero Pepe era una persona inquieta y emprendió la marcha a Suiza como emigrante. Al regreso a Villena, pasó unos años llenando de gasolina y gasoil los vehículos en la primera gasolinera de Riesma. Luego, en Geysa-Renault, como jefe de un abnegado grupo de empleados, trasladaba desde Valladolid los vehículos por carretera a Villena en viajes maratonianos. Pronto pasó a ser vendedor en esta empresa, en la que llegó a ser socio, hasta el final de su vida laboral. Pepe ha sido un claro ejemplo de lo que los americanos denominan “self man”, un hombre de éxito hecho a sí mismo.
Su amor a la tierra le llevó a transformar un erial heredado junto a la Sierra de la Villa en una finca modelo, casi un jardín. Cuánto dinero y trabajo ha dejado en este empeño y también parte de su salud. Hoy “Los Narejos”, nombre que le recordaba su paso por San Javier, es un modelo de finca agrícola y residencial.
Por último, los amigos. Pepe era un amigo en el más puro sentido. Mantuvo los almuerzos semanales con sus antiguos amigos y, al mismo tiempo, se integró en la Peña El Cotarro, a la que entregó todo de lo que era capaz. Su finca fue para esta Peña lugar de almuerzos, comidas y cenas y también museo de recuerdos gráficos que ahora descansan en el Museo de la Comparsa de Estudiantes. Su entrega a los amigos ha sido total, sin importarle esfuerzos y horas.
En su funeral, tres coronas de su familia, de la Comparsa de Estudiantes y de la Peña El Cotarro eran el recuerdo y el agradecimiento a lo que Pepe ha sido.
Alejandro Jiménez "Peña El Cotarro"
En su funeral, tres coronas de su familia, de la Comparsa de Estudiantes y de la Peña El Cotarro eran el recuerdo y el agradecimiento a lo que Pepe ha sido.
Alejandro Jiménez "Peña El Cotarro"
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