¡AÑORANZAS!
Villena de mis amores...
Queridísima Villena...
Cuando llegan estos días
¡cuántas cosas me recuerdas!
Mi traje aquél de Estudiante,
mi arcabuz, mi cartuchera,
mi sombrero de dos picos,
mi cucharón de madera...
¡Había que vernos marchar,
cuando dábamos la vuelta
por la Fuente de los Burros,
(aquella fuente tan bella,
que cegaron torpes ojos
que no vieron su belleza)
formados correctamente,
subir por la Corredera!
Y, al llegar frente al Casino,
nuestro cabo, Emilio Selva,
con sus ojillos azules,
miraba a derecha e izquierda
desafiando a los machos
y enamorando a las hembras...
¡La música! Aquella murga,
toda furor y estridencia
que nos mandaban de Pego,
de Benejama o de Enguera;
cuyo músico mayor,
el concurdáneo Baena,
antes de llegar al Círculo
Villenense, con presteza,
separaba de sus labios
aquella infernal trompeta
y gritaba:—Recordóns,
apretéu mes fort, Palleta!
¡La Embajada con los burros!
¡Las guerrillas en la sierra!
¡Los toricos por la tarde,
mejor dicho, por la siesta...
donde el célebre Chinales,
que lucía una coleta
hecha de un horco de ajos,
era el héroe de la fiesta!
Por las mañanas Diana;
por las noches la Retreta,
donde acudían las mocicas
jadeantes y risueñas
y se hinchaban a bailar
valses, polcas y habaneras...
Procesiones... Zambombazos...
Algarabía... Borracheras...
¡Cinco días de jolgorio,
de delirios y de juergas!
Hoy el tiempo ha cambiado
y han cambiado las Fiestas...
Son más cultas, más humanas,
más instructivas, más bellas,
más pulcras, más atildadas,
más del día, más modernas...
¡pero, francamente, yo,
echo de ménos aquéllas...!
Villena de mis amores.
Queridísima Villena.
Yo diera la poca vida
que todavía me queda,
porque no falte el empuje
a tu gente jornalera...
A esa gente que es tan noble,
tan valiente, tan sincera;
tan brava... que lo hace todo
por amor propio y por juerga.
Se bebe un vaso de vino
y se limpia la morrera
con el dorso de la mano,
lanzando un ¡ejjj! que te aterra...
Si se pone un leñador
en la calle a rajar leña,
a cada golpe de hacha,
suelta un ¡ea que te amedrenta..
Y, así sucesivamente,
toíco lo hace a la juerga...
Pero, a juerga de... !Riñones!
y valga la palabreja...
Queridísima Villena...
Cuando llegan estos días
¡cuántas cosas me recuerdas!
Mi traje aquél de Estudiante,
mi arcabuz, mi cartuchera,
mi sombrero de dos picos,
mi cucharón de madera...
¡Había que vernos marchar,
cuando dábamos la vuelta
por la Fuente de los Burros,
(aquella fuente tan bella,
que cegaron torpes ojos
que no vieron su belleza)
formados correctamente,
subir por la Corredera!
Y, al llegar frente al Casino,
nuestro cabo, Emilio Selva,
con sus ojillos azules,
miraba a derecha e izquierda
desafiando a los machos
y enamorando a las hembras...
¡La música! Aquella murga,
toda furor y estridencia
que nos mandaban de Pego,
de Benejama o de Enguera;
cuyo músico mayor,
el concurdáneo Baena,
antes de llegar al Círculo
Villenense, con presteza,
separaba de sus labios
aquella infernal trompeta
y gritaba:—Recordóns,
apretéu mes fort, Palleta!
¡La Embajada con los burros!
¡Las guerrillas en la sierra!
¡Los toricos por la tarde,
mejor dicho, por la siesta...
donde el célebre Chinales,
que lucía una coleta
hecha de un horco de ajos,
era el héroe de la fiesta!
Por las mañanas Diana;
por las noches la Retreta,
donde acudían las mocicas
jadeantes y risueñas
y se hinchaban a bailar
valses, polcas y habaneras...
Procesiones... Zambombazos...
Algarabía... Borracheras...
¡Cinco días de jolgorio,
de delirios y de juergas!
Hoy el tiempo ha cambiado
y han cambiado las Fiestas...
Son más cultas, más humanas,
más instructivas, más bellas,
más pulcras, más atildadas,
más del día, más modernas...
¡pero, francamente, yo,
echo de ménos aquéllas...!
Villena de mis amores.
Queridísima Villena.
Yo diera la poca vida
que todavía me queda,
porque no falte el empuje
a tu gente jornalera...
A esa gente que es tan noble,
tan valiente, tan sincera;
tan brava... que lo hace todo
por amor propio y por juerga.
Se bebe un vaso de vino
y se limpia la morrera
con el dorso de la mano,
lanzando un ¡ejjj! que te aterra...
Si se pone un leñador
en la calle a rajar leña,
a cada golpe de hacha,
suelta un ¡ea que te amedrenta..
Y, así sucesivamente,
toíco lo hace a la juerga...
Pero, a juerga de... !Riñones!
y valga la palabreja...
Primitivo Guillén
Extraído del periódico Villena Joven de septiembre de 1928
Extraído del periódico Villena Joven de septiembre de 1928
***
Queremos añadir un extra a este post que nos llega desde Yecla de la mano de Charo Cutillas con familia en Villena los Bajocas, y que nos envía un cantar que le escuchaba a su abuelo...
"Verá usted lo que pasó
en la ciudad de Villena
Que mataron a Chinales
con la aguja alpardeñera.
La doncella que lo vió,
se lo dijo a la princesa.
Corriendo fueron las dos
a ver al pobre Chinales
que todo el cuerpo tenía
llenetito de puñales"
en la ciudad de Villena
Que mataron a Chinales
con la aguja alpardeñera.
La doncella que lo vió,
se lo dijo a la princesa.
Corriendo fueron las dos
a ver al pobre Chinales
que todo el cuerpo tenía
llenetito de puñales"
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