DE ARQUEOLOGÍA URBANA EL HALLAZGO NUMISMÁTICO DE SANTA MARÍA. POR JOSÉ M. SOLER GARCÍA
No es la primera vez que un grupo de niños nos da noticia de un yacimiento arqueológico que los mayores han tratado de silenciar o de ocultar. Se trata en este caso de los que actuaban de monaguillos en Santa María, que el 11 de marzo de 1984, se presentaron en nuestro domicilio con un conjunto de huesos humanos. Era de noche, y después de agradecerles su loable gesto, les aconsejé que los dejasen en el mismo lugar en que habían aparecido para examinarlos al día siguiente con más cuidado.
Se trataba de una estancia situada a espaldas de la sacristía del templo, que se abría a un patio y se comunicaba con una escalera que conducía al piso superior. La sala había sido utilizada tiempo atrás como taller de aparadoras para el calzado. El suelo se había hundido y estaba siendo reparado por los albañiles.
El entonces párroco de la iglesia, don José Galiana, nos dio toda clase de facilidades para examinar aquel recinto, e incluso permitió a los albañiles que nos ayudaran en la prospección.
CROQUIS DEL RECINTO.
Y ahí hubo de quedar nuestra investigación, porque el cura párroco varió de criterio y nos impidió la continuación de nuestros trabajos. No sabemos, por tanto, cuántos eran y cómo estaban colocados los esqueletos; y nos hemos quedado también sin saber qué es lo que había bajo los escombros del recinto a la derecha. Y era interesante la cuestión porque, no lejos de allí, al derribar la casa que ocupaba la esquina de la calle, frente por frente a la fachada del templo, pudimos examinar hace ya tiempo un trozo de la antigua muralla de la ciudad, a la que se adosaba una impresionante sucesión de estratos arqueológicos que abarcaban desde la cultura ibérica del siglo IV antes de Cristo hasta tiempos recientes, pasando por los romanos, los musulmanes y toda la sucesión de épocas cristianas.
La limpieza de las monedas nos permitió comprobar su exclusiva pertenecía al reinado de Felipe III, que duró desde 1596 hasta 1621. Sólo en una de ellas se pudo observar la fecha de 1606.
El grupo se compone de las siguientes piezas:
De un maravedí: 75 ejemplares
16 con el monograma real en el anverso y castillo en el reverso.
13 con busto a la izquierda y cruz flordelisada en el reverso.
2 con busto a la izquierda y cruz equilátera en el reverso.
1 con busto a la izquierda y cruz equilátera en el reverso acantonada de tres puntos y un círculo.
1 con monograma real sobre la fecha de 1606 y, en el reverso, castillo con acueducto a la izquierda y 1 a la derecha.
8 muy dudosas. 34 ilegibles.
De 2 maravedíes: 6 ejemplares.
2 con castillo, letra C a la izquierda y X superpuesta de un círculo a la derecha. León en el reverso.
4 iguales a las anteriores, pero sin la X. De 4 maravedíes: 33 ejemplares.
13 con castillo en el anverso y león en el reverso.
9 dudosas.
16 ilegibles.
En resumen:
80 de un maravedí
6 de 2 maravedíes.
13 de cuatro maravedíes.
119 en total
Aquel primitivo templo fue ampliado a mediados del siglo XVI, ya que los villenenses que respondieron a la encuesta de Felipe II en 1575, dicen que esa iglesia "se va obrando y edificando", y en una columna de la torre apareció la fecha de 1590. Las obras continuaron durante todo el reinado de Felipe III, porque en una carta del Consejo de Biar al de Villena, fechada el 28 de octubre de 1630, cuando ya reinaba en España Felipe IV, accede a facilitar piedra "para obra tan santa y buena como el obrar la iglesia de Santa María de esa ciudad".
En cuanto a las monedas, se trata, a nuestro parecer, más que de una ofrenda funeraria, de una ocultación bajo una losa del piso, realizada en una fecha que no puede ser anterior al año de 1606, según atestigua el único ejemplar fechado de que disponemos.
Confiemos en que los chiquillos persistan en su entusiasmo arqueológico y nos sigan suministrando datos de este tipo para ejemplo de los mayores.
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