CUENTO POSIBLE
En Modernocracia país moderno y gracioso, según sus gobernantes, vivían hace muchos años unos extraños personajes:
Por un lado doña Fuerza del Poder, madre de doña Incomunicación y doña Soledad y abuela de doña Impotencia.
Por otro doña Comunicación y Don Encuentro, hijos a su vez de doña Autoridad, una gran señora, pero bastante incomprendida.
Doña Fuerza del Poder campaba por doquier en aquel gracioso país. Pensaba que lo podía todo y, para desgracia de algunos, como doña Comunicación y Don Encuentro, así era. Donde se encontraba ella sólo era posible que habitaran doña Falta de Entendimiento, doña Discordia, don Individualismo, doña Competitividad, don Enchufe, don Cabreo, doña Culpa, doña Impotencia...
No había lugar para doña Comunicación, doña Amistad, don Encuentro, doña Armonía.... Tampoco había lugar para doña Autoridad, pues estaba bastante mezclada con doña Fuerza del Poder y por este motivo no se podían ni ver. Aunque eran muy distintas, las gentes del país las confundían, dándole a una las responsabilidades de la otra. Esta razón fue suficiente para que dividieran Modernocracia en dos bandos:
En uno estaban "los buenos" y en el otro "los malos".
En el lado que dominaba doña Fuerza del Poder moraban muchos más personajes que en el otro. Sus adeptos eran muy numerosos y tenían fácil acceso a los grandes centros de PODER: de poder comer bien, dormir bien, vestir bien...pero a menudo no eran felices, aunque aparentaban serlo. Les faltaba algo, pero no sabían bien el qué.
Veamos ahora que pasaba en el lugar donde habitaba doña Autoridad. En esta parte, sus componentes estaban un poco desperdigados. Vivían esparcidos por todo el país, por lo que era bastante difícil conocer su número. No estaban presentes en las esferas de PODER y con frecuencia, ni siquiera tenían un lugar donde "caerse muertos". Pero cuando lograban algo, lo hacían por propios méritos... Era conquistado a pulso. Con firmeza pero sin pisar a nadie. Y con el convencimiento de que si todos hicieran lo mismo, el mundo funcionaría mejor.
Lo que le había dicho doña Autoridad, fue como un revulsivo. Algo en su interior empezó a darle vueltas. Se sentía allí estaba doña Comunicación para hacer desaparecer su soledad.
Conocida la noticia por los partidarios de doña Fuerza del Poder, empezaron a considerar la idea de averiguar algo más de los habitantes del bando contrario. Querían saber cómo se las arreglaban para vivir y sobre todo, dónde radicaba su felicidad. Con este fin nombraron una comisión para entrevistarse con doña Autoridad.
La comitiva, que estaba encabezada por doña Fuerza del Poder se dirigió a ella en los siguientes términos:
Venimos a que nos expliquéis el secreto de vuestro éxito en las relaciones personales. Personalmente -dijo doña Fuerza del Poder-, no creo que merezca la pena, pero los demás se han empeñado...
No hay ningún secreto -contestó doña Autoridad-. Cuando se tienen las cosas claras, cuando cada uno sabe cuál es su lugar en el mundo, no invade el espacio de los demás, sino que los busca para compartir, para intercambiar experiencias. Pero claro, lo difícil es encontrar cada persona su lugar en el mundo, cuando en Modernocracia, al igual que en la mayoría de los países, la sociedad no facilita a sus individuos los medios para conseguirlo. Todo lo contrario, les inculca desde pequeños, la idea de que toda la vida es una competición y lo importante es ser siempre el mejor...
Ganar... No importa que cosas o qué personas se queden en el camino. No importa tampoco si en la carrera hay que pisar a alguien para ser el primero... Des de este proyecto de aprendizaje de vida, siempre hay uno que gana y otro que pierde; uno que sube y otro que baja; uno activo y otro pasivo; uno bueno y otro malo. Es blanco o negro. No valen medias tintas. Desde aquí, no se posibilita la frustración, y si no se dan herramientas para elaborar la frustración, no puede haber integración. Todo está dividido: por un lado están los buenos y por el otro los malos.
Lo que ocurre en nuestro país no es una excepción, pero tenemos que aprovechar este acercamiento que se ha producido entre los "dos bandos" y hacer que la amistad surgida entre doña Soledad y doña Comunicación, sea el inicio de un cambio. Vamos a ir aprendiendo a pensar, a vivir de otra manera, a reflexionar en grupo. No nos debe importar ser un grano de arena en el desierto. La tarea es dura, pero...
"Vale la pena intentarlo"
Doña Fuerza del Poder quedó apabullada. No sabía qué decir... Se había pasado toda la vida haciendo lo que le mandaban. Fue fiel cumplidora del poder establecido a través de sus inmediatos superiores. Es verdad que le había resultado incómoda, confundida...
¿Tendría razón doña Autoridad?
ROSALIA SANJUAN
Extraído de la Revista Villena de 1987
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