BUCANEROS MORISCO DEL SIGLO XVII Por Alfonso de Borbón, Príncipe de Condé, Socio de honor de la Comparsa de Piratas.
Estando en viaje de estudios en el norte del Reino Chefiriano de Marruecos, de 1981, me tropecé con unos datos insólitos sobre la existencia en la Costa Marroquí, en el siglo XVII, de una República libre de Piratas Moriscos en el puerto de Salé, que correspondía a los estados libres de Bucaneros en el Caribe de la misma época.
Y tenía esta república autónoma andaluza de Salé relaciones, a veces amistosas, y a veces bélicas, con los hermanos estados Bucaneros del Caribe. Los del Caribe les llamaron a los de la Costa Africana los "Salé Rovers", es decir, "Bucaneros de Salé".
Aquí tenemos el relato del famoso "Robinsón Crusoe" -el de la novela biográfica del siglo XVII cuanto a su estancia solitaria en una isla deshabitada- cuando viajaba de mozo en un buque inglés:
"...Caí en las más terribles desgracias durante este viaje; y la primera fue ésta: nuestro buque, haciendo su curso hacia las Islas Canarias, o, mejor dicho, entre ellas y la Costa Africana, fue sorprendido por un Bucanero... de Salé, el cual nos persiguió con toda vela posible; teniendo nuestro buque doce cañones y aquel pícaro dieciocho. A eso de las tres de la tarde nos alcanzó, pero llegando al lado de nosotros en vez de en la popa, recibió unos cañonazos de ocho de nuestros cañones y fue obligado a retirarse. Volvió a atacarnos y nosotros tratamos de defendernos, y en esta ocasión en el otro lado de nuestro buque, logrando meter en el nuestro a unos sesenta hombres, los cuales no perdieron tiempo en cortar las cuerdas y en hacer ruina de todo. Les atacamos con arcabuces, lanzas y proyectiles y limpiamos la cubierta de ellos dos veces, pero, para hacer más corta a esta triste historia, fuimos, en fin, obligados a rendirnos y fuimos llevados todos como prisioneros a Salé. Nuestro tratamiento allí no fue tan terrible como temíamos... y yo pasé a ser esclavo del capitán de los Bucaneros como su premio especial..."
Se trata este relato del año de 1650, unos 24 años después de la independencia de la república y 40 después de la expulsión de estos moriscos de España por Felipe III. Aunque la mayoría eran moriscos andaluces que habían sido desparramados por el Levante y aun Castilla y Aragón por Felipe II después de la Rebelión -de Abeja. Humeya en Granada en 1568-70, el núcleo más fuerte (unos 3.000 entre 13.000) eran los "hornacheros", un grupo de "finos moros" de una Comunidad muy compacta de Hornachos, mudéjares de Sevilla. Se dividía el "Diván" administrativo de la República en ocho hornacheros y ocho moriscos andaluces, aunque, como en los estados Bucaneros del Caribe, muchos de los Corsarios de Salé eran musulmanes convertidos de la Religión Cristiana, entre ellos, españoles, ingleses, y, especialmente holandeses. Su relación con nuestra Fiesta de Moros y Cristianos de Villena se trata del origen de parte de la banda andaluza de origen levantina durante la última parte del siglo XVI y la primera del XVII y en su conocimiento experto de la Costa Levantina para ataques piráticos, llevando a Salé esclavos y botín. Poco a poco iban perdiendo la esperanza de hacerse suficientemente fuertes para entrar triunfalmente en su Patria perdida de la España Musulmana, aunque los hornacheros, de su parte, trataron directamente con Felipe IV por conducta de su Capitán General del Océano, el Duque de Medina Sidonia, para conseguir su regreso a Andalucía y el de los andaluces a Alpujarras y el Levante en cambio por la entrega de la fortaleza y el puerto de Salé, con sus 68 grandes cañones, al Estado Es-pañol. Y cuando fracasaron estas negociaciones las abrieron, en 1640, con el Rey de Inglaterra.
Mientras tanto, y hasta la caída de la República en manos del Imperio Chefiriano en 1668, acudieron muchos moriscos españoles y conversos a Salé para participar en las riquezas del puerto. Se ha comparado la república de Salé con las repúblicas marítimas italianas de Génova y Ragusa del mismo tiempo, aunque se admite que su riqueza dependía en gran parte en los profitos de los corsarios, cuya finanza original vino de los ricos moriscos de España, tales como los Carrasco, Palomino, Blanco, Pérez, Rodríguez, Medina y Toledano.
"...Caí en las más terribles desgracias durante este viaje; y la primera fue ésta: nuestro buque, haciendo su curso hacia las Islas Canarias, o, mejor dicho, entre ellas y la Costa Africana, fue sorprendido por un Bucanero... de Salé, el cual nos persiguió con toda vela posible; teniendo nuestro buque doce cañones y aquel pícaro dieciocho. A eso de las tres de la tarde nos alcanzó, pero llegando al lado de nosotros en vez de en la popa, recibió unos cañonazos de ocho de nuestros cañones y fue obligado a retirarse. Volvió a atacarnos y nosotros tratamos de defendernos, y en esta ocasión en el otro lado de nuestro buque, logrando meter en el nuestro a unos sesenta hombres, los cuales no perdieron tiempo en cortar las cuerdas y en hacer ruina de todo. Les atacamos con arcabuces, lanzas y proyectiles y limpiamos la cubierta de ellos dos veces, pero, para hacer más corta a esta triste historia, fuimos, en fin, obligados a rendirnos y fuimos llevados todos como prisioneros a Salé. Nuestro tratamiento allí no fue tan terrible como temíamos... y yo pasé a ser esclavo del capitán de los Bucaneros como su premio especial..."
Se trata este relato del año de 1650, unos 24 años después de la independencia de la república y 40 después de la expulsión de estos moriscos de España por Felipe III. Aunque la mayoría eran moriscos andaluces que habían sido desparramados por el Levante y aun Castilla y Aragón por Felipe II después de la Rebelión -de Abeja. Humeya en Granada en 1568-70, el núcleo más fuerte (unos 3.000 entre 13.000) eran los "hornacheros", un grupo de "finos moros" de una Comunidad muy compacta de Hornachos, mudéjares de Sevilla. Se dividía el "Diván" administrativo de la República en ocho hornacheros y ocho moriscos andaluces, aunque, como en los estados Bucaneros del Caribe, muchos de los Corsarios de Salé eran musulmanes convertidos de la Religión Cristiana, entre ellos, españoles, ingleses, y, especialmente holandeses. Su relación con nuestra Fiesta de Moros y Cristianos de Villena se trata del origen de parte de la banda andaluza de origen levantina durante la última parte del siglo XVI y la primera del XVII y en su conocimiento experto de la Costa Levantina para ataques piráticos, llevando a Salé esclavos y botín. Poco a poco iban perdiendo la esperanza de hacerse suficientemente fuertes para entrar triunfalmente en su Patria perdida de la España Musulmana, aunque los hornacheros, de su parte, trataron directamente con Felipe IV por conducta de su Capitán General del Océano, el Duque de Medina Sidonia, para conseguir su regreso a Andalucía y el de los andaluces a Alpujarras y el Levante en cambio por la entrega de la fortaleza y el puerto de Salé, con sus 68 grandes cañones, al Estado Es-pañol. Y cuando fracasaron estas negociaciones las abrieron, en 1640, con el Rey de Inglaterra.
Mientras tanto, y hasta la caída de la República en manos del Imperio Chefiriano en 1668, acudieron muchos moriscos españoles y conversos a Salé para participar en las riquezas del puerto. Se ha comparado la república de Salé con las repúblicas marítimas italianas de Génova y Ragusa del mismo tiempo, aunque se admite que su riqueza dependía en gran parte en los profitos de los corsarios, cuya finanza original vino de los ricos moriscos de España, tales como los Carrasco, Palomino, Blanco, Pérez, Rodríguez, Medina y Toledano.
Con la ayuda de los bucaneros holandeses y británicos fueron construidos en Salé, con la magnífica madera de los cedros del Atlas, barcos más rápidos que los de la flota española o de los comerciantes europeos, aparejados con velamen e instrumentos de Holanda. Con su flota de más de cuarenta buques esparcieron la alarma no solamente en las costas españolas sino en las francesas, británicas, escandinavas, y hasta la misma proximidad de Islandia, dividiendo el Atlántico con sus hermanos bucanero del Caribe y el Mediterráneo con los de Argel, Tunisia y Turquía. Y si no lograron reintegrarse en España, fue la culpa del Estado Español y no de ellos, porque afirmaron su amor por España y su anhelo de repatriarse en ella hasta el fin de la generación que la había conocido como suelo patrio, en las décadas después de la caída de su república Bucanera, fines del siglo XVII. Y si habían entre ellos en España (y aún entre varios descendientes suyos en Andalucía y Levante) criptomusulmanes, que, ostensiblemente cristianos nuevos quedaron "finos moros" musulmanes en secreto, también habían entre ellos cristianos secretos en Berbería y en la República, que estaban listos a vivir como cristianos de veras en hornachos, pues una cláusula de su propuesto tratado con Felipe IV estipulaba lo siguiente:
"...Que no hubiera entre ellos más cristianos viejos que los curas y frailes necesarios para adoctrinarlos; y que la Inquisición no castigue durante veinte años a los que han nacido en Berbería y no están impuestos en la Religión Católica..." Añadieron, de parte de los moriscos andaluces y levantinos, que quisieron volver muchos en Tetuán y Argel y "que en sabiendo que podrían venir seguros, vendrán..." En comprobación que eran cristianos remitirían informes avalados por cautivos cristianos de cómo muchos moriscos habían sido martirizados y muertos por la fe de Cristo. Sirvieron de Embajadores ante el Estado Español López de Zapar, escribano que fue de Hornachos, Mahamet de Clavijo, Morisco de Ubeda, y firmaron de parte del Divan Mahamet ben Abdelkader, gobernador de la Alcazaba, el qaid Bexer Brahin de Vargas, y los escribanos Muhámet Blanco y Musa Santiago.
Como hemos indicado más arriba, tienen los bucaneros moriscos españoles de los siglos XVI y XVII una relación directa y legítima con el principal de nuestra Fiesta de Moros y Cristianos, porque realmente atacaron a las costas españolas en esfuerzos para recuperar su paraíso perdido que era la España Musulmana. Obligaron al Gobierno Español a edificar unas 44 torres o fuertes para la protección de las costas y a emplear gente en vigilarlas constantemente y a mantener milicias cerca de las mismas. Sin embargo, lograron penetrar en varias ocasiones tierra adentro. El bucanero morisco "El Partal" cruzó las Alpujarras, llegó al Marquesado de Zenete, cerca de Guadix, y llevó esclavos y botín a Berbería. En 1620, una expedición de Salé conquistó el puerto alpujarreño de Adra y se mantuvo allí varios días, saqueándolo y llevando a
prisioneros antes de retirarse en vista de la movilización de las milicias de la comarca en contra de los bucaneros. Las Fiestas de Moros y Cristianos reflejan, tanto en Andalucía como en Levante, el constante peligro del regreso de los moriscos en forma de bucaneros, una herencia del siglo XVI y del XVII más bien que memorias de la caída de Boabdil en el XV y de las conquistas de Jaime el Conquistador en el XIII.
Respecto al aspecto de la eventual conversión católica con el cual terminan nuestras Fiestas, vemos en las negociaciones de los bucaneros de la República de Salé con Felipe IV unas indicaciones muy claras de la legitimidad de esta consideración, pero como fracasó el intento concreto del Diván de la República, se perdió, en la realidad, la posibilidad de realizarse, una pérdida para el cristianismo y una ganancia para el islam. Por esta razón, nos quedamos con los criptomusulmanes de España de hoy día, pero como en los últimos días de 1980 se anunció la apertura de una porción de la Gran Mezquita de Córdoba al culto musulmán por primera vez en más de 700 años, no quedarán musulmanes en secreto mucho más, y tan sólo nos quedarán las "Conversiones" de nuestras Fiestas de Moros y Cristianos...
MASIANO (Cronista)
Extraído de la Revista Villena de 1987
"...Que no hubiera entre ellos más cristianos viejos que los curas y frailes necesarios para adoctrinarlos; y que la Inquisición no castigue durante veinte años a los que han nacido en Berbería y no están impuestos en la Religión Católica..." Añadieron, de parte de los moriscos andaluces y levantinos, que quisieron volver muchos en Tetuán y Argel y "que en sabiendo que podrían venir seguros, vendrán..." En comprobación que eran cristianos remitirían informes avalados por cautivos cristianos de cómo muchos moriscos habían sido martirizados y muertos por la fe de Cristo. Sirvieron de Embajadores ante el Estado Español López de Zapar, escribano que fue de Hornachos, Mahamet de Clavijo, Morisco de Ubeda, y firmaron de parte del Divan Mahamet ben Abdelkader, gobernador de la Alcazaba, el qaid Bexer Brahin de Vargas, y los escribanos Muhámet Blanco y Musa Santiago.
Como hemos indicado más arriba, tienen los bucaneros moriscos españoles de los siglos XVI y XVII una relación directa y legítima con el principal de nuestra Fiesta de Moros y Cristianos, porque realmente atacaron a las costas españolas en esfuerzos para recuperar su paraíso perdido que era la España Musulmana. Obligaron al Gobierno Español a edificar unas 44 torres o fuertes para la protección de las costas y a emplear gente en vigilarlas constantemente y a mantener milicias cerca de las mismas. Sin embargo, lograron penetrar en varias ocasiones tierra adentro. El bucanero morisco "El Partal" cruzó las Alpujarras, llegó al Marquesado de Zenete, cerca de Guadix, y llevó esclavos y botín a Berbería. En 1620, una expedición de Salé conquistó el puerto alpujarreño de Adra y se mantuvo allí varios días, saqueándolo y llevando a
prisioneros antes de retirarse en vista de la movilización de las milicias de la comarca en contra de los bucaneros. Las Fiestas de Moros y Cristianos reflejan, tanto en Andalucía como en Levante, el constante peligro del regreso de los moriscos en forma de bucaneros, una herencia del siglo XVI y del XVII más bien que memorias de la caída de Boabdil en el XV y de las conquistas de Jaime el Conquistador en el XIII.
Respecto al aspecto de la eventual conversión católica con el cual terminan nuestras Fiestas, vemos en las negociaciones de los bucaneros de la República de Salé con Felipe IV unas indicaciones muy claras de la legitimidad de esta consideración, pero como fracasó el intento concreto del Diván de la República, se perdió, en la realidad, la posibilidad de realizarse, una pérdida para el cristianismo y una ganancia para el islam. Por esta razón, nos quedamos con los criptomusulmanes de España de hoy día, pero como en los últimos días de 1980 se anunció la apertura de una porción de la Gran Mezquita de Córdoba al culto musulmán por primera vez en más de 700 años, no quedarán musulmanes en secreto mucho más, y tan sólo nos quedarán las "Conversiones" de nuestras Fiestas de Moros y Cristianos...
MASIANO (Cronista)
Extraído de la Revista Villena de 1987
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