LOLA VITORIA TARRUELLA. UNA COMPOSITORA DE VILLENA QUE SE IMPUSO A SU TIEMPO
Una figura se podría decir casi misteriosa, una mujer en una época en la que la figura femenina no era considerada dentro de la cultura como creatividad propia.
Era impensable que una mujer tuviera conocimientos culturales, por ello, si se daba el caso, se le consideraba algo fuera de lo común, dando lugar al rechazo. Esto es lo que ocurre con este personaje femenino del que hoy tratamos Lola Vitoria Tarruella.
Poca información real se ha podido recoger de ella, existe como cierto hermetismo… por ello hemos tenido que recurrir a la investigación de Joaquín Navarro García, actor y tenor cómico fallecido este año 2021. A través de su hija Amaya hemos tenido acceso a su trabajo. También con la colaboración de Pilar Sánchez Picó, ambas compañeras de trabajo en el Conservatorio Ruperto Chapí de Villena.
En el año de su nacimiento, 1880, ocurrieron hechos tan significativos como el estreno de la Obertura 1812 de Tchaikovsky, Las Danzas Húngaras de Brahms, A Sevilla por Todo de Barbieri, La Canción de la Lola de Chueca y Valverde, Chapí comienza su triunfal carrera, nace Manuel Penella en Valencia… hechos muy marcados en la historia de la música; a ello se le añade la creación de la Banda de Música la Novísima de Alcoy. En este mismo año y en la misma ciudad nace Dolores Agustina Ana Vitoria Tarruella, adoptando el nombre de Lola Vitoria que así siempre se la conoció.
Nació el 28 de agosto, hermana de pequeña de tres hermanos e hija de Facundo Vitoria y Dolores Tarruella, de Cocentaina y Barcelona respectivamente. Su abuela materna era natural y residía en Villena. Por ello, al morir el padre de Lola Vitoria, como su abuela también había enviudado, su madre decide marchar a Villena para vivir con ella. La compositora tan solo tenía ocho meses; razón por la que siempre se la consideró de Villena, de lo que estaba muy orgullosa. Su familia era de posición acomodada ya que sus abuelos paternos tenían un negocio de ultramarinos.
Marchan a Valencia cuando su hermano Arturo comienza su etapa académica, una etapa en la que a Lola se le despierta el entusiasmo por la música al asistir a recitales con su madre. Es entonces cuando muestra un carácter exigente y temperamental y su madre decide que reciba clases particulares de música de muy buenos compositores valencianos como José María Úbeda y José María Fayos Pascual, el primero un gran improvisador de órgano que influyó en la compositora en sus improvisaciones pianísticas y el segundo, alumno de Salvador Giner, uno de los grandes influyentes en el renacimiento de la música valenciana. Con estos dos grandes profesores, Lola estudia solfeo, harmonía, composición, piano y guitarra con una facilidad extraordinaria. Estas cualidades junto a su forma de ser tan independiente le hacen tomar la decisión de componer Marcha para la Coronación. Una decisión que tomó con tan solo diecisiete años y que mantuvo en secreto. Se la dedicó al rey Alfonso XIII y la mandó a Madrid al concurso que se celebraba para tal evento, resultando premiada y editada por la famosa editorial Luis Tena. Comienza así su aprendizaje de forma más independiente, más autodidacta, dejando a un lado otras materias e inclinándose hacia la música y la literatura, en esta última hacia la prosa.
En el año 1903 contrae matrimonio con su primo y farmacéutico Tomás Giner Gálbis, trece años mayor que ella, un hecho que le provoca un parón en su carrera musical, y que mantiene cierto recelo con la iglesia por su profesión científica, y le insta a ella a no asistir a los oficios. Por contra, siempre la apoyó y valoró en sus creaciones. Tomás destacaba en la pintura, la astrología y la literatura. Estuvieron siempre muy enamorados y el amor hacia su marido le hace seguir sus deseos; sin embargo, esta situación no le impide seguir componiendo en su propio gabinete en donde realiza innumerables veladas con un público reducido, ya que su carácter intolerante a la mediocridad hacía que sus vecinos la miraran con distanciamiento. Del matrimonio nacen dos hijas: Luz y Amparo.
Los numerosos viajes fuera de la ciudad son muy frecuentes, no le agradaba el ambiente cultural de su tierra y viaja a otras ciudades para asistir a teatros y conciertos. Su buena situación económica se lo permitía; ello dio lugar a relacionarse y conocer a muchas amistades importantes. En 1909 estrena en Alicante con música y letra de su propia mano, la zarzuela María Rosa recibiendo muy buenas críticas y un notable éxito.
Esta tragedia hace que recaiga en una profunda depresión que achacaba a un castigo divino por distanciarse de la iglesia. Su esposo teme por ella y le hace la promesa de una peregrinación a Lourdes y gracias al amor y la ilusión levanta su ánimo. En dicha peregrinación, Lola reza en la gruta de Lourdes pidiéndole a la Virgen la reconversión de su marido hacia la iglesia. Ella nunca lo había forzado, deseaba que fuera por su propia decisión y así ocurre cuando se desprenden unos pétalos de rosas que caen en el hombro de Tomás, tomándolo como un milagro, al cual él accede y se acoge en el seno de la Santa Madre Iglesia.
Ella, no obstante, sigue con sus sesiones de espiritismo, se refugia en ello, creyendo que puede comunicarse con sus hijas de esta forma. Tomás deja a un lado todas sus actividades y se dedica a la política. Es entonces cuando Lola comienza su etapa más fructífera, compone y escribe sin cesar para dejar así a un lado su dolor y vacío de madre. También le ayudan sus salidas al campo en donde cantaba con los labriegos y tocaba la mandolina.
En 1918 estrena en Madrid otro de sus notables éxitos, la zarzuela Mi Granada con unas excelentes críticas en los medios de comunicación. Es en estos años cuando comienza a sufrir un carcinoma que le produce hemorragias, pero que no le impide llevar una vida normal.
Comienza la Guerra Civil y los dos son apresados. Lola fue liberada cuatro meses después y Tomás, su marido, al finalizar la contienda. Son los años 40 y Lola empeora por su enfermedad, pero, aun así, su creatividad no decae. En esta etapa tan oscura escribe su Fantomas llora.
Sus salidas al campo son cada vez más largas y le ronda por la cabeza la idea de crear un organismo oficial que cuidara de los artistas de forma espiritual y corporal. Su deseo era proteger a este sector cultural y busca ayuda y apoyo entre sus amistades relacionadas con la música y el teatro, consiguiendo (no sin pagos) el permiso del obispo de Orihuela para reservar la Capilla del Santísimo, algo que le llenó de alegría y entusiasmo, pero su enfermedad era imparable y a finales de esta década se le declara una metástasis convirtiendo en un infierno la poca vida que le quedaba. Su cuerpo se va consumiendo, pero no la fuerza y entereza de su carácter que le hacían mantener su espíritu fuerte e indomable. Lola Vitoria muere el 10 de mayo de 1952 y es enterrada en Villena junto a sus dos hijas. Había compuesto 55 obras musicales (para gran banda, cámara, canto y piano (11), piano (32) y teatro (12).
Destaquemos:
Recibió clases particulares de música de muy buenos compositores valencianos como José María Úbeda y José María Fayos Pascual, el primero un gran improvisador de órgano que influyó en la compositora en sus improvisaciones pianísticas y el segundo discípulo de Salvador Giner.
En 1909 estrena en Alicante con música y letra de su propia mano, la zarzuela María Rosa recibiendo muy buenas críticas y un notable éxito, y en 1918 otra zarzuela Mi Granada, con buenas críticas, entre otras composiciones hoy perdidas.
Sus ideas, sus necesitadas ganas de aprender por sus grandes dotes, la inclinaron a enfrentarse a la sociedad. Tras ser apresada por sus ideas durante la Guerra Civil escribió una comedia, Fantomás llora.
Fuente: https://www.lasbandasdemusica.com/
MANOLI ARACIL – 13 de julio de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario