La fotografía que sirve de cabecera a esta remembranza ha conseguido desde el mutismo volverme al pasado y situarme en el principio de la calle Blasco. Si amigo hasta mi ha llegado el repiqueteo rítmico y constante del aparato de morse que el empleado de turno sin prisa pero sin pausa hacia sonar y lanzaba al espacio. El recuerdo me ha llevado al número uno de la calle Blasco, casa que en otro tiempo viviera el escritor villenense Aquilino Juan Ocaña y que más tarde fuera la ubicación de las oficinas de Telégrafos.
Una y otra vez hasta mi llegaban imágenes vividas en mi infancia, que seguro estoy que serán similares a las de cientos de villeneros gracias al ojo de Miguel Flor Amat, que captó una de las pocas fotografías que existen de este inmueble.
Texto: Ernesto Pardo Pastor
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