AÑORANDO LA INOCENCIA
En mi tierna infancia, creía yo, inocentemente, que la verdad, la justicia defendía, y siempre no era así. Que los hombres eran hermanos, ¡qué desengaño sufrí, cuando por fin descubrí que la vida no era así!
El anciano abandonado, las mujeres marginadas y los niños maltratados. Opulencia y pobreza: dos extremos de injusticias que degeneran en luchas de clases, con revoluciones y guerras.
Yo, todo esto no lo concebía: Creía que con el dinero sólo se podían comprar alimentos, vestidos y ocios...; pero nunca comprendía que se pudieran comprar armas para matar, ni que se comprara el amor, ni el honor, ni la ciencia, ni la justicia. Pensaba (¡Oh, fantasía!), que todo el mundo vivía satisfecho de su suerte, siempre en gran armonía.
Ya creo en este momento, con pesar y sentimiento, que la realidad es más cruel, y con la experiencia de hoy, las pocas dichas vividas, en el fondo son sufrimientos.
Y si alguno es quijotesco y la injusticia combate, lo tildan de loco y enseguida es desahuciado; y el artista, escritor o filósofo que su misión es crear, denigran su gran obra: cortan el progreso humano a una triste realidad.
La vida soñada por los poetas, sigue siendo espinas bajo las rosas... convirtiendo amores en odios descomunales.
Y muchas veces, pensando, yo me pregunto: ¿Dónde está el bien o el mal? Con tantas contradicciones, mi pobre mente no alcanza a discernir la verdad. Y también es doloroso, y al mismo tiempo me asusta, que cambie yo también, ¡Mi inocencia ya se fue! Soy como cualquier mortal.
En un mar de confusiones, en el que entre tantas pasiones en un laberinto estoy... Soy bastante ya mayor y no lo siento nada; solo quisiera, en mi fin, disfrutar de la inocencia que siendo niño tenía y que con el tiempo perdí, deseando a los mortales que la vida no sea así.
JUAN UGEDA LUCAS
Extraído de la Revista Villena de 1986
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