23 ene 2025

1980 LA BANDERA DE VILLENA

LA BANDERA DE VILLENA. Por: FAUSTINO ALONSO GOTOR
Me propongo en el presente trabajo recopilar algunos datos sobre la bandera local, acerca de la cual ya daba noticia, si bien entre otro cúmulo de aspectos de la vida villenense de hace unos siglos, en un artículo publicado en distinto número de esta misma revista, el correspondiente al año 1977. Me he apoyado para ello en documentos del archivo municipal, cuyos más significativos párrafos ofrezco a la curiosidad del lector.

Para mayor facilidad en la comprensión de tales datos, divido la exposición en varios apartados. Confío en que todo ello suponga una aportación que, si no es totalmente definitiva, sí esclarece suficientemente la cuestión afianzando la posición expuesta en 1977, acerca de la bandera villenense. He aquí, pues, la suma de tales aspectos:
CONCEPTOS PREVIOS
Los contingentes del Ejército Real, según las Partidas de Alfonso X el Sabio, y que confirma Valdeavellano (1), estaban constituidos por las Huestes del Rey, las Huestes Señoriales y las Milicias Concejiles.
El Pendón Real de Fernando e Isabel acumuló todas las armas de los lugares que unió bajo su dominio. Posteriormente, hasta el advenimiento de los Borbones, el color del Pendón Real era carmesí (2). A partir de Felipe V, dicho Pendón Real era blanco, tal como el que aún se guarda en Yecla.
Las Huestes Señoriales eran las reclutadas por los grandes señores, y en caso de guerra se incorporaban a las del Rey, sin fundirse con ellas y portando su propia insignia. La política centralista de los Reyes Católicos, y el litigio que éstos sostenían con el Marqués de Villena, fue motivo para que aquéllos nombrasen, en marzo de 1575, a Andrés Matheo Guardiola como capitán de las compañías de gente de guerra, sujeto solamente a la autoridad del Adelantado de Murcia, don Pedro Fajardo. Con este nombramiento los Reyes conseguían que todas las fuerzas de las villas del Marquesado pasaran a depender de su jefatura, y con ello cortaban a don Diego López Pacheco toda posibilidad de juntar gente de guerra bajo su bandera (3).
Tras el levantamiento de los villenenses en 1476, y sometido todo poder a los reyes, los cristianos viejos de Villena consiguieron que en la ciudad no morase ningún judío, moro ni Pacheco, según Privilegio Real. Así, el Marquesado desapareció coinstitución semifeudal y como señomo institución semifeudal y como señorío medieval (4), perdiendo con ello, así mismo, sus Huestes Señoriales y, por tanto, su bandera.
Como indica Valdeavellano, los Municipios disponían de sus propias Milicias Concejiles, las cuales eran cuerpos armados reclutados tan solo en tiempo de guerra o bien cuando el Concejo lo estimase necesario, para defender a la comunidad local para ejecutar otros actos de tipo militar. Colmeiro, en su obra (5), refiriéndose a las Milicias Concejiles dice que, tras la victoria de Las Navas, cobraron mayor importancia, "ya en razón del número y calidad de las gentes, ya porque estaban mejor proveídas, y ya, en fin, a causa de SEGUIR A LA BANDERA DE SU CIUDAD O VILLA". En el siglo XVI las Milicias Concejiles quedaron bajo la Provisión del Rey, quien por medio de sus Gobernadores ordenaba los Alardes o los Reclutamientos en tiempo de guerra. La autoridad inmediata era el Juez de la Ciudad o Villa, pero su mando militar era confiado a un Capitán o Alférez del Concejo, quien era responsable directo de la Bandera de tal Concejo.
LA BANDERA DE VILLENA Y EL PENDON REAL
En las fechas a que nos vamos a referir había en la ciudad de Villena dos enseñas: El Pendón Real y la Bandera del Concejo. La época en cuestión es a caballo de los siglos XVI y XVII. Son numerosas las Actas municipales que, aisladamente, se refieren a cada una de las dos enseñas citadas; más hay dos, concretamente, en las que se las nombra de manera conjunta, y que son las de 22 de junio de 1587 y 14 de junio de 1588. En la primera de ellas se lee: "Y luego el dicho capitán Pedro Rodríguez Navarro, Alférez Mayor, dijo que requería al dicho Alcalde Mayor, Alcaldes y Regidores, manden entregarle el Pendón, Bandera, Atambores y demás insignias de guerra, para que las lleve a su casa o a la parte que conviniere, conforme el “Rey nuestro señor lo manda por su Real Título".
La segunda y antedicha Acta dice lo siguiente: "Asimismo se trató sobre la fiesta del Santísimo Sacramento que es mañana, y se acuerda que mañana, día del Sacramento, no se saque la Bandera, ni en otra fiesta ninguna del año, sino solamente el Pendón de la Ciudad, y que éste lo lleve el Alférez. Y que la Bandera no se saque en ninguna manera, si no fuese a los Alardes o a otro ministerio de guerra, ni menos se lleve atambores. Y esta orden se tenga de aquí adelante".
EL PENDON REAL DE LA CIUDAD
Por el Acta anterior se observa la diferente misión que el Pendón tenía con respecto a la Bandera. El Pendón solamente sale en ciertas festividades que se celebran dentro de la ciudad, mientras que la Bandera sólo interviene en actos de armas y por supuesto, en los Alardes.
En el Acta del 10 de mayo de 1593 se dice que "acordóse que el Pendón de la Ciudad no salga más que tres veces en el año que esta ciudad hace procesiones generales, como son el día del Santísimo Sacramento, Día de Nuestra Señora de Agosto, y día de Santiago, y que en estas procesiones estén obligados a acudir a ellas, en forma de Ciudad y vestidos de negro, todos los Regidores que se hallaren en esta ciudad". Más adelante continúa: "asimismo por cuanto esta ciudad, tiene de costumbre de ir a Nuestra Señora de las Virtudes, en procesión, el día de su Natividad que es a ocho de septiembre y se suele llevar el PENDON y porque de algunos años a esta parte, falta copia de Ayuntamiento para que vaya con el decoro que es razón, acordaron que antes de la Fiesta, la ciudad acuerde y decrete si ha de ir el PENDON o no..."
Posteriormente, durante años y años, someten este mismo asunto al acercarse las Fiestas de la Virgen, e incluso el 30 de septiembre de 1608, tras declarar festivo el día de San Francisco, "se acuerda que en dicho día, en la procesión que se ha de hacer, salga esta ciudad con el PENDON de ella por esta vez para que se solemnice la Fiesta".
Son muchas las Actas en que aparece el concepto "Pendón de la Ciudad", con el que el escribano sintetiza la expresión que en rigor debería ser "Pendón Real propiedad de la ciudad". Más no ocurre esto en todas las Actas. Veamos, por ejemplo, dos de ellas:
Ayuntamiento de 29 de junio de 1609. Refiriéndose a los Alcaldes de la Hermandad, se acordó que "yendo en Cuerpo de Ciudad el Ayuntamiento, con el PENDON REAL, no tienen asiento ninguno ni puesto, y podrán ir detrás de los Alcaldes Ordinarios en las Procesiones".
Ayuntamiento de 21 de marzo de 1613: "Asimismo se acordó que en los actos que esta ciudad haya de sacar el PENDON REAL DE ESTA CIUDAD, haya salir y salga, de la Sala del Ayuntamiento, casa del Rey nuestro señor, y de la manera que se acostumbra..."
En el Acta del 5 de septiembre de 1613 también se lee: "Primeramente se trató sobre la Procesión que ha de ir a Nuestra Señora de las Virtudes de septiembre, adonde se ha de llevar el PENDON REAL".
Como hemos indicado anteriormente, el color del Pendón Real, en estos tiempos, y hasta que llegaron los Borbones, fue rojo carmesí.
LA BANDERA DE LA CIUDAD
El primer documento en el que hemos encontrado una cita sobre la bandera de Villena ha sido en el Libro Registro de las Escrituras del Archivo Municipal, en cuya partida primera del legajo 24 consta "una provisión del Emperador don Carlos y doña Juana, su madre, sobre que siempre que haya de salir gente del Marquesado, el Capitán y Bandera sea de la ciudad de Villena. Dada en Valladolid a diez y siete de agosto de mille e quinientos e treinta e siete años. Firmada de su real sello por ante Francisco del Castillo, escribano".
Posteriormente, en las Actas municipales existentes a partir de 1564, no se cita a la BANDERA hasta un año antes de la guerra de las Alpujarras, según consta en el Acta municipal del 27 de junio de 1568, que dice: "Y luego entregaron las llaves del Archivo de esta ciudad, la una al señor Damián Díaz, alcalde, y otra al señor Hernando de Medina, y otra al señor Cosme Díaz, Regidores, y la de la CAJA DE LA BANDERA, al señor Hernando de Medina, y la recibieron y firmaron".
Posteriormente, ya dentro de la citada guerra y con motivo de enviar la paga a la gente de Villena que luchaba contra los moriscos rebeldes de las Alpujarras, en Acta de 2 de mayo de 1569, no se cita a la Bandera, pero sí al Alférez: "... de atambor y pífano, y ALFEREZ, treinta y cinco reales y diez maravedíes..."
Pasados catorce años desde la citada guerra, y con motivo de socorrer a Cartagena por mandato del Adelantado Mayor y Capitán General del Reino de Murcia, los señores del Ayuntamiento de Villena, según Acta de 11 de abril de 1583, proveyeron en primer lugar "nombrar ALFEREZ MAYOR, y porque de derecho antiguo le viene, al Alguacil Mayor de esta ciudad, que al presente es Cebrián Oliver. Desde luego le nombraron por Alférez de esta ciudad, para que con la BANDERA DE ELLA, vaya con la gente de esta ciudad adonde de parte de Su Majestad fuere ordenado".
Dado que, probablemente, en la guerra de las Alpujarras, Villena se quedó sin bandera por deterioro, pérdida o cualquier otra causa, seis días después de nombrar al citado Alférez, "los señores del Ayuntamiento mandaron que por cuanto esta ciudad de Villena no tiene BANDERA para las cosas que se ofrecen y pueden ofrecer, y para cada día que se haga alarde, se acuerda que se haga una BANDERA DE TAFETAN que sea cual conviene a la honra y calidad de esta ciudad, la cual mandan se pague de propios de esta ciudad por la grande necesidad que de ella se ofrece".
Hasta aquí, las Actas de Cabildos nos manifiestan la existencia de la Bandera villenense. En la última que citamos vemos la clase del tejido, y veremos también su color en una de las siguientes.
El tejido de la Bandera de Villena era de tafetán, es decir, según el diccionario, de "tela delgada de seda muy tupida, de la que hay varias especies, como doble, doblete, sencillo, etc.".
En el mismo año de 1583, el 25 de agosto, se vuelve a insistir en rehacer la Bandera, y esta vez es incluso el propio Gobernador quien, ante el Ayuntamiento, dice: "visto que esta ciudad no tiene BANDERA, puesto que la que tiene está rota y perdida, les mando al Concejo de esta ciudad que luego haga una BANDERA, de Propios de esta ciudad, con pena de seis mil maravedís para la Cámara de Su Majestad. Y dijeron que son prestos".
Pasados tres años, y a pesar del mandato del Gobernador, la Bandera aún no se había hecho, o acaso se habían roto o perdido tras el citado socorro a Cartagena. Para que la Bandera se hiciese tenía que ocurrir en Villena un hecho de gran trascendencia y singularidad, tal como el paso del Rey Felipe II por los Alhorines, camino de Valencia a Madrid (6). Con tal motivo, he aquí lo tratado en una de las Sesiones de Ayuntamiento, concretamente la del 9 de febrero de 1586: "Primeramente se trató y acordó que atento que esta ciudad no tiene Bandera para salir en esta jornada de salir a recibir a Su Majestad a la entrada de estos Reinos de Castilla y atento que se podría ofrecer ocasión de salir afuera de esta ciudad se acuerda se compre UNA BANDERA DE TAFETAN SENCILLO de colores convenientes que sean para el dicho efecto, y se libre en los Propios quinientos cincuenta reales y una caja de atambor de diez ducados, en los dichos Propios y que vaya para el dicho efecto el Señor Juan de Santolín, regidor, y que se compren sombreros en Valencia para las personas que han de salir en la dicha jornada y se libren otros cincuenta ducados porque los dichos sombreros han de ser de los colores de los vestidos. Otrosí se acordó se alisten ciento cincuenta hombres, vecinos de la ciudad, de la gente más principal y abonada y más lucida, y se nombren quince cabos de escuadra más prácticos y personas de experiencia para el dicho efecto. Y por Capitán nombran al señor doctor Antonio Sempere y Alférez a Pedro Díaz, Alguacil Mayor, y Sargentos a Juan de Torreblanca y Damián Díaz, a los dos".
Con la lectura del Acta anterior queda claro que el tafetán es de la variedad sencilla. Mas luego añade la frase "de colores convenientes" juntamente con las de "... salir de estos Reinos de Castilla..." o bien "... de los colores de los vestidos...". Queremos resaltar con ello la manifiesta tendencia del escribano de estas Actas a usar con mucha frecuencia del plural. Las tres frases anteriores podrían leerse perfectamente en singular: "... del color del uniforme (vestido)...", "... de este Reino de Castilla..." o bien "... del color conveniente...", es decir, de su propio color.
Veamos, por último, el Acta del 12 de febrero de 1586. "Ítem que se le libre a Rodrigo de Luna diez reales, de una libra de tafetán AMARILLO, que se tomó para hacer un gallardete y bandera, para que lleven los treinta y cinco carros que esta ciudad envía al servicio de Su Majestad y más diez reales a Francisco de Caballerías, de un parche que hizo en un atambor y caja porque estaba roto". Con ella queda expresamente claro que el tafetán que se compró era solamente de un color, el AMARILLO, y esta afirmación la hacemos no solamente porque así lo dice dicho documento, sino porque no cabe se le añadiera tafetán de otros colores, ya que con una libra, es decir, medio kilo, (480 gramos) sobra mucha tela para hacer una gran bandera y varios gallardetes. El que esto escribe guarda en su domicilio la bandera amarilla que ondeaba en el Club de Tenis de esta ciudad y que se quitó después por considerar que no era la apropiada. Dicha bandera, con el escudo de Villena inserto en el centro, pesa solamente 200 gramos. Suponemos que la Bandera de aquella remota expedición sería mayor, y es posible que se hiciese un gallardete para cada Sargento, es decir, para cada bloque de setenta y cinco personas.
Por cierto que, haciendo referencia al peso, hemos de rectificar una errata tipográfica aparecida en el artículo al que hacíamos referencia al principio, aparecido en esta misma revista, año 1977, en la cual se habla de once kilos de tafetán amarillo. Como el Acta demuestra documentalmente, el peso era de una libra.
Admitiendo que los Regidores —y no el Escribano al redactar— pluralizaron los colores ora porque eran varios, ora porque intentaron modificarla, ora por cualesquier otro motivo, no se puede negar la evidencia de que dicha pluralización consta en Acta citada; pero a su vez debemos considerar que tal determinación, en uno u otro caso, es anulada, es superada por otra posterior y definitiva, que es la del Acta del 12 de febrero anteriormente transcrita, en la cual clara y expresamente no cita más que uno, el amarillo, y la cantidad suficiente de tela, manifestando así su última decisión, ya consumada, tal como nos lo demuestra la libranza que se hace.
Dibujo: V. RODES AMORÓS
Podemos afirmar que no existe libranza similar alguna y que no hay posibilidad de que aparezca otro dato que nos demuestre la existencia de telas de otros colores. Esta afirmación la fundamentamos en el siguiente concepto: ¿por qué pensar en datos sobre la existencia de dichas telas si fácilmente se puede demostrar la no existencia?. A semejanza nuestra, cualquier ciudadano puede hacerlo puesto que los Documentos Antiguos y las Actas de Ayuntamiento, desde 1564 hasta la actualidad, están en el Archivo Municipal. El que esto escribe ha leído, detenidamente, dichos Documentos y todas las Actas de los siglos XVI y XVII. En todas ellas aparecen pagos o libranzas por los más variados conceptos, ya sean de mayor o menor importancia, incluso algunos de ellos minúsculos, tal como el pago de un parche que se le puso a un tambor viejo. Sin embargo jamás se hace libranza de tela de ninguna clase, ni de ningún color, jamás, ni antes ni después de haberse hecho la libranza de la tela de tafetán amarillo —con el singular motivo de recibir al Rey Felipe II a su paso por el término de Villena— a excepción de las citas que se hacen de paños negros, para entoldaduras de lutos en la Arciprestal Iglesia de Santiago, con el fin de dar solemnidad a las exequias que se hacen por la muerte de algún personaje real, como por ejemplo las aparecidas en el Acta del 1 de diciembre de 1580. Así, documentalmente, queda clara la no existencia de otros colores; y con ello surge definitiva y determinante la Bandera Amarilla del Acta del citado día 12, anulando los criterios de las Actas que le anteceden.
Comprendemos que hasta hace unos años, en que nada se sabía sobre la bandera de Villena, se buscase una que nos identificara, e incluso apareciera como tal intento en una página publicitaria de la Empresa Forte que a ella se refiere, en la Revista de 1973. Tal bandera, basada en los colores del escudo de Villena, ha sido recomendada incluso a algunas Agrupaciones locales, mientras que, paradójicamente, se aconsejaba retirar la que ya ondeaba en alguna otra y que databa de hace cuatrocientos años.
Resumiendo, mientras no pueda encontrarse modificación oficial que haga rectificar este juicio, hemos de reconocer como bandera local la que se cita en el Acta Municipal del día 12 de febrero de 1586, por acuerdo del Ayuntamiento reunido en la Sala de Sesiones y compuesto por Francisco de Medina y doctor Antonio Sempere, Alcaldes Ordinarios; y Juan de Santollín y Juan Oliver, Regidores; Juan Rodríguez Navarro y Francisco Oliver, jurados; y Pedro Díaz, Alguacil Mayor.
Hemos de entender, pues, que la BANDERA DE VILLENA ES DE TAFETAN SENCILLO, DE COLOR AMARILLO, y que no es de extrañar que en el centro de ella apareciese el escudo de Villena.
NOTAS
«Curso de Historia de las Instituciones Españolas». Luis G. de Valdeavellano. Edic. Revista de Occidente. Madrid. 4.ª edición, pág. 615.
Enciclopedia Espasa, volumen 21, pág. 669.
«La Conquista del Marquesado de Villena en el Reinado de los Reyes Católicos», Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Juan Torres Fontes, pág. 115.
«La Conquista del Marquesado de Villena...» Torres Fontes. Pág. 52.
«De la Constitución y Gobierno de los Reinos de León y Castilla».
«Villena en los Viajes de Felipe II...» Faustino Alonso Gotor. Revista «Villena». 1977.
Extraído de la Revista Villena de 1980

1 comentario:

complementosarcoiris.com dijo...

Las telas de colores en la bandera son pinceles que pintan la historia y la identidad. Cada matiz, vibrante y significativo, ondea como un lienzo de diversidad, recordándonos la riqueza cultural y la unidad.

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