Textos: Amalio Gran, Onda Zeta, Carlos Zapater.
Dibujos: Chispes, M. Ángel, Sarri.
SONIDOS LUMINOSOS
FRAGMENTO por ONDA ZETA Dibujo: Sarri
Andábamos buscando objetos antiguos. Buscábamos una extraña clave que nos descifrara el pasado y el futuro. De repente, descubrimos un agujero en la tierra. Un enorme agujero taponado por una enorme vasija de cerámica. Presionamos y cayó la vasija dejando un largo túnel al descubierto. Atado a una cuerda me deslicé hacia abajo. (Y ahora recuerdo que a través de todo este laberinto intentábamos llegar a descubrir al hombre originario que pos enseñara la clave de la vida, al hombre que viera nacer la vida, al hombre que subyace bajo la tierra, al ser ancestral que todos escondernos en lo oscuro e íntimo de nuestra existencia. Ese hombre único e idéntico a toda la especie humana. Buscábamos la esencia de lo humano. El punto definitivo que completa el círculo). Circular era el hueco por el que cayó la vasija con gran estruendo. Inmediatamente comencé a descender. Sabía que el ser ancestral se hallaba al final del oscuro pasillo. Intuía que conocía mi presencia y que por ello esperaba mi llegada.
Al final de una luminosa caverna, siendo eternamente, descubrí al ser ancestral pasivo, estático y ausente. Rápidamente comencé a preguntar. Al principio su rostro era simiesco. Recuerdo que nuestra comunicación no fue hablada, sino visual, magnética, corporal, telepática, extra telepática. Nuestro encuentro fue una comunicación vivencial directa y recíproca. Su cambiante rostro se iba acercando y me transmitía un sinfín de mensajes, algunos de ellos contradictorios. Su cara se transmutaba continuamente y cada expresión, cada nueva figura representaba para mí un alud de sensaciones y sentimientos difícilmente transformables en pensamiento hablado. Al final su rostro se hallaba junto al mío. Y presiento que el ser ancestral acabó filtrándose en mi ser, en cada una de mis venas, de mis células, de mis sentidos y sensaciones, en cada una de mis ramificaciones nerviosas, en mis ojos, mis oídos, mi boca, mi cabello, mi pie, mi corazón, mi cerebro, mi columna vertebral, mis vértebras hasta el último de mis huesos, hasta la última célula. De esta forma el ser ancestral contestó a todas y cada una de mis preguntas una por una y todas a un tiempo. También sé que el ser ancestral fluyó a mí ser por medio de un sutil soplo vital, un beso de ser a ser, una descarga luminosa que me llenó de plenitud y serenidad.
FRAGMENTO por ONDA ZETA Dibujo: Sarri
Andábamos buscando objetos antiguos. Buscábamos una extraña clave que nos descifrara el pasado y el futuro. De repente, descubrimos un agujero en la tierra. Un enorme agujero taponado por una enorme vasija de cerámica. Presionamos y cayó la vasija dejando un largo túnel al descubierto. Atado a una cuerda me deslicé hacia abajo. (Y ahora recuerdo que a través de todo este laberinto intentábamos llegar a descubrir al hombre originario que pos enseñara la clave de la vida, al hombre que viera nacer la vida, al hombre que subyace bajo la tierra, al ser ancestral que todos escondernos en lo oscuro e íntimo de nuestra existencia. Ese hombre único e idéntico a toda la especie humana. Buscábamos la esencia de lo humano. El punto definitivo que completa el círculo). Circular era el hueco por el que cayó la vasija con gran estruendo. Inmediatamente comencé a descender. Sabía que el ser ancestral se hallaba al final del oscuro pasillo. Intuía que conocía mi presencia y que por ello esperaba mi llegada.
Al final de una luminosa caverna, siendo eternamente, descubrí al ser ancestral pasivo, estático y ausente. Rápidamente comencé a preguntar. Al principio su rostro era simiesco. Recuerdo que nuestra comunicación no fue hablada, sino visual, magnética, corporal, telepática, extra telepática. Nuestro encuentro fue una comunicación vivencial directa y recíproca. Su cambiante rostro se iba acercando y me transmitía un sinfín de mensajes, algunos de ellos contradictorios. Su cara se transmutaba continuamente y cada expresión, cada nueva figura representaba para mí un alud de sensaciones y sentimientos difícilmente transformables en pensamiento hablado. Al final su rostro se hallaba junto al mío. Y presiento que el ser ancestral acabó filtrándose en mi ser, en cada una de mis venas, de mis células, de mis sentidos y sensaciones, en cada una de mis ramificaciones nerviosas, en mis ojos, mis oídos, mi boca, mi cabello, mi pie, mi corazón, mi cerebro, mi columna vertebral, mis vértebras hasta el último de mis huesos, hasta la última célula. De esta forma el ser ancestral contestó a todas y cada una de mis preguntas una por una y todas a un tiempo. También sé que el ser ancestral fluyó a mí ser por medio de un sutil soplo vital, un beso de ser a ser, una descarga luminosa que me llenó de plenitud y serenidad.
Por fin llegamos a un impresionante palacio. Era tremendamente majestuoso; pero un extraño presentimiento me decía que estaba hecho de fuego; que aquella presencia tan gloriosa no era real, sino una alucinación producida por el fuego. Toda aquella energía desatada se había convertido en un mundo que no era sino una visión, una alucinación de lo real. (En el principio fue el fuego, el, caos y la destrucción. Después vino la forma. Y al final de la vida continuó existiendo el fuego eterno). Cuando contemplé por primera vez al ser ancestral todavía sus ojos se hallaban bañados en fuego y de su cabeza parecían salir llamaradas que iluminaban toda la caverna. Poco a poco los huecos de su cara fueron tomando forma de ojos. Tres, ojos estáticos, eternos y ausentes como la ceniza. El tercer ojo brillaba como una esmeralda de formas y colores infinitamente cambiantes. El ser ancestral viajó al futuro. Viajó al día de la destrucción definitiva como sé-que-es-ahora. Como sé-tal-y-como-ahora-se-comprende. Nos trasladamos al punto, al momento en que la actual forma humanoide dejará de existir. Allí el fuego acabará con la actual forma humanoide. El ser eterno volverá a transformarse y de ello nacerá un nuevo tiempo y un nuevo espacio. Una nuevo forma, Una nueva representación, alucinación, visión de la esencia energía eterna. Un nuevo escenario en el que la luz y los demás elementos jugarán nuevamente a vivir y a morir, a vivir y a morir eternamente.
Un nuevo escenario de luces con chackras de haces con sentimientos. Un mundo de rayos ultravioletas, de arcoíris en movimiento. Un constante fluido luminoso en continua comunicación. Una red de contactos con velocidades ultrasónicas. Una forma multidimensional mente cambiante. Un campo magnético en constante movimiento a través de la luz...
Extraído de la Revista Villena de 1980
Un nuevo escenario de luces con chackras de haces con sentimientos. Un mundo de rayos ultravioletas, de arcoíris en movimiento. Un constante fluido luminoso en continua comunicación. Una red de contactos con velocidades ultrasónicas. Una forma multidimensional mente cambiante. Un campo magnético en constante movimiento a través de la luz...
Extraído de la Revista Villena de 1980
No hay comentarios:
Publicar un comentario