Nunca
hubo números
ni pesos ni medidas
bastantes.
¿No te sobró el amor?
—golpeabas en mis oídos al huir—.
Nunca habrá números.
En la rama rota
bailaba el pájaro.
Cayó.
¿Tendrás alguna vez sombras de amor?
—gemías—.
El número se hizo ceros.
Un millón de multitudes
agolpadas en mis labios:
deberás buscarme en cada beso
—yo
soy todos—.
Y, en cada uno
te sigo mintiendo.
La matemática
(¿cuánto?)
engaña.
Volvamos a empezar:
uno más uno
es la mitad de siempre.
hubo números
ni pesos ni medidas
bastantes.
¿No te sobró el amor?
—golpeabas en mis oídos al huir—.
Nunca habrá números.
En la rama rota
bailaba el pájaro.
Cayó.
¿Tendrás alguna vez sombras de amor?
—gemías—.
El número se hizo ceros.
Un millón de multitudes
agolpadas en mis labios:
deberás buscarme en cada beso
—yo
soy todos—.
Y, en cada uno
te sigo mintiendo.
La matemática
(¿cuánto?)
engaña.
Volvamos a empezar:
uno más uno
es la mitad de siempre.
Amalio Gran
Extraído de la Revista Villena de 1983
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