CONVERSIÓN DEL MORO ANTE LA IMAGEN DE LA VIRGEN:
MARÍA DE LAS VIRTUDES
Embajador moro a la cabeza de su
ejército y enfrente del Cristiano:
¿Qué es esto, Profeta Santo?
¿Qué novedades son éstas?
Ayer me salí triunfante
con grande magnificencia,
con doscientos escuadrones
de hombres armados de guerra
que al mismo sol le decían
«detén, para tu carrera»,
hoy los veo destrozados
y a pedazos por la tierra.
¿Qué es esto Santo dichoso?
¿Qué poder en vos se encierra
pues de cuarenta mil moros
solo doscientos me quedan?,
que los demás ya pagaron
tributo a la parca tierra;
los que quedan, estoy cierto
que cantan con voces tiernas
que sois el Hijo de Dios
que creó el cielo y la tierra,
y sois quien le dio victoria
al cristiano en esta guerra,
porque vimos pelear
tu persona con destreza
en medio de la batalla
destrozando mis hileras.
También vimos pelear
a la divina princesa
de los anales, MARIA,
dulcísima Madre nuestra,
que bajó rompiendo el aire
diciendo con voces tiernas:
¡ánimo cristianos míos,
que la victoria os espera!
Grandes son estos auxilios,
pero me temo que sea
hechizo de los cristianos
con que pretenden que crea
en su ley, y me aparte
de lo que la mía me ordena;
más aunque la fuerza me hago
mucho la razón me aprieta.
Dime, dime, razón mía,
¿no es bien cierto que en mi ley
puede salvarse cualquiera?
Tributo veneraciones
a Mahoma y a su secta.
¿Mis padres no fueron Moros?
Mi abuelos y ascendencia
¿no siguieron de esta ley
sin escrúpulos la senda?
¿pues como ha de ser mejor
la que gentes tan diversas
"han seguido?, No, no lo creo.
¡Afuera, afuera quimeras,!
¡afuera ciegos discursos!
no me turben la paciencia,
que antes perderé la vida
que intente mudar de secta.
Pero ¡ay de mí! que no puedo
resistir la violencia
de unos impulsos que al alma
le acosan sobremanera;
la carne dice que no;
el espíritu que crea;
la razón me da la espalda
y el discurso que consienta,
y entre tantas confusiones
¡Cristo Santo! que me cercan,
dadme quien me dé consuelo
o ten conmigo paciencia.
Crist:
Ya que en tales quimeras te veo
vengo a ofrecerte mi ayuda,
que si antes te vencí en batalla
a pesar de esa arrogancia tuya,
hoy vengo a vencerte en palabras
a que admitas esta Ley Divina,
pues ante los ojos de Dios
El tu Fe ya adivina.
Abreme tu corazón,
expón tus razones ímpias,
dime cual es la razón
del por qué de esta Ley desconfías.
Moro:
Digo que no puede ser
que de una doncella intacta
naciendo ese Dios y hombre
quedando doncella casta.
Esta es mi dificultad
que me aturde y me desmaya:
parir y quedar doncella
parece cosa de fábula.
Crist:
No has de poner duda
que en Ella no ocupa mancha.
¿No habrás visto en un cristal,
allá en tus bárbaros riscos
como el Sol entra y sale de él
y jamás se rompe el vidrio?
Pues así entró el Sol divino
de Jesucristo en MARIA,
quedando aquel cristal
tan fino en santidad
como antes lo había sido.
Con ésto queda explicado.
Confiesa el nombre de Cristo,
déjate esa herejías,
recibe el Santo Bautismo
y me tendrás a tu lado
como el más leal amigo.
¡LA LEY DE DIOS ES LA BUENA!
Moro:
¿Qué es lo que oigo?
¿Qué es lo que escucho?
¡LA LEY DE DIOS ES LA BUENA!
Moro:
Más ¡ay! no quiero obstinado
hacer a Dios resistencia;
confieso a Cristo por Dios
y a su Ley por verdadera.
Adios, Selim o Sultán,
que Fátima ya te deja;
ahí te entrego el bastón,
y el gorro de mi cabeza;
también te entrego la espada
que ensangrenté en muchas guerras.
Afuera, manto real,
tan labrado en oro y seda,
que en ausencia de Selim
me has hecho persona regia;
afuera banda labrada
de diamantes y de perlas,
que al verte sobre mis hombros
más me aturde y me atormenta;
afuera la demás ropa
que el agua bendita venga,
porque quiero que MARIA
lave mi sucia cabeza.
(SE INICIA EL BAUTISMO EN EL ALTAR)
Crist:
Yo, en nombre del Padre
y del Hijo de bautizo....
Luz y gloria de paganos,
pues en ti cuenta un caudillo
Gloria de la Cristiandad
y gran defensor de Cristo.
Y a vos Sagrada María
Reina Gloriosa del Cielo,
pues con tu divina ayuda
a este moro he convertido
a que profese la Fe
de tu divino Hijo.
tú, cuya mano es el rayo,
tú, cuyo aliento es la brisa,
tú, que en los claros cristales
del mar en calma te miras,
tú, en cuyas huestes murmuran
las tempestades dormidas;
con hondo silvo bramaron
dentro del pecho mis iras,
como los bosques del viento
cuando sus frondas se agitan,
poder de tu mano
que al soberbio derribas,
cuan nieblas fueron mis sueños
cuan dulces mis alegrías,
ten por tuya la victoria.
Sólo te pido ayuda
para que convertir pueda
a la Fe de Jesucristo
más moros que fina arena
tiene el mar en sus abismos.
Así lo espero Señora
de vuestro poder infinito
pues confiando en tu Gracia
siempre iré por buen camino
y temblarán en mi brazo
el tosco hereje y judío.
Moro:
Gracias te doy, bella imagen,
de haberme dado experiencia
y luz a mi entendimiento
para salir de tinieblas,
porque yo estaba ofuscado
en un mar de sombras densas.
¡Ea, valientes soldados,
los que mi mando gobierna!
Venid todos y postrados,
le daréis la enhorabuena
a esta imagen soberana
que es PATRONA DE VILLENA,
y después, todos conmigo,
cantarles con voces tiernas:
¡Viva José soberano!
¡Viva su esposa la Reina!
¡Viva esta Imagen Sagrada,
Jesús y su Santa Iglesia!
Crist:
¡VIVA LA VIRGEN DE LAS VIRTUDES!
FIN
En 1964 en los talleres de Artes Gráficas Ripoll, se publicó un librito de bolsillo con las embajadas según texto de 1892.
Confiando en que este artículo de pié para el comienzo de una nueva etapa en cuanto el estudio de las embajadas, agradezco y dedico el mismo a Pascual Mullor Sirera, por ser él parte importante del retorno de las embajadas en las comparsas de Moros Viejos y Cristianos.
Atentamente.
Tarsicio Hernández Osa.
Extraído de la Revista Día 4 que fuera de 1987
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