¿QUÉ ES UN CARTEL?
La verdad es que me ha resultado mucho más fácil realizar el cartel pregonero de nuestras próximas fiestas, que escribir unas líneas hasta que presenten el aspecto de un «artículo» para nuestra entrañable revista «VILLENA». No es menos cierto, que uno es menos malo haciendo lo primero, que lo segundo, pero como siempre resulta agradable ver nuestro nombre impreso, trataré de esforzarme para no defraudar a quien tuvo la gentileza de ver méritos donde no los hay, y la no menor de propiciar la publicación de este artículo.
Para definir un cartel se pueden encontrar mil combinaciones posibles que aclaren el concepto. Particularmente siempre me ha agradado una que por su sencillez y grafismo elocuente, lo dice todo a un tiempo y con muy pocas palabras. El dicho que se atribuye al prestigioso grafista francés MATHIEU dice: «Un cartel es un grito en la pared».
Si examinando una exposición de carteles, pregoneros todos de un mismo tema, al fijar la atención sobre uno determinado, el espectador recibiese un puñetazo en el ojo, además de maldecir más de una vez el extraño invento que le hace ver la constelación X, sin lugar a dudas, recordará siempre aquel cartel particular.
He aquí dos definiciones que si las sintetizamos quedarían en GRITO y PUÑETAZO.
Pues bien, este es el objetivo primordial que debe perseguir todo artista cuando realice un cartel. El cartel debe gritar en la pared, debe producir tal sacudida en el subconsciente del espectador que le paralice, aunque sea instantáneamente y le obligue a «mirarlo». El cartel que «se ve» en la calle y «no se mira», deja de cumplir la primera y para mí esencial de sus motivaciones.
Este grito es la genialidad y cuanto más se degrade hacia el susurro, peor será la idea.
Cómo conseguir esa genialidad es algo que desearían saber muchos artistas, incluso de primera magnitud, pero lo que sí es un hecho cierto, es que la idea feliz no nace por generación espontánea si no se la provoca. La «musa» de los artistas es un cuento chino; y no hay más realidad que el papel en blanco, el lápiz y horas de trabajo; que la «musa» aparezca antes o después es cuestión de horas de vuelo y de oficio, que también es importante.
En efecto, la idea puede resultar de las de puñetazo, pero si no le acompaña el buen oficio, mucho me temo que la «garra» quede en una simple e inadvertida caricia. Y he aquí, que una vez más aparece en escena el trabajo. Cabría preguntarse qué hubiese sido de Picasso sin la realización de esos centenares o miles de trazos, apuntes y bocetos que, pausada y silenciosamente, le fueron educando su mente y su mano, con el trazo ágil, suelto y limpio.
Siguiendo un orden de importancia (muy subjetivo), aparece la idea gráfica. Esta tiene que responder a la motivación creadora del cartel. Para ello, el artista tiene que estar muy bien compenetrado, yo diría que profundamente imbuido en la esencia de lo que pretende pregonar. Al artista que no ha «vivido» la Fiesta de Moros y Cristianos, le resultará sumamente difícil, por no decir imposible, encontrar la idea conveniente.
La imagen gráfica, además, debe ser sencilla; o mejor simple, pues debe ser comprendida rápidamente por el espectador. Debe ser una síntesis de motivaciones.
Alguna vez trabajando en estos menes¬teres, me he preguntado cómo podría sintetizar al máximo la imagen que representase gráficamente la idea de moros y cristianos. La respuesta, para mí, serían dos masas de color, una alargada, rectangular, espiritual, de color grisáceo, y otra circular, redonda, pesada, de tonos cálidos. Claro que esto podría satisfacerme a mí y a nadie más.
Finalmente entra en juego la «técnica». La técnica es aquello que se aprende, que se lee, que se estudia, y por un azar curioso de la vida, esto también lleva intrínseco ganas de estudiar, ganas de aprender; en definitiva... trabajo.
La acreditada compañía aérea francesa AlR FRANCE, encargó al citado artista francés, un trabajo excepcional. Debía realizar un cartel para cada uno de los países con los que dicha compañía mantenía sus servicios. AIR FRANCE, sabía bien de horas de vuelo, y por ello eligió a MATHIEU que, a buen seguro, debía tener su carnet repleto.
La técnica enseña a combinar certeramente los colores, a armonizarlos, y conjuntarlos. Nos enseña qué es un contraste y qué valor tiene, qué importancia se atribuye a las masas y en qué proporción mandan unas sobre otras. La memorización de las formas, bien sean geométricas, humanas o abstractas. El lenguaje de las letras. La estructura o composición, y un sinfín de técnicas más que, barajándolas debidamente, ayudarán al artista a encontrar el éxito.
Y estos son, a grandes rasgos, los ingredientes imprescindibles para conseguir un buen cartel.
En cuanto a su evolución, tampoco el cartelismo, como tantas otras manifestacio-nes del arte, ha podido zafarse de los imperativos de la moda. Desde las primeras manifestaciones de TOULOUSE LOUTREC, con su deformación caricaturesca de las figuras, pasando por el ART DECO de primeros de siglo, con su barroquismo, hasta el cartel de MIRO sobre el cincuentenario del Barcelona F. C., hay un abismo.
No se puede hablar de una escuela preponderante de hoy. Se alternan tendencias, pues tanto aparecen síntesis gráficas, como se desarrollan estilos más realistas. La idea figurativa y la abstracta. Él color luminoso, limpio de siempre y el tono rebuscado e inconcreto.
No sé si habré logrado salir bien parado de este lance. Más dedicación se llevó la realización del cartel, que la Junta Superior de Fiestas tuvo a bien encomendarme para las del presente año. Con verdadero entusiasmo me entregué al trabajo. Muchos estudios previos, rechazados unos, corregidos otros, hasta conseguir el que me satisfació plenamente. Ojalá esta satisfacción sea compartida por todos mis paisanos.
Vicente RODES AMOROS
Extraído de la Revista Villena de 1975
1 comentario:
La respuesta varìa si hablamos del cartel de Medellin o el cartel de Villena, pero para simplificar y generalizando, dirè que un cartel soy yo, tu y el que siente miedo y pena en Villena.
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