A la vista del escenario que nos trae a nuestros días esta espléndida fotografía de lo que fue “la fuente lavar” -y toda una época-, quizá entendamos lo sacrificado que era en aquel tiempo acudir a ella a lavar, y además, estar horas y horas de rodillas, abocadas aquellas mujeres y muchachas a las enormes piedras del lavadero.
Con lo fácil que hubiera sido desde el primer día haber hecho una zanja de un metro a ambos lados para que hubiesen podido lavar de pie aquellas gentes. Que, aparte del madrugón que conllevaba el poder colocarse en las primeras piedras de la fuente -como es el caso de la foto-, para disponer así de aguas limpias para lavar la ropa, de ninguna manera garantizaba el poder conseguirlo, ya que siempre había alguna otra mujer que antes del amanecer ya estaba allí por el mismo motivo, de no tener que soportar unas aguas que ya habían lavado incluso ropas de enfermos…
El carro que se entrevé al fondo, está a la entrada, un puente de acceso en realidad a la vaquería que existió allí junto al huerto de la Pona.
Foto… Autor desconocido. (fecha sin confirmar)
Información… César López Hurtado
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