EL GRUPO DE DANZAS DE VILLENA EN MARKELO Y SOEST
Por Joaquín Navarro García
Al MARKELOSE BOERENDANSERS, en sus Bodas de Oro, y al VEREIN-FÜR-BRAUCHTUMSPFLEGE SOEST.
Nuestra llegada a Markelo se produjo sobre las 9,30 de la noche del jueves día 7 de Junio. El largo viaje había transcurrido sin más incidencias que una pertinaz lluvia que nos acompañaba desde mitad de Alemania.
En el local del Markelose Boerendansers, una típica granja holandesa habilitada como local social, ya nos esperaban los componentes del grupo y las familias que durante unos días iban a ser las nuestras en Markelo.
A la mañana siguiente, y bajo un sol radiante, hicimos un rápido paseo para conocer la ciudad. La impresión no pudo ser más grata, pues con sus casi seis mil habitantes, Markelo es una típica localidad, holandesa, pero sin molinos. Destaca de su horizontalidad, la gran torre de su capilla protestante, único monumento digno de mención, y la cooperativa quesera, única industria, al menos que sepamos, de la localidad.
De nuestro recorrido, nos sorprende el magnífico «tinglado» que han montado para las celebraciones del festival.
Por Joaquín Navarro García
Al MARKELOSE BOERENDANSERS, en sus Bodas de Oro, y al VEREIN-FÜR-BRAUCHTUMSPFLEGE SOEST.
Nuestra llegada a Markelo se produjo sobre las 9,30 de la noche del jueves día 7 de Junio. El largo viaje había transcurrido sin más incidencias que una pertinaz lluvia que nos acompañaba desde mitad de Alemania.
En el local del Markelose Boerendansers, una típica granja holandesa habilitada como local social, ya nos esperaban los componentes del grupo y las familias que durante unos días iban a ser las nuestras en Markelo.
A la mañana siguiente, y bajo un sol radiante, hicimos un rápido paseo para conocer la ciudad. La impresión no pudo ser más grata, pues con sus casi seis mil habitantes, Markelo es una típica localidad, holandesa, pero sin molinos. Destaca de su horizontalidad, la gran torre de su capilla protestante, único monumento digno de mención, y la cooperativa quesera, única industria, al menos que sepamos, de la localidad.
De nuestro recorrido, nos sorprende el magnífico «tinglado» que han montado para las celebraciones del festival.
El Grupo con el Pastor que ofició el Acto Ecuménico.
En el pabellón principal, que consta de tres escenarios, caben perfectamente sentados tres mil personas, aunque algunas noches se rebasaron las cuatro mil. En un lateral, una gran barra en donde los asistentes beben y degustan cantidades industriales de cervezas, hamburguesas y «perrazos» calientes, dado el tamaño de las salchichas. En un lateral, a la derecha, otro pabellón de idénticas características, aunque un poco más reducido, para los grupos actuantes, y circuito de televisión con pantalla gigante para estar al tanto de lo que ocurre en los escenarios. Afuera hay una verdadera feria, con sus casetas de tiro, tiovivos, y otras atracciones, así como un escenario para actuaciones al aire libre.
A las cinco de la tarde se efectúa en el Ayuntamiento la recepción oficial de todos los grupos participantes, siendo la inauguración del Festival a las 7,30. Este acto, en donde actuamos unas cincuenta agrupaciones, entre bandas de música, orquesta y grupos folkloricos, cuenta con la presencia del ministro de cultura holandés. Las actuaciones no pueden rebasar los 6 minutos en total, dado el gran número de participantes, bailamos nuestras Malagueña y Jota de Villena, que son premiadas con grandes aplausos.
El sábado 9 por la mañana, y hasta bien entrada la tarde, tenemos programada una actuación turística. Elburg es una delicia de pueblo marinero, surcado por grandes canales con varios y espléndidos vestigios de un pasado esplendoroso. Lelystad, cerca de Amsterdam, es el lugar donde está centralizado todo el sistema de ganarle terreno al mar, obra ingente que los holandeses muestran con muy poco disimulado orgullo (no es para menos).
En nuestro autobús vienen también los componentes del grupo de Rumania, pues han hecho el viaje hasta Holanda en tren. Gente encantadora por demás, pero siempre bajo la atenta mirada de los tres comisarios que les acompañan.
Por la tarde a las 7, comienza la segunda velada, y en el pabellón del festival tenemos dos actuaciones, una de 20 minutos y otra de 10. La alegría de nuestros bailes contagia al auditorio que llena el recinto, son jaleadas y premiadas con grandes aplausos.
En la mañana del domingo, asistimos en la capilla a un emotivo acto ecuménico, todos los grupos con sus trajes típicos. Participan en el mismo con sus cantos religiosos los de Hungría, Suiza y Rumanía. Nosotros ante una posible no acertada participación por falta de preparación para este tipo de actos, declinamos la invitación que se nos hace al entrar en la capilla.
Después, baño en la piscina climatizada, abierta ex-profeso para nosotros.
Por la tarde tuvo lugar un desfile etnológico. Todavía nos emocionamos al recordar a toda aquella muchedumbre coreando a nuestro paso el «Viva España» y aplaudiendo entusiasta las cortas actuaciones que de la Sandinga hacíamos de trecho en trecho. Según fuentes de la organización, habían presenciado este desfile de cincuenta a sesenta mil personas.
Después nuevamente en el pabellón, repetimos el mismo programa del viernes.
La mañana del lunes la aprovechamos para hacer algunas compras por la ciudad, acompañados por nuestras respectivas familias holandesas, que en todo momento y desde nuestra llegada, nos estaban atendiendo maravillosamente, llegando en algunos momentos al exceso.
A las cinco de la tarde se efectúa en el Ayuntamiento la recepción oficial de todos los grupos participantes, siendo la inauguración del Festival a las 7,30. Este acto, en donde actuamos unas cincuenta agrupaciones, entre bandas de música, orquesta y grupos folkloricos, cuenta con la presencia del ministro de cultura holandés. Las actuaciones no pueden rebasar los 6 minutos en total, dado el gran número de participantes, bailamos nuestras Malagueña y Jota de Villena, que son premiadas con grandes aplausos.
El sábado 9 por la mañana, y hasta bien entrada la tarde, tenemos programada una actuación turística. Elburg es una delicia de pueblo marinero, surcado por grandes canales con varios y espléndidos vestigios de un pasado esplendoroso. Lelystad, cerca de Amsterdam, es el lugar donde está centralizado todo el sistema de ganarle terreno al mar, obra ingente que los holandeses muestran con muy poco disimulado orgullo (no es para menos).
En nuestro autobús vienen también los componentes del grupo de Rumania, pues han hecho el viaje hasta Holanda en tren. Gente encantadora por demás, pero siempre bajo la atenta mirada de los tres comisarios que les acompañan.
Por la tarde a las 7, comienza la segunda velada, y en el pabellón del festival tenemos dos actuaciones, una de 20 minutos y otra de 10. La alegría de nuestros bailes contagia al auditorio que llena el recinto, son jaleadas y premiadas con grandes aplausos.
En la mañana del domingo, asistimos en la capilla a un emotivo acto ecuménico, todos los grupos con sus trajes típicos. Participan en el mismo con sus cantos religiosos los de Hungría, Suiza y Rumanía. Nosotros ante una posible no acertada participación por falta de preparación para este tipo de actos, declinamos la invitación que se nos hace al entrar en la capilla.
Después, baño en la piscina climatizada, abierta ex-profeso para nosotros.
Por la tarde tuvo lugar un desfile etnológico. Todavía nos emocionamos al recordar a toda aquella muchedumbre coreando a nuestro paso el «Viva España» y aplaudiendo entusiasta las cortas actuaciones que de la Sandinga hacíamos de trecho en trecho. Según fuentes de la organización, habían presenciado este desfile de cincuenta a sesenta mil personas.
Después nuevamente en el pabellón, repetimos el mismo programa del viernes.
La mañana del lunes la aprovechamos para hacer algunas compras por la ciudad, acompañados por nuestras respectivas familias holandesas, que en todo momento y desde nuestra llegada, nos estaban atendiendo maravillosamente, llegando en algunos momentos al exceso.
Actuación en el escenario al aire libre.
A las 2 de la tarde, tuvimos una actuación en el escenario al aire libre, que fue seguida por gran cantidad de público que aguantaba impertérrito el fuerte sol que caía. Siguió a ésta, otra en el pabellón, última que haríamos en Markelo y última también del Festival, pues nos cupo el honor de cerrar nosotros el mismo.
A las 6, se realizó una brillante ceremonia en el estadio para clausurar el Festival.
Desde donde estábamos esperando para entrar en el recinto, oímos la interpretación de los himnos nacionales de todos los países participantes, interpretados nada menos que por la Real Banda de Música de S.M. la reina Juliana. Después, y a los acordes de una música típica interpretada por la misma banda, fuimos entrando al «terreno de juego», nosotros lo hicimos a los sones de un desconocido pasodoble. Una vez dentro, pudimos comprobar los vistosos uniformes de la Banda Real, así como otra de gaitas ataviada a la escocesa, y otra con un grupo de majorettes. Tras unas breves palabras del presidente, se dio por terminado el Festival de las Bodas de Oro del Markelose Boerendansers.
Al día siguiente, a las 9 de la mañana, emprendimos el camino a Soest.
Por la tarde realizamos la primera de nuestras actuaciones, junto con el grupo de Soest, en el Kursaal -Pavillon de BadSassendorf, localidad a 8 km. de Soest. Después de la cena, hacemos intercambios de regalos y visionamos el video de la mencionada actuación.
El día siguiente lo tenemos muy ajetreado, pues las tres actuaciones programadas son en distintas localidades. La primera de ellas es en la residencia Metropol de BadWaldliesborn, desde donde después de almorzar y recibir un obsequio por parte de la dirección del centro, iniciamos el camino hacia Bad-Lippspringe, en donde a las 5 actuamos en el espléndido marco del Palacio de Congresos, ante un selecto público que aplaudía entusiasta cada una de nuestras interpretaciones.
Reemprendida la ruta, llegamos a Eversberg, una preciosidad de pueblo en la montaña, donde en un no menos bonito auditorio al aire libre, y cuyo aforo resulta insuficiente para el gran número de público que se ha congregado, teniendo que presenciar el acto de pie y dentro de los macizos del jardín, realizamos nuestra última actuación en Alemania junto con el grupo de Soest y otro de la localidad. Después en un cercano albergue, cena típica alemana con salchichas y cerveza a «gogó», aunque nuestros amigos cambiaron su clásica bebida por el «vínico de nuestra tierra» que en esta ocasión era el rosado D. Martín que apuraban con verdadero deleite.
A la mañana siguiente, después de realizar algunas compras en Soest, emprendemos el viaje de regreso a casa. Otra vez nuestros amigos nos despiden con lágrimas en los ojos y el cielo, como intuyendo esta tristeza, también derrama sobre nosotros sus lágrimas, pues comienza una fuerte lluvia que no nos abandonará hasta cruzada la frontera francesa.
Y una vez más nuestro objetivo se ha cumplido satisfactoriamente.
Nuestros nuevos amigos ya tienen un sitio en nuestro corazón y el nombre de Villena ha echado unas raíces en los suyos de las que difícilmente podrán desatarse.
Extraído de la revista Villena de 1984
A las 6, se realizó una brillante ceremonia en el estadio para clausurar el Festival.
Desde donde estábamos esperando para entrar en el recinto, oímos la interpretación de los himnos nacionales de todos los países participantes, interpretados nada menos que por la Real Banda de Música de S.M. la reina Juliana. Después, y a los acordes de una música típica interpretada por la misma banda, fuimos entrando al «terreno de juego», nosotros lo hicimos a los sones de un desconocido pasodoble. Una vez dentro, pudimos comprobar los vistosos uniformes de la Banda Real, así como otra de gaitas ataviada a la escocesa, y otra con un grupo de majorettes. Tras unas breves palabras del presidente, se dio por terminado el Festival de las Bodas de Oro del Markelose Boerendansers.
Al día siguiente, a las 9 de la mañana, emprendimos el camino a Soest.
Por la tarde realizamos la primera de nuestras actuaciones, junto con el grupo de Soest, en el Kursaal -Pavillon de BadSassendorf, localidad a 8 km. de Soest. Después de la cena, hacemos intercambios de regalos y visionamos el video de la mencionada actuación.
El día siguiente lo tenemos muy ajetreado, pues las tres actuaciones programadas son en distintas localidades. La primera de ellas es en la residencia Metropol de BadWaldliesborn, desde donde después de almorzar y recibir un obsequio por parte de la dirección del centro, iniciamos el camino hacia Bad-Lippspringe, en donde a las 5 actuamos en el espléndido marco del Palacio de Congresos, ante un selecto público que aplaudía entusiasta cada una de nuestras interpretaciones.
Reemprendida la ruta, llegamos a Eversberg, una preciosidad de pueblo en la montaña, donde en un no menos bonito auditorio al aire libre, y cuyo aforo resulta insuficiente para el gran número de público que se ha congregado, teniendo que presenciar el acto de pie y dentro de los macizos del jardín, realizamos nuestra última actuación en Alemania junto con el grupo de Soest y otro de la localidad. Después en un cercano albergue, cena típica alemana con salchichas y cerveza a «gogó», aunque nuestros amigos cambiaron su clásica bebida por el «vínico de nuestra tierra» que en esta ocasión era el rosado D. Martín que apuraban con verdadero deleite.
A la mañana siguiente, después de realizar algunas compras en Soest, emprendemos el viaje de regreso a casa. Otra vez nuestros amigos nos despiden con lágrimas en los ojos y el cielo, como intuyendo esta tristeza, también derrama sobre nosotros sus lágrimas, pues comienza una fuerte lluvia que no nos abandonará hasta cruzada la frontera francesa.
Y una vez más nuestro objetivo se ha cumplido satisfactoriamente.
Nuestros nuevos amigos ya tienen un sitio en nuestro corazón y el nombre de Villena ha echado unas raíces en los suyos de las que difícilmente podrán desatarse.
Extraído de la revista Villena de 1984
1 comentario:
COMO ME ALEGRA VOLVER A VER A MI TIO, DOMINGO PANADERO ES EL DE LA CHAQUETA CLARA Y SIEMPRE PERTENECIO Y TOCO CON EL GRUPO DE COROS Y DANZAS
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