SOBRE EL SENTIDO DE LA FIESTA
Por Francisco García Martínez - Licenciado en Filosofía y Letras
El hombre actual está siendo testigo de una prodigiosa paradoja. Se ha ido apropiando un repertorio de enormes posibilidades técnicas, - económicas y político-sociales, pero se encuentra, frecuentemente, superado por su propia capacidad y, como extraño demiurgo, se va convirtiendo en esclavo de su obra ingente. «En lo que va de Historia —ha escrito Martín Heidegger— el hombre ha obrado de más y ha pensado de menos. Lo gravísimo de nuestra época grave es que todavía no pensamos». Dramática verdad que acaso explica la soledad y desorientación con que hoy nos encontramos los hombres, y que tal vez sea el anuncio de una fecunda crisis, de un cambio de dirección en nuestra cultura occidental, vieja de veintisiete siglos. El tiempo que nos ha tocado vivir quiere negarnos el sosiego ; nos obliga a pasar del trabajo a la diversión, de la actividad al aturdimiento, sin encontrar sitio para la auténtica fiesta.
Villena, sin embargo, sigue queriendo sus «fiestas» — ¡qué sorprendente resulta el plural de la palabra! —. Los villenenses conservan todavía su «talante» festivo. Milagrosamente, cuando la Iglesia Católica recuerda con solemnidad las fechas de la pasión de Jesús, los niños de Villena, de modo litúrgico, silenciosamente, bailan en corro, anticipando a jóvenes y mayores el gozo de la Resurrección. El Domingo de Pascua empieza en Villena la Primavera. Durante tres días el paisaje campesino será espectador de la generosa algarabía de los mozos, se verá vestido por mil colores distintos, por formas suaves de mujer. y unos meses después, el día cinco de cada mes de septiembre, «moros y cristianos» tendrán la cita de «siempre» en la Losilla.
El domingo de Pascua empieza en Villena la Primavera
Todos los elementos señalados por la Etnología y la Historia de las Religiones como fundamentales para la verdadera fiesta, se conservan en las que Villena dedica, cada año, a su Patrona, la Virgen morena de las Virtudes. Pedro Laín, en efecto, ha señalado en la fiesta hasta cinco momentos esenciales : «El banquete festival, el consumo de bebidas más o menos embriagadoras, la música y la danza, el coloquio no utilitario y el culto a los dioses». Sería ocioso, por innecesario, analizar las dos primeras notas señaladas : ambas, en especial la segunda, se cumplen con demasiada frecuencia, incluso en ocasiones no precisamente festivas El solitario y el «hombre solemne» —contrarios los dos a la auténtica fiesta— pueden, en ocasiones, participar en la «francachela» o el banquete protocolario, pueden embriagarse y enajenarse, pero no les está dado integrarse en radical comunidad. El uno y el otro son secos de espíritu, no llegan a la fiesta porque no saben dar alegría y placer a los demás, porque no conocen siquiera el aspecto más generoso de la caridad. El aforismo machadiano reza, por eso:
«Poned atención:
un corazón solitario
no es un corazón».
Música y danza, en unidad estrecha, es la armonía prodigiosa del desfile de «comparsas» del día cinco, de las «dianas», de las «retretas»... «Desfile», «comparsa», «diana», «retreta» —no nos llamemos a engaño— son vocablos sacralizados. (Quien haya participado, como actor o como espectador, en las fiestas de Villena lo sabe muy bien). También la tertulia desinteresada es posible en Villena durante esos días. Los «festeros» se reúnen porque sí, y cada uno es festero porque quiere. El coloquio —a sabiendas o no— gira siempre en torno de un ideal pasado y fantástico, de algo en que, aunque se sepa juego, se cree. Y todo ello presidido por la Virgen y ofrecido a Ella, que ha hecho de cada «villenero» un virtuoso de la fiesta.
El consumo de bebidas más o menos embriagadoras.
Sí, Villena, excepcionalmente, Posee aún en toda su plenitud el sentido profundo de la fiesta. En una época en que el mundo lo está perdiendo, no es ningún azar que las mal llamadas «salas de fiestas», sean en nuestra ciudad plantas de invernadero. La fiesta quiere la claridad y el aire limpio; por fortuna las «barracas» de las «comparsas» pueden mirar el cielo. Todavía se puede proclamar con regocijo : «Otra vez, como el año pasado». Porque como quería Miguel Hernández, el gran poeta malogrado,
«Aquí de nuevo empieza el orden, se reanuda el reposo...»
Frente al trabajo deshumanizado y al aturdimiento de la diversión desmedida, cabe buscar la conversión en la fiesta. Tal vez su reencuentro sirva para superar el nihilismo de tantos espectáculos masificadores, en los que los empresarios sólo se preocupan por sorprender los instintos primarios del hombre. Confiemos en la salud de nuestro pueblo, y en lo mejor de él, en la juventud. Se suele decir que nada hay mejor que la juventud. El tópico resulta ahora verdadero. La juventud es lo mejor porque vive anclada en la esperanza. Mientras somos jóvenes lo esperamos todo, o casi todo, de la vida. y porque tenemos confianza en nosotros la depositamos con frecuencia en los demás. Poco importa que esa confianza sea convertida por los años en jirones ; poco importa que la veamos traicionada alguna vez. por los otros. Lo que interesa es conservarla por encima de todo.
… el coloquio no utilitario…
Recordemos siempre la enseñanza viva de esos niños que,. en momentos de tristeza, bailan en corro, cantando hacia adentro —que es como rezar—, para anunciar a todos que la alegría está cerca. Mi maestro, José Luis L. Aranguren, ha escrito : «Creo que la vida es más bien triste. Pero por dentro de la tristeza puede ir brotando, poco a poco, como bajo mansa lluvia, la alegría».
Extraído de la Revista Villena de 1963
Cedida por… Avelina y Natalia García
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