TU AUSENCIA NO ES TU OLVIDO.
ANTONIO ESTEVAN NAVARRO “TONI DE LA BANDA”
Juan José Lillo Pérez - Premio 2015 "Charraícas del Paseo"
Cronista de la Banda Municipal de Música de Villena
El arte de la música es el que más cercano se halla de las lágrimas y los recuerdos. Oscar Wilde
Toni con 3 años
Ponerse delante de unas hojas en blanco y pretender escribir algo que esté a la altura de esa gran persona que fue don Antonio Estevan Navarro “el Toni”, les puedo asegurar que es muy difícil para mí, e imagino que para cualquier persona que coincidiese con este “gran músico” dentro de las filas de esta familia que es la Banda Municipal de Música de Villena.
Toni con su madre Ángeles Navarro (1939)
SÍ, Toni fue un gran músico. Estamos hablando de uno de los más importantes que hayamos podido pasar en estos casi 93 años de historia de la Banda Municipal. Como componente de pleno derecho desde el año 1949, Toni participaba muy activamente en todo: no faltaba a casi nada, era de los primeros siempre en llegar a los ensayos, ayudaba a montar la academia, te avisaba por la calle de los ensayos, si no ibas te echaba la bronca a su manera y te invitaba a que no volvieses a faltar a más ensayos. Y si todo esto era poco, durante muchos años fue pieza imprescindible en la Banda Municipal del Maestro Carrascosa.
Grupo Escolar Escuelas Nuevas (Toni de blanco) 1949
Lo más importante en una banda, o lo que anhelan muchas formaciones, no es tener un grupo de músicos que toquen su papel en la banda y se vayan. Lo ideal es que esos músicos hagan banda. Es crear un grupo de buenos amigos, una familia especial con un nexo de unión, la música; y les puedo asegurar que Toni era uno de esos músicos que hacían banda. Ya podía ser con un educando recién incorporado o con cualquiera de los músicos veteranos, y si no, pues con cualquier familiar de músico, pero Toni se hacía querer y respetar.
Con el maestro Carrascosa 1955 apróx.
Pero empecemos por el principio:
En el seno de la Familia Estevan Navarro la buena nueva de la llegada de una criatura al mundo, y más tratándose del primogénito, sería bien avenida, se trataba de un embarazo normal para la época de la que estamos hablando, sin tantos controles y revisiones como actualmente, pues nos remontamos al año 1934.
En Villena, el 10 de noviembre de 1934 en la casa familiar, sita por aquel entonces en el nº 25 de la Plaza de Biar esquina con Calle Baja vino al mundo el niño Antonio Estevan Navarro. Posteriormente nacerían 3 hijos más en la familia: Virtudes, Juan y Pepe. Aparentemente, Toni al nacer era un bebé normal, pero muy pronto, aproximadamente a los 3 meses, que es cuando los niños empiezan coger fuerza en la espalda y cuello para poder sostener la cabeza, se dieron cuenta de que no era capaz de realizar todo esto. Toni sufría algún problema. Algo pasaba, pero no sabían lo que era.
Toni y Pedro Martínez Sánchez "El Zumba" ayudantes de la banda.
Se sucedió el tiempo, y la familia observaba una deficiencia en el crecimiento; no se desarrollaba con normalidad, no andaba, ni gateaba, ni hablaba. Cuando apenas contaba con 4 o 5 años y tras las visitas a los médicos locales y varios viajes a los especialistas de Alicante diagnosticaron que Toni tenía una deficiencia de las hormonas tiroideas (hipotiroidismo) lo que le provocaba un déficit en su desarrollo tanto físico como intelectual, y puesto que no había sido tratado, por si no era poco, todo lo anterior se agravó con raquitismo ante la falta de vitamina D.
Con poco más de 5 años, los tratamientos y/o medicamentos empezaron a hacerle efecto, no en el grado en el que la familia hubiese querido, pero se empezaban a ver los primeros resultados. Coincidiendo con una visita familiar a Alicante, de repente Toni se agarró a una silla, y con la ayuda de ésta comenzó a caminar. Apenas un año después, y con la libertad e independencia que le daba el desplazarse por él mismo, empezó a brotarle una gran pasión por algo que le acompañó el resto de su vida: la Música.
En 1940 y recién reorganizada la Banda Municipal de Música de Villena tras la contienda, cuando pasaba la Banda Municipal en uno de sus numerosos pasacalles, y se cortaba la calle al tráfico para la realización del desfile, agarrado al camal del pantalón de un músico amigo de la familia, llamado Andrés y de mote “el cabezón”, era frecuente ver un niño vestido con una chaqueta azul marina de punto, y que apenas se veía del suelo, que acompañaba ya entonces a la formación musical donde quiera que fuese.
Era tal la pasión que Toni tenía hacia la música y hacia la Banda Municipal que siempre era uno de los primeros en asistir a los conciertos que daba la Banda Municipal en el Paseo Chapí junto a la rana. La presencia de este joven, de apenas 14 años, y muy pequeño de estatura, llamó la atención de don Manuel Carrascosa, director por aquel entonces de la Banda. Con ocasión de uno de estos conciertos, y en el transcurso del descanso, se percató como un grupo de chiquillos se reían, burlaban e incluso llegaban a pegar a ese niño. Don Manuel conocedor de la desagradable acción que estaban realizando aquellos niños, y con su carácter y sentimiento, enseguida pensó que eso tenía frenarlo.
El Maestro Carrascosa, en el transcurso de un ensayo, les comunicó a los músicos que la Banda iba a tener una mascota (Persona que sirve de talismán, que trae buena suerte)) . Al principio causó risas entre los músicos pero, por suerte, lo que decía el Maestro en la Banda, y dada su trayectoria, se aceptaba con gusto. No hubo nadie que preguntase el porqué. Al contrario, lo tomaron con simpatía y curiosidad.
Toni, querido y respetado dentro y fuera de la Banda
Entonces, Carrascosa cogió a Toni, un día en un ensayo lo presentó a la Banda y les dijo que: “desde hoy en adelante hemos de proteger a Toni, porque bastante desgracia tiene de estar como está. Le vamos a dar autoridad”. Y entonces le dio el trabajo, con una vara pequeña, como él era, que fuese el encargado de guardar el orden cuando tocara la Banda y en los descansos. En los siguientes conciertos, los chiquillos se acercaban de nuevo al tablao de la Banda, pero un Toni que se veía respaldado por la Banda poco a poco se hizo de respetar y ninguno se atrevía a llevarle la contra a ese joven ayudante.
Con este motivo, una vez, su madre fue a casa de don Manuel a darle las gracias a él y a su mujer, que también le guardaba mucho cariño al chiquillo, y a decirles que había estado en una consulta con un médico, un día que Toni no se encontraba bien, y que el médico le dijo “Usted tenga paciencia con él, porque este tipo de enfermedad que tiene, sobre los 21 años le cambia la naturaleza del cuerpo, y se mueren. De forma que usted vivirá con su hijo unos 5 o 6 años más” a lo que el Maestro le contestó: “usted no se preocupe, que mientras Toni viva, la Banda lo va a proteger”.
Buena armonía con sus compañeros de la Banda.
Así fue como el 5 de septiembre de 1949, y con su flamante uniforme que le confirmaba como músico de pleno derecho de la Laureada Banda Municipal de Música de Villena, comenzó esa unión de “Toni y su Banda Municipal”.
Músicos que vivieron la incorporación de Toni a la Banda contaban que, debido a todos los problemas que había sufrido en sus primeros años de vida, él estaba muy mal de salud, pero a raíz de integrarse en la gran familia de la Banda Municipal, Toni empezó a mejorar. La música le hacía sanar o quizás olvidarse de sus limitaciones. Se sentía muy integrado.
Según propuso don Manuel a los músicos de la Banda, en un principio Toni ingresó como ayudante o mascota, según decía el Maestro, pero don Manuel Carrascosa, viendo su gran interés por la música, puso mucho empeño que en Toni pudiese ser un músico más de la formación y, puesto que había ido a escuela, intentó enseñarle solfeo y que tocase un instrumento. El Maestro le probó el trombón, y tras varios intentos, don Manuel desistió. Tiempo después se podía ver de vez en cuando a Toni realizando algún acompañamiento a la Banda con los hierros (triángulo).
Foto de su carnet de músico.
Desde su ingreso en la Banda Municipal, Toni siempre hizo buenas migas con los instrumentistas de madera aguda (flautas, oboes y clarinetes), ya que en los desfiles siempre se situaba en la parte de atrás de nuestra formación, sitio natural de los citados instrumentos. Era frecuente verlo al final de la Banda hablando o riendo con Alfredo y Paco Rojas, Oliva, Maestre, José Bañón “El Poa”, Francisco Gil “Paquito el Risas”, etc.
En los primeros años de la década de los 50, y coincidiendo con el ingreso en la Banda Municipal de Pedro Martínez López “El Zumba” (actual número 1 de nuestra formación) y encargado en aquellos años de ser el avisador y colocador de la Academia de la Banda, Toni fue un apoyo muy importante de Pedro. Le ayudaba a transportar todos los elementos de la Academia, le echaba una mano para colocar las sillas, atriles y a cada músico su carpeta, que a pesar de la dificultad de no saber leer, aprovechaba muy bien su memoria retentiva y sabía donde debía de poner la carpeta de cada músico.
Ante la imposibilidad de que Pedro “El Zumba” pudiese ir en los pasacalles tocando la flauta y portando los papeles por si algún músico le pudiese hacer falta, fue cuando Pedro, a modo de auxilio, le pedía a Toni que le llevase la carpeta con las partituras sobrantes. Imagen que se repetiría en multitud de ocasiones, año tras año, desfile tras desfile: ver a Toni al final de la Banda con su carpeta de partituras.
Esa imagen de Toni, de uniforme, al final de la Banda Municipal y con la carpeta bajo del brazo, fue, es y será parte de nuestra historia. Una imagen típica de Villena.
Debido a la medicación que tomaba, Toni en esta época estaba muy gordo, y agravado con su escasa estatura, fue cuando dio lugar a que algunos villenenses o foráneos, que no conocían directamente a Toni, al verlo lo tacharan o trataran de persona enana. En la época de la feria de atracciones, y a la finalización de los conciertos que ofrecía la Banda con motivo de la misma, había una tómbola, donde el feriante llamaba a Toni y lo subía. Toni ya era conocido y muy querido en Villena, atraía a mucha gente, y valiéndose de él, el feriante aprovechaba para hacer una parodia sobre lo que cobraba Toni en la Banda y así vendía un mayor número de papeletas para la rifa. Es de suponer que Toni, sin malicia alguna, se vería rodeado de mucha gente y se sentiría importante en ese momento.
Santa Cecilia 1995
En el año 1964, y cuando ya contaba con 30 años, fue cuando los médicos lograron acertar con los medicamentos y dosis a suministrarle para un mayor desarrollo, pues hasta la fecha no se habían obtenido los resultados correctos y le provocaban un exceso de grasa. Fue a raíz de este cambio en la medicación cuando Toni comenzó a crecer hasta la altura que posteriormente tuvo.
Con el paso de los años Toni se fue convirtiendo en un personaje (desde el respeto) de Villena. La gran diferencia entre Toni y otras figuras representativas en la historia de Villena, es que él se integró completamente en una asociación, llegando a ser su presencia indispensable en multitud de ocasiones. Y no en cualquier asociación, si no en la Banda Municipal de Música, que por aquellos entonces se le tenía mucho más aprecio y respeto, pues era uno de los mayores referentes culturales en la ciudad.
Durante su periodo de estancia en la Banda fue como el jefe de protocolo: pendiente de reservar las sillas de las primeras filas en los conciertos en la calle para las autoridades; intentando que la gente del público se comportara en los conciertos, que guardara silencio; repartiendo los programas de mano; que no faltase ninguna silla, atril o carpeta a los músicos de la Banda; se encargaba de que los músicos llevaran el traje con el respeto que se merecía la entidad, colocando corbatas si hacía falta, etc.
Dibujo de Ugeda 1987
En su vida fuera de la Banda de Música, a Toni le buscaron un trabajo donde recorría Villena de punta a punta varias veces al día, cargado con un carretón recogiendo papel, hiciese frío o calor. Años más tarde, concretamente en 1980, y coincidiendo con el fallecimiento de sus padres -sucedido en apenas 4 meses-, su hermana Virtudes se hizo cargo de Toni y nunca más trabajó tirando de ese carro y buscando papel de las fábricas y comercios.
Quizás para paliar el sol de este trabajo, o quizás porque en la Banda se llevaba gorra de plato, Toni se sentía a gusto y se veía bien con la cabeza cubierta. Es aquí cuando podemos denotar otra de sus pasiones: las películas de vaqueros. Toni llevando un gran sombrero de americano, sus pistolas en las cartucheras, su placa de Sheriff y un silbato escondido en uno de sus bolsillos para hacerse notar cuando alguien no se percataba de su presencia. Todos estos elementos pasaron a ser parte imprescindible en su vestuario.
¿Quién no recuerda esa otra imagen típica de Villena de ver a Toni sentado en La Salvadora o en los Recreativos Parra?, ¿o anteriormente en la esquina de la Ferretería Belda repartiendo concienzudamente los programas de los conciertos de la Banda? Toni era un profesional del reparto. No le daba programas a cualquiera que pasase por la calle. Si la persona que le pedía el programa era asiduo a los conciertos o iba de vez en cuando, Toni le entregaba el programa (solamente uno). Pero si en cambio era por curiosear lo que estaba repartiendo o simplemente un chiquillo que a la vuelta de la esquina lo iba a tirar, Toni no se lo daba. Cuando los directores le entregaban los programas de los conciertos a Toni, estaban muy seguros de que serían muy bien repartidos. Posteriormente esta profesionalidad le valió que muchas empresas locales le confiaran a él el reparto de su publicidad.
Una cosa que quizás mucha gente desconozca era su fabulosa memoria. Memoria musical, pues al escuchar una melodía, enseguida la tarareaba y tímidamente se atrevía a dirigirla, con ese Parkinson que poco a poco le fue ganando la batalla; o quizás te indicaba que ese pasodoble lo habíamos tocado recientemente en este o aquel concierto. Otra parte de su extraordinaria memoria era para con los músicos, ya fuesen en activo o en tiempos pasados, te decía donde se sentaba en la Banda, donde vivía, las familias,… Se preocupaba de preguntar a los padres como iba su hijo músico, y quizás ya llevaba retirado de la Banda 10 o 15 años.
Quien conoció a Toni sabrá el gran corazón que tenía, la gran simpatía que le mostraba a todo el mundo, y a su vez él era muy querido por la gente, y sobre todo por sus músicos. A nadie le daba una mala respuesta, prefería dar la razón antes que discutir, y cuando hacía una cosa que pudiese sentar mal, al darse cuenta de lo que había dicho, te decía con su voz ronca y entrecortada: “Es una brómica”.
Fue tan querido en la Banda que cuando la comisión del momento se le ocurrió la posibilidad de hacer un reconocimiento honorífico a algún director o músico de la Banda, el primer candidato fue Antonio Estevan Navarro “El Toni”, nuestro Toni. Así fue como en el Concierto de Santa Cecilia de 1995, desde el atril de presentador, el Presidente de la Comisión de la Banda, don Juan Soler, visiblemente emocionado y con la voz entrecortada, daba lectura al currículum de Toni. Toda la Banda Municipal en pie recibía a Toni como “Músico de Honor”. Acto seguido nuestro director, don Gaspar Ángel Tortosa, le cedía su batuta para que, esta vez, desde lo alto de la tarima de director dirigiese a su Banda el pasodoble “La Entrada”
Tras algunas preguntas nerviosas a Gaspar de: “¿Qué hago?, ¿Cómo lo marco?”, bajó la batuta y comenzó a sonar el pasodoble que tantas veces había escuchado desfilando al final de la Banda. Esa tarde y en ese momento, los músicos estábamos dichosos por el momento único que estábamos viviendo. Realizamos una interpretación de La Entrada muy especial, transmitiendo en cada una de nuestras notas todo el cariño hacia Toni. Algunos todavía recordamos aquel mágico momento, y me consta que muchas lágrimas de alegría soltamos aquel día sobre el escenario. ¡Con qué poco hicimos inmensamente feliz a Toni!
Y fueron pasando los días y los años, y Toni seguía siendo el primero en asistir a los ensayos, a los desfiles y a los conciertos, pero el tiempo pasa más de prisa de lo que queremos, y las dificultades para seguir con ese paso tan peculiar el ritmo de la Banda aumentaban. Los directores, conocedores de ello, hacían paradas cada menos tiempo, para que le diese tiempo a engancharse de nuevo a la formación. En sus ratos libres le dio por fabricar batutas para todos los músicos de la Banda. Cuando llegaba una nueva remesa de educandos, con paciencia y poco a poco, se encargaba de pulir con cúter, algún cristal y mucha lija los trozos de madera que encargaba en alguna carpintería local.
Este altruista trabajo estuvo a punto de costarle un dedo y si se llegan a descuidar casi la vida. Sentado en la puerta de los Recreativos Parra, en el momento de saludar a alguien, se hizo un corte en uno de sus dedos. Fueron pasando los días y la herida no mejoraba, al contrario, iba a peor, llegando a darle fiebres altas. Él seguía ocultando su dedo herido. Su hermana viendo que estaba raro, y con frecuentes sudores, le preguntó a Toni que le pasaba, y al enseñarle el dedo, cogieron el coche y rápidamente se fueron al médico. Lo pillaron a tiempo y no paso de ser un susto, pero unos días más y los médicos no saben en que podría haber terminado esa fabricación de batutas. Una vez recuperado, y siendo como era con sus manías, siguió regalando batutas a los nuevos músicos.
A principios del año 2004, no asistió Toni a un ensayo, pero no se le dio mayor importancia, pues de vez en cuando faltaba puntualmente a alguno de ellos, bien por algún resfriado o con la excusa que decía de: “no me ha dejado venir mi hermana”. Al siguiente ensayo, tampoco vino, ni al siguiente, y sus faltas se prolongaron en el tiempo. Un día por la calle, acompañado como siempre de su inseparable perrita “Estrella”, le pregunté: “Toni, ¿qué pasa que ya no vienes a los ensayos?” A lo que contestó: “mi hermana no me deja que se hace muy tarde”. Los motivos de su hermana fueron que: “cada vez hay más gente joven, él necesita ayuda para subir las escaleras, y cuando termina el ensayo, mientras llega a casa se hace más tarde de la 1 de la madrugada. No quiero darle obligaciones a nadie”. Conociendo a Toni durante 20 años, no me puedo imaginar lo que tendría que hacer su hermana Virtudes en casa para sujetarlo y que no se le fuese para la Banda.
Toni tenía algo especial en su sonrisa, en su mirada; tenía un semblante en su cara que expresaba toda la bondad que llevaba dentro. No era la típica persona a la que la gente le tenía lástima, tenía sus limitaciones, pero el Toni era mucho Toni. Él se hacía de querer por toda Villena. No se podía pensar en la Banda sin el Toni, y cuando la salud ya no le permitía seguir el ritmo de la Banda, toda la gente en fiestas lo decía o se preguntaba “el porqué no iba el Toni con la Banda Municipal”.
Una grata sorpresa para toda la Banda, fue cuando en el concierto del Día 4 de ese año (2004) aparecía Toni, debidamente uniformado por la puerta de artistas del Teatro Chapí, fiel a su cita con el primer acto de nuestros días grandes.
Desde aquel 2004 hasta el final de sus días, los desfiles de fiestas los veía uniformado con su traje de la Banda, con aquella vara en su mano que le dio su Maestro Carrascosa, sentado a la altura de Los Parra, y cuando veía pasar a su Banda Municipal se ponía en pie, para que le viesen y poder saludar a los músicos y aplaudirles.
En el año 2005 sufrió un infarto, del cual se recuperó bien. Posteriormente aún sufriría otro, pero tristemente, el 15 de octubre de 2009 a los 74 años de edad, tras sufrir el tercero de los infartos, Toni dejó huérfana a su Banda Municipal.
Es destacable mencionar que hasta el momento, cuando fallecía un músico retirado o jubilado de la Banda Municipal, los compañeros de la Banda acudíamos a darle el último adiós musical de paisanos, sin uniformar. Si algunos se encontraban trabajando o estudiando, se pedía permiso y acudíamos a la iglesia donde se celebraba el funeral, tocábamos, le dábamos el pésame a la familia y de vuelta al trabajo o centro de estudios.
Por voluntad manifiesta Toni se marchó debidamente uniformado con el traje de invierno de la Banda Municipal de Música de Villena. Pero Toni merecía mucho más que un momento de la presencia de sus músicos. Toni merecía a toda su Banda Municipal, debidamente uniformada, completamente organizada para despedirse de quien lo había sido todo para esta institución villenera, dedicándole cada una de las notas más tristes que aquella tarde nuestros instrumentos podían ofrecer en su recuerdo.
Solo pensaba en el bien para los músicos y para la Banda, su Banda Municipal. Pienso que sus pensamientos del día a día siempre estaban relacionados con la música y con la Banda. Si la Banda Municipal le aportó protección, salud o vitalidad a Toni a lo largo de su vida, él lo multiplicó por mil y se lo devolvió, a la Banda como entidad, y a sus músicos en forma de cariño, respeto, compromiso e implicación.
Toni es uno de los personajes ilustres de Villena. Ilustre sin necesidad de estar en el Panteón de ciudadanos ilustres, porque Toni no lo necesitaba, pero sí en el que su marcha dejó un hueco en los corazones de muchos villenenses. Figura representativa de Villena, de las Fiestas de Moros y Cristianos y de su Banda Municipal. Las personas que tuvimos el enorme placer y el honor de convivir durante un tiempo con él, pudimos aprender una serie de cosas muy importantes; Toni era un ejemplo de vida para muchos: una persona transparente, sin malicia, sin soberbia, sin maldad alguna, cumplidor con sus obligaciones, noble como pocas personas, y lo más importante, hacerse de respetar desde el cariño.
Dos objetivos me planteé en este artículo: rendir un pequeño homenaje a “El Toni” músico y a su gran trabajo desarrollado dentro de la Banda, y dejar constancia de la historia de esta gran persona que fue don Antonio Estevan Navarro, pues hasta el momento sobre él poco se habría escrito, y él se lo merecía.
Toni, tus músicos siempre te llevaremos en nuestro corazón, darte las gracias por tanto cariño y tanta dedicación hacia ésta, tu Banda, que fue tu gran ilusión.
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