EL CAPELLÁN QUEBRADO Por José Sánchez Ferrándiz
“No olvide Vd. que la HERNIA es un peligro constante, tiene frecuentemente reacciones violentas y constituye siempre un impedimento para la vida normal de quien la sufre...”
Con esta y otras frases similares se anunciaba por aquel tiempo en numerosos periódicos del país la venta de los aparatos que patentados por el que se decía, famoso ortopeda de París Sr. D. A. Boer, garantizaban la plena curación de todos los que sufrían hernias. Los testimonios laudatorios en los diarios eran continuos, agradeciendo cuantos habían adquirido alguno de aquellos artilugios, los enormes beneficios para la salud producidos por su uso.
El negocio debía ser boyante, habida cuenta de las frecuentes demostraciones presenciales de los distintos aparatos del Sr. Boer, que se anunciaban en los diarios y que tenían lugar periódicamente en hoteles y fondas de muchas poblaciones de importancia del territorio nacional, entre ellos el Hotel Alcoyano de Villena. Estas presentaciones se verificaban a través de alguno de los representantes del ortopeda francés, cuya central en nuestro país y única autorizada para la venta de sus productos, estaba ubicada en la calle Pelayo 60 de Barcelona.
Cientos de personas, hombres y mujeres, acudirían con la esperanza de encontrar alivio a sus dolores y molestias, aún a costa de rascarse convenientemente el bolsillo. Aunque bien mirado y siguiendo el rico refranero español, la salud, no tiene precio.
Uno de aquellos usuarios fue el vecino de Villena José Gil Carpena, oriundo de Yecla y que por aquel tiempo desempeñaba el cargo de Capellán del Santuario de Nuestra Sra. de las Virtudes, puesto que ocupó tras la muerte de Casto Arroyo en 1910.
El sacerdote, agradecido, escribía una nota de reconocimiento hacia los extraordinarios beneficios conseguidos por el uso los aparatos del Sr. D. A. Boer, reseña que apareció publicada entre otros, en el semanario La Tierra, el 15 de diciembre de 1929 (*).
Santuario de Las Virtudes
Años más tarde, otro vecino de Villena, también herniado, un tal Luis Cutillas, escribió otra nota de agradecimiento tras la mejora observada con la utilización de los artilugios del reputado especialista parisino.
Y es que, como dice otro conocido y popular refrán castellano, de bien nacidos es ser agradecidos.
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(*) En la página 116 del libro Historia del Santuario Nuestra Señora de las Virtudes de Máximo García Luján, publicado por la CAM y el M.I. ayuntamiento de Villena en 1988, se indica que José Gil desempeñó la Capellanía del Santuario tras la muerte en 1910 de Casto Arroyo y hasta 1923. Este último dato no coincide con la nota de agradecimiento del sacerdote, de fecha 17 noviembre de 1929, en el que expresamente dice que es Capellán del Santuario.
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