Viernes 3 de agosto del año 2018. Susana Maciá Ruiz, cronista de la Comparsa de Piratas recibía el premio “Alfredo Rojas Navarro” en su XIV edición por su artículo “Las Mujeres del Traje Negro”. Relato desconocido para gran parte de la población pues la historia de estas primeras mujeres piratas quedo sepultada por la sociedad del momento en la que la igualdad efectiva entre hombre y mujeres era un objetivo por conseguir una ciudadanía más integral.
En la reforma de los Estatutos de la Junta Central de Fiestas, inscritos en el Registro Provincial de Asociaciones con fecha 27 de septiembre del año 1977, se recoge en el artículo 11 lo siguiente: “Podrán ser socios numerarios o efectivos toda persona física varón, de buenas costumbres, incluso los menores de edad, siendo la plenitud de obligaciones y derechos únicamente para los mayores de edad, con capacidad total”. Con la llegada de la democracia y la Constitución de 1978, que defiende la igualdad entre sexos, la mujer en la fiesta queda favorecida; y amparadas por la misma, un grupo de mujeres villenenses, presentó una demanda judicial ante el juzgado de primera instancia consiguiendo por una sentencia dada el 12 de diciembre de 1987 que la expresión “varón de buenas costumbres” fuera eliminada. “Toda solicitud de ingreso, total, deberá ser aceptada y refrendada por la Directiva de cada comparsa en la que se desee causar alta, debiendo satisfacer la cuota inicial o de inscripción además de estar al corriente de las cuotas anuales que reglamentariamente se señalen”. Artículo11.
También se estableció la forma de participación de las mujeres, que debería ser con un traje femenino y distinto al de los hombres, pero inspirado en él, y en los desfiles deberían participar como antes en bloques distintos a los de los hombres.
Desde el preciso momento en que la Junta Central cambió su reglamento al respecto de la mujer, ya nada volvería a ser como antes. Es entonces cuando su integración ya es un hecho irremediable en el que cada comparsa debía aprobar en asamblea cambiar sus reglamentos internos para que de una forma oficial las mujeres pudieran entrar activamente como socias.
Aquí comienza la historia de “Las mujeres Piratas”. No comienza como muchos piensan en el año 1990 con la participación oficial de la mujer en los desfiles de nuestra comparsa. Estas que se hicieron llamar la “Mujeres del traje negro”, fueron las primeras piratas, que una vez aceptada la presencia de la mujer en las fiestas de hecho y derecho, con sentencia firme en mano lucharon porque el sueño de toda festera fuera una realidad. Fueron un grupo de señoras y señoritas, esposas de socios, hijas de socios, amigas o conocidas que deciden con el mayor entusiasmo del mundo emprender una realidad que iban buscando desde niñas. Continuar en la fiesta como lo habían hecho en su niñez, dar todavía más alegría a la Comparsa de Piratas, más vida, más luz, pleitesía y admiración. Todo lo bonito y bello que una mujer apasionada por la fiesta pueda dar.
En aquel año 1988 respaldadas por el presidente de la comparsa y su directiva se despreocuparon de lo que sin saberlo pasaría posteriormente. Confiadas y resueltas iniciaron lo que para ellas era un sueño. Diseñaron y confeccionaron el traje incluso tuvieron sus reuniones y ensayos para las futuras fiestas.
Hasta que llega el día 15 de agosto. Todas las comparsas celebran sus asambleas que tradicionalmente tienen lugar en sus sedes para abordar los temas relacionados con la llegada de las fiestas. El delicado tema de la mujer ocupa en la Comparsa de piratas parte de la junta. En ella son invitadas unas cuantas señoras y señoritas como parte implicadas del asunto. Con la lectura del acta anterior comienza el embrollo. Pues en ella no se contempla el punto concerniente a la mujer. El acta se impugna por incompleta y falsedad. No se comprende como otros puntos se citan al más mínimo detalle y el punto de la mujer se omite. Tras la impugnación, comienza un obligado y acalorado debate por parte de los socios y por la portavoz del grupo de mujeres Milagro Murillo que busca el dialogo y resolver de la manera más sociable posible un entramado en el que se ven envueltas sin quererlo fiándose de la palabra del Señor presidente que suponían que estaba haciendo las cosas correctamente. Después de un enfrentamiento desagradable y bochornoso para estas ignorantes e incautas mujeres la impresión que se llevan es que la mayoría de socios le tenían muchas ganas al presidente. Y le faltó cometer el error garrafal de no hacer las cosas siguiendo los protocolos debidos, y ante ello pagaron ellas las consecuencias. Salieron de aquella asamblea aplaudidas por su firme valentía, pero lo que buscaban era el apoyo de la mayoría, que siendo hombres y en aquella época en la que la incorporación de la igualdad como derecho parece que todavía no tenían muy asimilado, la negociación con la mujer fue denegada.
Esas pobres muchachas, pues no se les puede calificar de mejor manera, lloraron de impotencia, de rabia, frustración por no poder hacer nada, después de la tremenda ilusión que habían puesto para el deseado fin que conseguirían después de los años; salir en los desfiles cada una en la comparsa que le vino en gana. Las que eran hijas de socios y quisieron saldrían en 1990 con la entrada oficial de la mujer pirata, y otras lo hicieron en diferentes comparsas. La mayoría en la de Estudiantes y Andaluces. Y no era para menos, pues no quedaron nada contentas con la situación, y entonces que eran tan jóvenes, la sensación que les quedó era de humillación, cosa que hoy en día no les sucedería pues están bien aleccionadas con el cambio de vida.
Después de todo lo sucedido y a puertas de la llegada de las fiestas, y una vez sosegado los ánimos, pues la resignación ya estaba hecha, se les ofrece a estas mujeres la posibilidad de poder desfilar fuera de nuestra población. Y nada más cerca que hacerlo en otras ciudades vecinas como Caudete, Rojales o Albaida.
Esta es la historia de aquellas Mujeres que quisieron ser piratas, a las que se les agradece la lucha y fuerza con que batallaron en aquella primera guerra, dejando la vía abierta para las siguientes guerreras que lo tuvieron todo mejor hecho y sin esfuerzo apenas.
Y como dice el relato escrito por Susana Maciá que recoge la revista especial de “Día 4 que fuera” del año 2018: ¡¡ Satisfechas tenéis que estar y bien altivas en los hechos porque, aunque la historia os recogió de pasada y apenas de vosotras habla, yo si os reconozco como grandes piratas!!
Por... Susana Maciá Ruiz
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