LUIS HERNANDEZ NAVARRO, COMPOSITOR VILLENENSE
A Carmen, Luis y Andrés, en el recuerdo al amigo. Luis había nacido en Villena, en una casa del Paseo Chapí, el 17 de mayo de 1926, hijo de Andrés y Carmen, teniendo además una hermana menor que él.
A Carmen, Luis y Andrés, en el recuerdo al amigo. Luis había nacido en Villena, en una casa del Paseo Chapí, el 17 de mayo de 1926, hijo de Andrés y Carmen, teniendo además una hermana menor que él.
Luís Hernández Navarro en 1993.
Por motivos laborales la familia se traslada a La Roda, donde Luis pasa su infancia y recibe las primeras nociones de solfeo de la mano de una religiosa.
De vuelta a Villena comienza, esta vez en serio, los estudios musicales en la Escuela Municipal de Música, bajo la tutela del recordado D. Manuel Carrascosa, quien le instruye en solfeo y armonía, a la vez que le ayuda a preparar su ingreso en el Conservatorio Superior de Valencia.
Merced a una beca que le concede el M.I. Ayuntamiento de nuestra ciudad, hace su matrícula libre en dicho Centro, cuando cuenta 20 años de edad, siendo el mayor de los alumnos que comparten clases con él.
Entre otros es alumno de los reputados maestros Sosa y Palau, de quienes guardará siempre el mejor de los recuerdos, sobre todo de D. Manuel Palau, quien mostró hacia él especial cariño y atención, que quiso se quedara con él como su profesor adjunto cuando terminó los estudios, a lo que Luis, por amor a su tierra, no accedió.
En tan sólo trece años, tiempo record si pensamos lo que supone una carrera superior de estas características, termina los estudios con brillantísimas notas, teniendo en cuenta además que ha estado compaginando los mismos con su trabajo diario en la industria del calzado, en la que se jubilaría años más tarde.
Es a partir de aquí cuando en busca de mejores horizontes Luis, lleno de entusiasmo y seguro del terreno que pisa, se propone dedicarse a su verdadera vocación, la Música.
Llegados a este punto, queremos hacer un alto en nuestro relato para contar un hecho muy poco conocido y que consideramos importante para comprender mejor la personalidad de Luis y la repercusión que pudo tener en el futuro de su carrera.
De vuelta a Villena comienza, esta vez en serio, los estudios musicales en la Escuela Municipal de Música, bajo la tutela del recordado D. Manuel Carrascosa, quien le instruye en solfeo y armonía, a la vez que le ayuda a preparar su ingreso en el Conservatorio Superior de Valencia.
Merced a una beca que le concede el M.I. Ayuntamiento de nuestra ciudad, hace su matrícula libre en dicho Centro, cuando cuenta 20 años de edad, siendo el mayor de los alumnos que comparten clases con él.
Entre otros es alumno de los reputados maestros Sosa y Palau, de quienes guardará siempre el mejor de los recuerdos, sobre todo de D. Manuel Palau, quien mostró hacia él especial cariño y atención, que quiso se quedara con él como su profesor adjunto cuando terminó los estudios, a lo que Luis, por amor a su tierra, no accedió.
En tan sólo trece años, tiempo record si pensamos lo que supone una carrera superior de estas características, termina los estudios con brillantísimas notas, teniendo en cuenta además que ha estado compaginando los mismos con su trabajo diario en la industria del calzado, en la que se jubilaría años más tarde.
Es a partir de aquí cuando en busca de mejores horizontes Luis, lleno de entusiasmo y seguro del terreno que pisa, se propone dedicarse a su verdadera vocación, la Música.
Llegados a este punto, queremos hacer un alto en nuestro relato para contar un hecho muy poco conocido y que consideramos importante para comprender mejor la personalidad de Luis y la repercusión que pudo tener en el futuro de su carrera.
Luís da la mano a José Mª Soler, autor de la letra, la noche del estreno del Pasodoble "La Noble Villena" año 1951.
Corre el año 1959, Luis decide opositar para una plaza de músico militar en Madrid. Después de varias pruebas que le llevan a quedar finalista junto con otro compañero, la noche anterior a la última, decisiva para la ocupación de la plaza, recibe una llamada telefónica en la que le comunican que no se presente a la misma, pues en el caso de obtener la máxima puntuación no se le podría adjudicar. Ante el porqué de esa postura Luis sólo recibe por única contestación “que no se puede dar dicha plaza al hijo de un represaliado”.
Esto marcó para siempre la carrera musical de nuestro personaje, impidiéndole de por vida presentarse a cualquier concurso u oposición, atreviéndonos a asegurar que también pesó en su forma de ser y actuar, creándole una fama de introvertido que de ninguna manera se correspondía con la realidad.
Retomemos el hilo de nuestro relato. El 22 de septiembre de 1962 contrae matrimonio con Carmen Clúa Juan, naciendo del mismo dos hijos, Luis y Andrés. Carmen, que es profesora de piano, comparte con Luis su amor por la música, convirtiéndose en su más firme apoyo, prestándole siempre el cariño y comprensión que todo artista necesita para llevar a cabo su obra.
Es ahora cuando entre su trabajo diario en la fábrica y robándole horas al sueño, Luis se dedica de lleno a la composición. Si bien el número de sus obras no es todo lo extenso que fuera de desear, es suficiente para darnos la talla de músico de altos vuelos que era. Al respecto del escaso número de composiciones, sabemos que en otro tiempo fue más extenso, pero una exigente autocrítica le hizo hacer desaparecer algunas, de las cuales no nos queda ni el título.
Su labor compositiva se desarrolla al unísono con su vida cotidiana, sencilla, callada. Surgen con el tiempo obras, que incluso cuando son estrenadas por agrupaciones de prestigio nacional fuera de nuestra ciudad, el hecho pasa casi desapercibido para la mayoría de sus paisanos.
Sus composiciones abarcan casi todas las formas musicales, desde la sintonía -cuyo original de la primera se perdió en el camino a Marsella donde fue enviada para un concurso, y de la que sólo nos queda el primer tiempo para gran banda- poema sinfónico, forma en la que nuestro personaje es donde mejor se realiza, música de cámara, coral, pianística, y lo que él llama ligera, que no es otra cosa que su aportación a nuestra fiesta de moros y cristianos, de la que digamos de paso nunca se sintió muy satisfecho, pues son obras menores que siempre compuso por compromiso con algún amigo. Fuera de éstas nunca quiso componer más este tipo de música, con lo cual estamos seguros que dejó de ganar mucho dinero.
Gran conocedor de la técnica de instrumentación, realizó la de varias zarzuelas del compositor jumillano Julián Santos. También hizo la transcripción a la notación moderna de la mayoría de obras del polifonista villenense Ambrosio Cotes, que figuran en la magnífica biografía escrita por el inolvidable D. José María Soler.
Huye de componer solamente sobre conocimientos de armonía y utiliza, con verdadera maestría, el contrapunto, estando toda su obra llena de bellos ejemplos. Su estilo es tan personal, sin sujeción a escuela alguna, que es capaz de crear una obra dentro de la mejor forma clásica v deslumbrarnos con una orquestación totalmente impresionista en otra.
Esto marcó para siempre la carrera musical de nuestro personaje, impidiéndole de por vida presentarse a cualquier concurso u oposición, atreviéndonos a asegurar que también pesó en su forma de ser y actuar, creándole una fama de introvertido que de ninguna manera se correspondía con la realidad.
Retomemos el hilo de nuestro relato. El 22 de septiembre de 1962 contrae matrimonio con Carmen Clúa Juan, naciendo del mismo dos hijos, Luis y Andrés. Carmen, que es profesora de piano, comparte con Luis su amor por la música, convirtiéndose en su más firme apoyo, prestándole siempre el cariño y comprensión que todo artista necesita para llevar a cabo su obra.
Es ahora cuando entre su trabajo diario en la fábrica y robándole horas al sueño, Luis se dedica de lleno a la composición. Si bien el número de sus obras no es todo lo extenso que fuera de desear, es suficiente para darnos la talla de músico de altos vuelos que era. Al respecto del escaso número de composiciones, sabemos que en otro tiempo fue más extenso, pero una exigente autocrítica le hizo hacer desaparecer algunas, de las cuales no nos queda ni el título.
Su labor compositiva se desarrolla al unísono con su vida cotidiana, sencilla, callada. Surgen con el tiempo obras, que incluso cuando son estrenadas por agrupaciones de prestigio nacional fuera de nuestra ciudad, el hecho pasa casi desapercibido para la mayoría de sus paisanos.
Sus composiciones abarcan casi todas las formas musicales, desde la sintonía -cuyo original de la primera se perdió en el camino a Marsella donde fue enviada para un concurso, y de la que sólo nos queda el primer tiempo para gran banda- poema sinfónico, forma en la que nuestro personaje es donde mejor se realiza, música de cámara, coral, pianística, y lo que él llama ligera, que no es otra cosa que su aportación a nuestra fiesta de moros y cristianos, de la que digamos de paso nunca se sintió muy satisfecho, pues son obras menores que siempre compuso por compromiso con algún amigo. Fuera de éstas nunca quiso componer más este tipo de música, con lo cual estamos seguros que dejó de ganar mucho dinero.
Gran conocedor de la técnica de instrumentación, realizó la de varias zarzuelas del compositor jumillano Julián Santos. También hizo la transcripción a la notación moderna de la mayoría de obras del polifonista villenense Ambrosio Cotes, que figuran en la magnífica biografía escrita por el inolvidable D. José María Soler.
Huye de componer solamente sobre conocimientos de armonía y utiliza, con verdadera maestría, el contrapunto, estando toda su obra llena de bellos ejemplos. Su estilo es tan personal, sin sujeción a escuela alguna, que es capaz de crear una obra dentro de la mejor forma clásica v deslumbrarnos con una orquestación totalmente impresionista en otra.
Luís Hernández con las intérpretes de "Amaya" el día de su estreno. Año 1996.
Fue maestro de varios alumnos que hoy son destacados compositores.
El caballo de batalla de todo compositor es el estreno de sus obras. Luis Hernández ha visto estrenadas -no sin dificultad- todas su composiciones por algunas de las orquestas y bandas más relevantes del país. Sólo queda por realizarse el de su última obra sinfónica, que Luis, con la sencillez que le caracterizaba, nos pidió permiso para que ostentara el nombre de nuestra hija. Se trata del zapateado “AMAYA”, que cuenta además con versiones de violín y piano, y para gran banda, éstas sí son estrenadas.
Recientemente el M.I. Ayuntamiento de nuestra ciudad acordó -muy acertadamente- rotular una calle con el nombre de nuestro personaje.
Terminamos estas pinceladas sobre la vida de Luis Hernández, diciendo que el panorama musical villenense ha perdido a un gran artista, pero sobre todo a un hombre bueno y sencillo, cuya obra honra a la ciudad que le vio nacer. Tal vez su forma de ser, enemigo de boatos y homenajes, haya hecho que el nombre de Luis no figure en ninguna enciclopedia musical. Esperemos que en el futuro algún musicólogo o estudioso se encargue de juzgar su obra musical sin el apasionamiento y cariño con que lo hacemos los que gozamos de su amistad, y coloque su figura en el lugar que por derecho le corresponde.
El caballo de batalla de todo compositor es el estreno de sus obras. Luis Hernández ha visto estrenadas -no sin dificultad- todas su composiciones por algunas de las orquestas y bandas más relevantes del país. Sólo queda por realizarse el de su última obra sinfónica, que Luis, con la sencillez que le caracterizaba, nos pidió permiso para que ostentara el nombre de nuestra hija. Se trata del zapateado “AMAYA”, que cuenta además con versiones de violín y piano, y para gran banda, éstas sí son estrenadas.
Recientemente el M.I. Ayuntamiento de nuestra ciudad acordó -muy acertadamente- rotular una calle con el nombre de nuestro personaje.
Terminamos estas pinceladas sobre la vida de Luis Hernández, diciendo que el panorama musical villenense ha perdido a un gran artista, pero sobre todo a un hombre bueno y sencillo, cuya obra honra a la ciudad que le vio nacer. Tal vez su forma de ser, enemigo de boatos y homenajes, haya hecho que el nombre de Luis no figure en ninguna enciclopedia musical. Esperemos que en el futuro algún musicólogo o estudioso se encargue de juzgar su obra musical sin el apasionamiento y cariño con que lo hacemos los que gozamos de su amistad, y coloque su figura en el lugar que por derecho le corresponde.
OBRAS MUSICALES
Música Ligera - Banda· La noble Villena. 1951. P.D. Tonadilla en 3 x 4.
·Marchan los Estudiantes. 1956. Marcha
Festiva.-Himno de los Piratas. 1961. Marcha.
-Agadir. 1961. Marcha Mora.
-Jota de la Virgen. 1981. Jota sobre M. Popular.
-Himno del C.A.M. 1982. Marcha.
-8 de Septiembre. 1992. M. de Procesión sobre el “Adagio” de Albinoni.
-Amaya. 1995. Zapateado.
Coral
-Riete sol. 1956. Canción de Primavera.
-Aleluya. 1997.
Piano
-Fuga-Fugato. 1961.
-Estudio-Vals. 1991.
Cámara
-Amaya. 1995. Violín y Piano.
Sinfónica-Sintonía en do menor (Mozartina). 1954. Primer Tiempo Allegro Giocoso (Gran Banda).
-Fantasía Española 1960. 1960. Poema Sinfónico.
-Ambrosio Cotes. 1975. Poema Sinfónico.
-España Sido XX. 1981. Poema Sinfónico (Gran Banda).
-Bodas de Plata. 1984. Poema Sinfónico (Gran Banda).
-Amaya 1995. (Sin estrenar).
Música Ligera - Banda· La noble Villena. 1951. P.D. Tonadilla en 3 x 4.
·Marchan los Estudiantes. 1956. Marcha
Festiva.-Himno de los Piratas. 1961. Marcha.
-Agadir. 1961. Marcha Mora.
-Jota de la Virgen. 1981. Jota sobre M. Popular.
-Himno del C.A.M. 1982. Marcha.
-8 de Septiembre. 1992. M. de Procesión sobre el “Adagio” de Albinoni.
-Amaya. 1995. Zapateado.
Coral
-Riete sol. 1956. Canción de Primavera.
-Aleluya. 1997.
Piano
-Fuga-Fugato. 1961.
-Estudio-Vals. 1991.
Cámara
-Amaya. 1995. Violín y Piano.
Sinfónica-Sintonía en do menor (Mozartina). 1954. Primer Tiempo Allegro Giocoso (Gran Banda).
-Fantasía Española 1960. 1960. Poema Sinfónico.
-Ambrosio Cotes. 1975. Poema Sinfónico.
-España Sido XX. 1981. Poema Sinfónico (Gran Banda).
-Bodas de Plata. 1984. Poema Sinfónico (Gran Banda).
-Amaya 1995. (Sin estrenar).
Revista Villena 1999
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