LA BANDA MUNICIPAL DE VILLENA
Esto ocurrió la mañana del cinco de septiembre de 1922. Temprano: poco más, poco menos, las siete. Supongamos que era una de esas mañanas de septiembre claras, limpias, sin calor, vencida ya la canícula. Demos por evidente, sin asomo ahora de dubitación, el grato ambiente propio del día: el olor de la sabina en la Corredera; la gozosa inquietud; el reprimido júbilo, pronto a estallar.
Este fue el escenario en el que tuvo lugar la primera actuación de la actual banda municipal de Villena. Aquella mañana, a tan temprana hora, la flamante agrupación fue hasta el domicilio del entonces alcalde de la ciudad, D. Fernando Amorós Amorós, que residía en la calle de las Malvas, hoy de Rafael Herrero, donde interpretó unos pasodobles. Desde allí inició, después, un jubiloso pasacalles, que fue llenando el pueblo de alegres sones.
La Banda Municipal de Villena en 1925
La banda anterior, llamada Juventud Musical Villenense, de vida lánguida, se había disuelto definitivamente el año 1919. Pero su director, D. Francisco Bravo, solicitó permiso del Ayuntamiento, el año siguiente, para fundar otra con nuevos músicos, todos jóvenes, que él se obligaba a formar. Conseguida la autorización empezó su labor, a finales de 1920, "el maestro Bravo", como aún le llaman quienes fueron sus discípulos.
Resultado de un trabajo que debió ser arduo y laborioso fue la salida a la calle de la nueva banda, el cinco de septiembre de 1922. La componían 65 instrumentistas. En la punta de la pluma se detiene, resistiéndose a salir, el apelativo de "profesores": la edad media de los componentes de la nueva banda no rebasaba los catorce años.
D Manuel Carrascosa García Director de la Banda Municipal de Villena, que cumple en este año el 25 aniversario de su incorporación a la misma.
No es difícil imaginar el ingenuo y justificado entusiasmo de los villenenses la tarde de aquel día, en el acto de la Entrada, al contemplar aquella Banda de adolescentes, todos hijos de la ciudad, vestidos con un curioso uniforme: una guerrera típicamente militar, del tradicional color con que viste la milicia, y un severo pantalón negro. Imaginémoslos enfrascados en la difícil tarea de hacer sonar sus instrumentos; la no menos delicada de conservar una correcta formación y andar acompasadamente; la de descubrir algún rostro querido entre los espectadores, bien con el rabillo del ojo, o aprovechando algún compás de espera.
Meses antes se había pedido a Quintín Esquembre, el músico villenense, que compusiera un pasodoble fácil, para ser interpretado aquel día, en el más característico de los actos de nuestras fiestas, y que sirviera, a la vez, para presentación de la nueva banda. No debió imaginar el compositor que "La Entrada", pasodoble compuesto sin más preocupación que la de no ofrecer grandes dificultades a los ejecutantes a que iba destinado, alcanzaría un rotundo éxito; y menos aún suponían los jóvenes intérpretes que la composición que se les dedicaba iba a dar la vuelta al mundo.
La banda se convirtió, desde entonces, en un timbre de orgullo para los villenenses. Y aún lo fue más cuando regresó del certamen de Alicante, en 1925, con la magnífica recompensa de un primer premio. Se había interpretado, como obra obligada, el Homenaje a Chapí, compuesto por Mariano Sanmiguel con fragmentos de zarzuelas del compositor villenense. Las de libre elección fueron escogidas en Villena, asimismo entre la producción de Chapí: Una selección de La Leyenda del Monje y el pasodoble La Chica del Maestro.
El espaldarazo que supuso para los jóvenes músicos aquel premio, acrecentó la admiración y el cariño de los villenenses hacia la banda, sentimientos que perduran hoy. En siendo algo propio; y aún parece encontrarse, en el afecto individual de los villenenses hacia su banda, una perduración de aquella admiración mezclada del afecto protector que es lógico despertaran los jóvenes músicos del año 1922.
D. Francisco Bravo murió en 1934. Tras algunas pruebas, le sucedió en la dirección de la banda D. Antonio Cabezas, fiscorno solista de la banda Municipal de Valencia, al que sus obligaciones como instrumentista le llevaron a ceder la batuta, poco tiempo después, a D. Ramón del Valle.
La segunda época de la Banda Municipal de Villena, desde 1939 hasta hoy, ha transcurrido bajo la dirección de D. Manuel Carrascosa De todos los villenenses es sabido que nuestra banda ha alcanzado una indiscutible y sólida categoría artística, y que la competencia profesional del maestro Carrascosa, sobradamente demostrada durante estos veinticinco años, incluso en algún otro aspecto musical, que tan alto ha contribuido a colocar el nombre de la ciudad, ha supuesto a nuestra banda varios premios y una nombradía totalmente merecida.
Desde aquella mañana de 1922 han transcurrido cuarenta y dos años. Y es posible que el lector que evoque el camino recorrido desde entonces y piense en los avatares que le ha tocado experimentar en plazo tan dilatado, no sepa que hay para quienes este largo suceder, igualmente preñado de diversas circunstancias, ha transcurrido ininterrumpidamente sujeto a la condición de músico de la banda municipal.
Así es. De aquellos muchachos que en 1922 llegaron a la banda, quedan aún diez en activo, los cuales han pertenecido a ella, sin interrupción, estos cuarenta y dos años. En la historia de la banda, junto a la relación de sus premios y a la crónica de sus actuaciones y conciertos, destaca la labor de estos hombres, que han permanecido dentro de la agrupación, únicamente por amor a la banda, a la ciudad y al arte de los sonidos; nunca por razón económica, puesto que sus asignaciones podían triplicarse fácilmente si el tiempo que dedican a ello lo emplearan en cualquier otra actividad.
Bien merecen un homenaje estos hombres, siquiera sea el de reflejar aquí sus nombres y esa humilde labor. Esta supone no solo acudir a los actos en que actúa la banda a lo largo del año. Es, además, la asistencia a los largos y tediosos ensayos, repetidos una y otra vez hasta dominar una obra difícil, durante incontables noches. Es la menuda labor en casa, ejercitando infinitas veces el pasaje rebelde, que se resiste a salir perfecto.
Sépase quiénes son: José Navarro Oliva, oboe y actual subdirector; Juan Martínez Amorós, clarinete; Juan Tomás Algarra y Francisco Gil García, igualmente clarinetes; Juan García Marco, saxofón alto; Juan Ruescas López y Pedro Ruescas López, hermanos, trombón aquél y trompa y trompeta éste; el timbalero, Antonio Martínez Ferriz; el caja, Antonio Pardo Martínez y Luis Abellán Hernández, el de más edad, el eterno bombista de la banda.
Hay quien de ellos ya tiene nietos; hay quien, también, oprime la boquilla sobre una dentadura en la que la naturaleza no tiene arte ni parte. Y si la labor de éstos hombres no es de aquéllas a las que se levantan monumentos, ni se prodigan ditirambos, sí es digna de destacar. Más aún por ser humilde y oscura, sin pretensión de premios ni de honores.
Unamos a estos nombres los de otros que ya han superado treinta años de servicios a la banda municipal de Villena: Juan Bañón Navarro, José Urrea Domene, Alfonso Ferriz Catalán, Pedro Hernández Estevan, Antonio Milán Martínez, Bartolomé Milán Martínez, José Hernández Estevan, Diego Pérez Aroca y Antonio Cañizares Gil.
En estos tiempos actuales, ni mejores ni peores, sino distintos, en los cuales predominan las razones que evidencien utilidad, sobrepasando a las que un ilustre pensador español llamó "pensamientos puros e inútiles", es un ejemplo la constancia que estos hombres, con su actitud, ponen de manifiesto.
Queden aquí sus nombres, pues, con este pequeño apunte sobre la, historia de la banda, para cuando algún día haya de escribirse aquélla con el detenimiento que merece.
Rojas
Extraído de la Revista Villena de 1964
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