Con motivo de la corrida de toros celebrada el domingo 8 de agosto de 1880 en el primer coso taurino permanente con el que contó la ciudad de Villena, en el paraje denominado de Ritas o de las Eras Altas, en la calle Colón (lugar donde posteriormente se levantaría el Colegio Joaquín María López), el periódico de Alicante El Constitucional publicó una crónica firmada por un tal Federico Puente-López, quien, tras analizar la faena del diestro valenciano que actuaba aquella tarde, Luis Jordán Gallardo, continuaba su artículo refiriéndose al espectáculo que tuvo lugar ese mismo día en el teatro de verano construido al lado del paseo-glorieta de la Estación de ferrocarril y en el que el artista Link Look, hizo las delicias de los espectadores al ser capaz de apagar con la lengua pedazos de hierro candente y tragarse espadas y paraguas.
Concluía el periodista su trabajo escribiendo: “es la una de la madrugada cuanto las diversiones terminan y empiezan a quedarse desiertas las horchaterías del paseo; el tren mixto pasará dentro de media hora y no hay tiempo que perder para alcanzarle y regresar cada uno a su olivo”.
Federico Puente-López hablaba de las horchaterías del Paseo, negocios muy concurridos y presumimos que no fáciles de gestionar, a la vista de la aparente dificultad de contar en aquel periodo con un suministro permanente de hielo para la fabricación de helados y preparación de bebidas frías con los que poder satisfacer el paladar de una exigente clientela.
Pero, ¿cómo dispondrían de hielo los titulares de aquellos y otros establecimientos de bebidas, si tenemos en cuenta que hasta los últimos años del siglo XIX Villena no comenzaría la instalación de su primera red eléctrica y con ella la posibilidad de producirlo de forma industrial?
Civilizaciones tan antiguas como la mesopotámica y la egipcia y posteriormente el Imperio Romano ya fueron capaces de dar respuesta a esta pregunta al obtener y preservar este valioso elemento, cuyo empleo extendieron, no solo a la preparación de helados y bebidas frías, sino también a la conservación de alimentos y a su uso en medicina.
Hoy en día por toda España se pueden encontrar todavía algunos de aquellos pozos de nieve, también llamados ventisqueros o cavas, que emplazados en las zonas más altas y umbrías de las montañas, acumulaban hielo durante el invierno, resultado del prensado de la nieve caída en el periodo y que tras ser cortado en bloques, era posteriormente distribuido por ciudades y pueblos, constituyendo una floreciente actividad económica que daba trabajo a un buen número de personas.
Cava en el término de Agres
Aquellos neveros permitieron que muchas localidades pudieran contratar el suministro permanente de hielo durante los meses estivales, comprometiéndose el abnegado adjudicatario del servicio a satisfacer las necesidades de la población a cambio de percibir el precio convenido en el contrato que había sido firmado previamente con la corporación contratante.
Nos imaginamos los viajes de aquella valiosa y frágil mercancía desde los neveros de las montañas aprovechando el frescor de las noches y madrugadas de los días de estío, mercancía que convenientemente protegida con paja y arpillera, sería transportada en carros tirados por caballerías hasta su lugar de destino, los pozos o almacenes situados ya dentro de cada localidad. En la provincia de Alicante aparecen documentados al menos 70 de aquellos depósitos de nieve que funcionaron en muchas montañas de su territorio. En Biar, en Castalla, en Bañeres, en Agres, en Ibi, en Onil, en Alcoy o en la propia Sierra de Salinas, existieron construcciones de ese tipo, que hicieron posible el desarrollo de una importante actividad económica que comenzó a gestarse a partir del siglo XVI.
Sierra Salinas
En Villena aparecen distintos documentos que demuestran que esta industria se desarrollaba al menos desde mediados de mayo y hasta la finalización de la feria anual, a principios de octubre.
Así, en el acta de la Corporación Local de 26 de Abril de 1850 se recoge expresamente: en atención a hallarse próxima la estación de verano en la que se acostumbra a contratar todos los años el surtido de la nieve, se acordó sacar a pública subasta este ramo, el jueves 2 de mayo en las Salas Consistoriales, rematándose en favor de la persona que la vendiese con más equidad y desde el 15 de dicho mes hasta el 6 de octubre, prestando el rematador la competente fianza para responder a las multas que se le impusieran en el caso de no cumplir con su deber en el surtido de la población.
Cava de Don Miguel - Agres
Cinco años más tarde y tal vez por los problemas surgidos con el abastecedor de aquel año, el acta del Ayuntamiento de Villena de 29 de julio recoge: Disposiciones sobre la propuesta de abastecimiento de nieve en la ciudad. La Corporación aceptó la proposición de José Rentero el cual se obligaba a proveer de nieve al pueblo, expendiéndola a tres cuartos cada libra y a los horchateros a 4 ochavos, con tal que la tomasen por parte y le avisaran con anticipación la que pudieran necesitar para el día siguiente, a no ser que el pueblo la necesitase, en cuyo caso ni el mismo proponente sería surtido y por último se le exija responsabilidad si el pueblo careciese de ese artículo por más de 5 horas.
José María Segura Martí en su revelador trabajo sobre la industria de la nieve en las montañas alicantinas, afirma: “estos cuatro siglos de actividades, tanto en los pozos como en el transporte, comercialización, etc., han dejado huella en la toponimia de la montaña: Pla de la Nevera (sierra de la Safor), Alt de la Nevera (sierra de Benicadell); Penyò de la Neu (Beniardà), Clot de la Neu (sierra Aitana), Serreta de la Neu (Banyeres), incluso un curioso topónimo, aún en uso en Villena: calle del Pocico de la Nieve”.
La instalación entre finales del siglo XIX y comienzos del XX del suministro del fluido eléctrico en ciudades y localidades, hizo posible que poco después comenzaran a funcionar dentro de los núcleos urbanos las primeras industrias dedicadas a la producción y venta de hielo artificial, lo que significó el final de aquella vieja actividad económica con siglos de antigüedad y el abandono de aquellos pozos de nieve que cayeron en un rápido olvido, condenados muchos de ellos a su desaparición:
La instalación entre finales del siglo XIX y comienzos del XX del suministro del fluido eléctrico en ciudades y localidades, hizo posible que poco después comenzaran a funcionar dentro de los núcleos urbanos las primeras industrias dedicadas a la producción y venta de hielo artificial, lo que significó el final de aquella vieja actividad económica con siglos de antigüedad y el abandono de aquellos pozos de nieve que cayeron en un rápido olvido, condenados muchos de ellos a su desaparición:
Galantemente invitados por D. José Santiago López a visitar su ya acreditadísima fábrica de Hielo artificial y Bebidas gaseosas que tiene instalada en la calle Sancho Medina 45, nos personamos allí y nuestra admiración fue grande al ver lo bien instalada que está toda la maquinaria, que pertenece al modelo suizo, uno de los más perfectos en su clase y que solo poseen tres casas en España… La casa se fundó en 1909, los operarios son hábiles y la producción semanal es de 20.000 kilos de hielo cristalizado y compacto que le hacen luchar con ventaja con el de otras casas y lograr una fácil salida por sus buenas condiciones…
“El Bordoño”: 18 de mayo de 1913.
Por José Sánchez Ferrándiz
“El Bordoño”: 18 de mayo de 1913.
Por José Sánchez Ferrándiz
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