Yelmo, adarga y espada, podían ser los atributos de este personaje de aguileña faz, cervantina presencia y quijotesca figura. Camaleónico domador de textos y palabras. Maestro en el dominio de la escena. Encantador de risas y de llantos. Poseedor de ese difícil don de meterse en la piel del personaje, supo ser desde guerrero y fiero rey, a chulesco administrador de una córrala madrileña. Desde aguerrido moro, a humilde y sincero seminarista. Ernesto Pardo Pastor
José Esquembre García
Foto cedida por... Ángela y Virginia Más Sánchez
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