Y agrupemos de un tirón a varios personajes, más bien personajillos, que Marín no recogió en sus inspirados poemas. Nos referimos ahora a «LA TIA PIPA», de la que se dice que tuvo veintidós hijos, y vio casados a diecisiete de ellos. Tan numerosa prole la hizo célebre en nuestra ciudad, y vale el adjetivo más que el de popular porque habrá que convenir en que la hazaña lo merece. Este elevado número daba lugar a curiosas situaciones, como la de que se refiere de contarlos a la hora de acostarlos para cerciorarse de que estaban todos en casa; más de una vez sucedió que alguno, entre los pequeños, había quedado durmiendo en un carro de los que había en la calle, pues el carro en la puerta de las casas era una estampa frecuente en la Villena de entonces, aunque no con la abrumadora proliferación actual de los automóviles. He oído referir de ella que utilizaba el truco de ofrecer un céntimo al que renunciaba a la cena; pero lo exigía a aquéllos a quienes se lo había entregado si querían desayunar a la mañana siguiente, pues con tales carencias había de combatir la legendaria «tía Pipa» dada la humildad de la familia.
Y «JOSEFICA LA TONTA» también conocida como «LA PATRICILLA», que José Menor Valiente refleja en su libro «Memorias», lamentablemente inédito, como «menuda, estrábica, fea, y que se contoneaba al andar». Era otra mendiga, de la que Menor dice que llevaba un capazo de esparto donde guardaba las prendas usadas que le daban junto a la comida que recogía. Menor cita una copla que cantaban los niños, referida a Josefica, que decía ...»Josefica la tonta / rabia y patea, / porque todas se casan / y ella se queda / y su madre le dice / calla, demonio, / que el tapón de la balsa / será tu novio ». Popular era también «LA PETRA», y lo era precisamente por su extrema fealdad. Esta no era mendiga y su nombradía se debía a la circunstancia antedicha. Menor nos cuenta que cuando los chiquillos se desafiaban a correr o a realizar alguna prueba similar, con sus característica e inconsciente crueldad, gritaban. .."el que llegue último, su novia, la Petra".Y MÓNITALO, llamado Francisco Pérez Amorós, que en unos disturbios locales, agredió al primer teniente y jefe de línea de la Guardia Civil, D. Fulgencio Gómez Carrión, con la barra de una de las sillas destrozadas momentos antes en el Círculo Villenense, causándole una grave lesión. Monítalo fue a la cárcel por tal tropelía, y nos refiere José Menor que un periódico de la ciudad, «La Tribuna», inició una campaña, con el pretencioso título de «Misión sagrada», para conseguir el indulto. Ocurrió que, poco después, en febrero de 1911, debía pasar el rey Alfonso XIII por Villena en un viaje por ferrocarril hacia Alicante. Y en una reunión extraordinaria, celebrada en la entonces «Imprenta del Paseo», se acordó, seguimos a Menor en su relato, que «un ramillete de bellas señoritas de la localidad -así decía «La Tribuna»- solicitaran del rey merced de gracia para «Monítalo». El periódico citado organizó un concurso para que los lectores eligieran a las seis señoritas que debían entregar al rey la petición, y «Monítalo» sirvió de pretexto para una conmoción ciudadana como fue el concurso, las votaciones para designar a las chicas y la solemne entrega al rey, hasta el punto de que existe puntual noticia de todos los pormenores del sonado suceso. Pero nada queda acerca de «Monítalo» ni de la suerte que finalmente corrió el infeliz, aunque se dijo que cumplió muchos años de condena.Texto extraído del libro... De Villena y los villeneros. 2002
Alfredo Rojas y Vicente Prats.
Alfredo Rojas y Vicente Prats.
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