José Díaz Domene, “el Pimiento”
¡Estudiantes! Enarbolad vuestras largas cucharas; ondead gallardamente las airosas capas y, dando al viento alegre griterío, lanzad al cielo vuestros negros bicornios: he aquí "al Pimiento"
¡Estudiantes! Enarbolad vuestras largas cucharas; ondead gallardamente las airosas capas y, dando al viento alegre griterío, lanzad al cielo vuestros negros bicornios: he aquí "al Pimiento"
¿Quién no le conoce? Cuando las escuadras de Estudiantes llenen de nuevo la Corredera el día de la Entrada, hará sesenta y un años que desfiló "el Pimiento" por primera vez. El más típico representante de la Comparsa y uno de los más castizos festeros de Villena, posee una marca que me atrevo a considerar única en festejos de Moros y Cristianos: la constituida por sus sesenta y un años en nuestra Comparsa de Estudiantes, más de treinta tomando parte en las fiestas de Petrel y doce años en las de Elda; siempre vistiendo el severo traje blanquinegro. ¿Ha llevado alguien tan lejos su devoción a la Fiesta?
Estudiantes: Frenad un instante el ímpetu de vuestra algazara y acudid humildes a oír desgranar al "Pimiento" el inacabable rosario de los tiempos heroicos de la Comparsa. Mirad de nuevo bullir a los legendarios Estudiantes: "El Aguila", "el Barquillero", "el Blanco", "el Espantagatos"... Ved renacer de nuevo la colecta de la mañana del día 6, después de la misa en la ermita de San Sebastián; imaginad en pie la antigua posada del Sol y contemplad cómo salen de ella, para intervenir en el Pacto de Alianza, dos largas filas de Estudiantes -"el Pimiento" entre ellos - Caballeros en humildes burros. Tal vez repetirán "el Blanco" y "el Gato" la vieja añagaza: de no se sabe dónde, saldrá de pronto una burra que, colocada entre sus congéneres, sobre los cuales cabalgan los Estudiantes, provocará un sonoro concierto de rebuznos incabables, entre las risas del público y la fingida extrañeza de los causantes del episodio...
¿Sabéis acaso las veces que "el Pimiento" y su padre fueron andando a contratar la banda de música a los pueblos comarcanos, para no gastar los exiguos -cuando no nulos- fondos de la Comparsa? ¿Conocéis las andanzas de los Estudiantes de entonces, pobres de recursos, fértiles de ideas, ricos en tesón, humor y entusiasmo, villenenses y festeros de los pies a la cabeza?
Viva reliquia de aquellos de antaño, es "el Pimiento". José Díaz Domene, para los papeles, para la burocracia, para todo lo que no valga la pena. Para lo verdadero y sustancial, "el Pimiento" (-¡Si me llaman Pepe y no me vuelvo!, -me dice sonriendo). He aquí un hombre que vive y alienta esperando que llegue el día cinco para perpetuar la triple condición de villenense, festero y Estudiante que aprendió de su padre. Pero no es solamente esta fidelidad y esta conducta, plurales a muchos hombres de nuestras comparsas, la que me hace destacar su figura entre otras muchas. Ni siquiera el relevante papel que desempeña en la Comparsa en diversos e importantes cometidos; sino el convencimiento de que una de las más castizas y entrañables costumbres que singularizan nuestras fiestas, tal vez se hubiera perdido sin él: la cena de la sardina.
Todos lo sabéis. Vendrá el día siete y, antes de le retreta, la Comparsa de Estudiantes hará su típica cena en la plaza de Santiago. Ha variado en ella alguna circunstancia accesoria; el reducido número de los Estudiantes de entonces, no es el de hoy, y a causa de ello, pequeñas y menudas cosas han cambiado. Para bien o para mal: no importa. Porque lo fundamental sigue en pie. Llegado el día, "el Pimiento" hará acopio de las viandas: poco más, poco menos, 175 huevos, 10 kilos de embutido, otros tantos de pimientos; 150 sardinas de las llamadas de cuba, y 175 barras de pan. Allí, de pie, el Estudiante amigo de la tradición, hará su cena con el pan del que emergen las sardinas, la cresta dorada de la clara del huevo, las tiras de pimiento, la despanzurrada morcilla. Y si no lo desdeña trayendo el higiénico y personal vaso, trasegará el vino de una de las numerosas bombonas a través del popular y castizo bombillo, que iguala a todos en hermandad sincera. Una especie de sello anacreóntico que, al igual que el de sangre cerraba pactos solemnes y eternos compromisos, coyunda en este caso esa hermandad que late dentro de cada una de nuestras comparsas...
Sí. "El Pimiento" es todo un símbolo de aquellas antiguas fiestas, un hombre que conserva fielmente antiguos usos aunándolos con las costumbres de hoy. El conservador de la cena de la sardina, el eterno Estudiante fiel al espíritu inmanente de la Comparsa, el fiel depositario de su intrínseca personalidad. Uno de los más firmes y evidentes ejemplos del genuino, del verdadero festero de Villena.
ROJAS
Extraído de la Revista Villena de 1969
Estudiantes: Frenad un instante el ímpetu de vuestra algazara y acudid humildes a oír desgranar al "Pimiento" el inacabable rosario de los tiempos heroicos de la Comparsa. Mirad de nuevo bullir a los legendarios Estudiantes: "El Aguila", "el Barquillero", "el Blanco", "el Espantagatos"... Ved renacer de nuevo la colecta de la mañana del día 6, después de la misa en la ermita de San Sebastián; imaginad en pie la antigua posada del Sol y contemplad cómo salen de ella, para intervenir en el Pacto de Alianza, dos largas filas de Estudiantes -"el Pimiento" entre ellos - Caballeros en humildes burros. Tal vez repetirán "el Blanco" y "el Gato" la vieja añagaza: de no se sabe dónde, saldrá de pronto una burra que, colocada entre sus congéneres, sobre los cuales cabalgan los Estudiantes, provocará un sonoro concierto de rebuznos incabables, entre las risas del público y la fingida extrañeza de los causantes del episodio...
¿Sabéis acaso las veces que "el Pimiento" y su padre fueron andando a contratar la banda de música a los pueblos comarcanos, para no gastar los exiguos -cuando no nulos- fondos de la Comparsa? ¿Conocéis las andanzas de los Estudiantes de entonces, pobres de recursos, fértiles de ideas, ricos en tesón, humor y entusiasmo, villenenses y festeros de los pies a la cabeza?
Viva reliquia de aquellos de antaño, es "el Pimiento". José Díaz Domene, para los papeles, para la burocracia, para todo lo que no valga la pena. Para lo verdadero y sustancial, "el Pimiento" (-¡Si me llaman Pepe y no me vuelvo!, -me dice sonriendo). He aquí un hombre que vive y alienta esperando que llegue el día cinco para perpetuar la triple condición de villenense, festero y Estudiante que aprendió de su padre. Pero no es solamente esta fidelidad y esta conducta, plurales a muchos hombres de nuestras comparsas, la que me hace destacar su figura entre otras muchas. Ni siquiera el relevante papel que desempeña en la Comparsa en diversos e importantes cometidos; sino el convencimiento de que una de las más castizas y entrañables costumbres que singularizan nuestras fiestas, tal vez se hubiera perdido sin él: la cena de la sardina.
Todos lo sabéis. Vendrá el día siete y, antes de le retreta, la Comparsa de Estudiantes hará su típica cena en la plaza de Santiago. Ha variado en ella alguna circunstancia accesoria; el reducido número de los Estudiantes de entonces, no es el de hoy, y a causa de ello, pequeñas y menudas cosas han cambiado. Para bien o para mal: no importa. Porque lo fundamental sigue en pie. Llegado el día, "el Pimiento" hará acopio de las viandas: poco más, poco menos, 175 huevos, 10 kilos de embutido, otros tantos de pimientos; 150 sardinas de las llamadas de cuba, y 175 barras de pan. Allí, de pie, el Estudiante amigo de la tradición, hará su cena con el pan del que emergen las sardinas, la cresta dorada de la clara del huevo, las tiras de pimiento, la despanzurrada morcilla. Y si no lo desdeña trayendo el higiénico y personal vaso, trasegará el vino de una de las numerosas bombonas a través del popular y castizo bombillo, que iguala a todos en hermandad sincera. Una especie de sello anacreóntico que, al igual que el de sangre cerraba pactos solemnes y eternos compromisos, coyunda en este caso esa hermandad que late dentro de cada una de nuestras comparsas...
Sí. "El Pimiento" es todo un símbolo de aquellas antiguas fiestas, un hombre que conserva fielmente antiguos usos aunándolos con las costumbres de hoy. El conservador de la cena de la sardina, el eterno Estudiante fiel al espíritu inmanente de la Comparsa, el fiel depositario de su intrínseca personalidad. Uno de los más firmes y evidentes ejemplos del genuino, del verdadero festero de Villena.
ROJAS
Extraído de la Revista Villena de 1969
3 comentarios:
ya quedan pocos festeros festeros de verdad
pocos como mi abuelo....
eso si que eran festeros, bravo por el pimiento. un estudiante
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