HE VISTO A UN HOMBRE LLORAR…
EN MEMORIA DE “BADILA” Por José Mª Gil Mira.
Este trabajo va dedicado a todas las figuras célebres de nuestras tradicionales Fiestas y que, con el correr de los años, han marcado época. Para ellos nuestro recuerdo y cariño.
Son esos hombres que todo lo dan por su patria chica al darlo por sus festejos tradicionales y que, con el tiempo, adquieren categoría de figuras legendarias, cuya memoria da a las nuevas generaciones ilusiones y ánimo para laborar por el engrandecimiento de nuestro pueblo en todas sus facetas.
Ha tiempo -el día 8 de Septiembre del año en que se celebraban las primeras Fiestas posteriores a la Guerra de liberación-, siendo un niño, fui testigo o, más bien, parte de un hecho, cuya emotividad ha de llegar a lo profundo de los corazones villenenses y cristianos, sirviendo de lección y guía en cuanto al amor de nuestra patria chica y de nuestra Patrona se refiere.
EN MEMORIA DE “BADILA” Por José Mª Gil Mira.
Este trabajo va dedicado a todas las figuras célebres de nuestras tradicionales Fiestas y que, con el correr de los años, han marcado época. Para ellos nuestro recuerdo y cariño.
Son esos hombres que todo lo dan por su patria chica al darlo por sus festejos tradicionales y que, con el tiempo, adquieren categoría de figuras legendarias, cuya memoria da a las nuevas generaciones ilusiones y ánimo para laborar por el engrandecimiento de nuestro pueblo en todas sus facetas.
Ha tiempo -el día 8 de Septiembre del año en que se celebraban las primeras Fiestas posteriores a la Guerra de liberación-, siendo un niño, fui testigo o, más bien, parte de un hecho, cuya emotividad ha de llegar a lo profundo de los corazones villenenses y cristianos, sirviendo de lección y guía en cuanto al amor de nuestra patria chica y de nuestra Patrona se refiere.
Estábase celebrando la Misa Mayor de la Virgen. El Templo, abarrota do de fieles congregados a los pies de la Santísima Virgen, rebosaba entusiasmo por sus cuatro costados; el pueblo, -todo, uno- ofrendando a la «Morenica», en un ramillete de vida, todo el corazón y el sentir de hijo devotísimo.
Y allí estaba -¿cómo había de faltar?- «Badila», en el centro de la escalinata de acceso al altar mayor; estático, en éxtasis contemplativo, con su imponente figura y su no menos imponente lápiz de «estudiante», verdadero heraldo de nuestras Fiestas septembrinas.
Dada la gran corpulencia de nuestro hombre y dada la posición que ocupaba, parece ser que impedía a algunas personas la contemplación de la venerada imagen. Alguien me indicó rogase a «Badila» se apartara a uno de los extremos de la dicha escalinata.
Acerándome, inocentemente, y dándole un leve golpecito en el brazo, le dije con voz entrecortada: «Haga el favor de hacerse a un lado, que no deja ver...»
Cortó la frase; envolvióme su mirada -molesta y compasiva- y no sólo se apartó de aquel lugar, sino que, aflorando lágrimas a sus ojos, sin decir palabra, salióse del Templo, dejando de oír completa -y por vez primera en su vida- la Misa Mayor de la Virgen. Había recibido, inconscientemente, el mayor disgusto de su vida, al verse privado de la presencia de su divina Madre.
Más tarde, ¡cuántas veces recordó «Badila» aquella escena que tanto dolor le produjera! ¡cómo explicaba que no tuvo fuerzas para permanecer en el sagrado recinto, y que lloró mucho, porque creía que aquella llamada se la hacía la propia Madre, valiéndose d= un niño, como indicándole no ser digno de su Amor y Patrocinio. Y aquel abandono divino no podría soportarlo.
Pasaron los años...
Hoy ya no podrá el buen «Badila» estar en el centro de la escalinata del templo, porque nos dejó para siempre. Pero todos sabemos que, cuando el día 8 de Septiembre llegue, estará en espíritu ante las divinas plantas de la «Morenica» postrado. Y allá en el Cielo, ese mismo día, a la cabeza de todos los hijos de nuestro pueblo que ya gozan de la vida eterna, lanzará «Badila» sus vítores a nuestra Virgen, a Villena y a sus Fiestas; vítores que serán secundados por quienes ya están rogando por nosotros ante el Padre Eterno.
Paisanos y amigos: Estos hombres, como el que lloró un día en el templo, y cuyo recuerdo permanece vivo entre nosotros, hacen de su patria chica, una Patria Grande.
Al narrar esta escena, -sencilla, conmovedora-- queremos dar a conocer a todo el mundo la religiosidad y la hombría de los hijos de Villena. Que las nuevas generaciones tomen lección y ejemplo de estas figuras célebres de nuestro pueblo y nuestras Fiestas para que uno y otras alcancen el esplendor y la grandeza que estamos obligados a darles,
Por Nuestra Patrona, por Villena y por sus Fiestas, sigamos el camino que nos señalaron y con el mismo entusiasmo que alentó a nuestros abuelos.
Revista Villena 1952
Y allí estaba -¿cómo había de faltar?- «Badila», en el centro de la escalinata de acceso al altar mayor; estático, en éxtasis contemplativo, con su imponente figura y su no menos imponente lápiz de «estudiante», verdadero heraldo de nuestras Fiestas septembrinas.
Dada la gran corpulencia de nuestro hombre y dada la posición que ocupaba, parece ser que impedía a algunas personas la contemplación de la venerada imagen. Alguien me indicó rogase a «Badila» se apartara a uno de los extremos de la dicha escalinata.
Acerándome, inocentemente, y dándole un leve golpecito en el brazo, le dije con voz entrecortada: «Haga el favor de hacerse a un lado, que no deja ver...»
Cortó la frase; envolvióme su mirada -molesta y compasiva- y no sólo se apartó de aquel lugar, sino que, aflorando lágrimas a sus ojos, sin decir palabra, salióse del Templo, dejando de oír completa -y por vez primera en su vida- la Misa Mayor de la Virgen. Había recibido, inconscientemente, el mayor disgusto de su vida, al verse privado de la presencia de su divina Madre.
Más tarde, ¡cuántas veces recordó «Badila» aquella escena que tanto dolor le produjera! ¡cómo explicaba que no tuvo fuerzas para permanecer en el sagrado recinto, y que lloró mucho, porque creía que aquella llamada se la hacía la propia Madre, valiéndose d= un niño, como indicándole no ser digno de su Amor y Patrocinio. Y aquel abandono divino no podría soportarlo.
Pasaron los años...
Hoy ya no podrá el buen «Badila» estar en el centro de la escalinata del templo, porque nos dejó para siempre. Pero todos sabemos que, cuando el día 8 de Septiembre llegue, estará en espíritu ante las divinas plantas de la «Morenica» postrado. Y allá en el Cielo, ese mismo día, a la cabeza de todos los hijos de nuestro pueblo que ya gozan de la vida eterna, lanzará «Badila» sus vítores a nuestra Virgen, a Villena y a sus Fiestas; vítores que serán secundados por quienes ya están rogando por nosotros ante el Padre Eterno.
Paisanos y amigos: Estos hombres, como el que lloró un día en el templo, y cuyo recuerdo permanece vivo entre nosotros, hacen de su patria chica, una Patria Grande.
Al narrar esta escena, -sencilla, conmovedora-- queremos dar a conocer a todo el mundo la religiosidad y la hombría de los hijos de Villena. Que las nuevas generaciones tomen lección y ejemplo de estas figuras célebres de nuestro pueblo y nuestras Fiestas para que uno y otras alcancen el esplendor y la grandeza que estamos obligados a darles,
Por Nuestra Patrona, por Villena y por sus Fiestas, sigamos el camino que nos señalaron y con el mismo entusiasmo que alentó a nuestros abuelos.
Revista Villena 1952
Cedida por... Elia Estevan
No hay comentarios:
Publicar un comentario